Huertas enseñan a luchar contra el hambre

«Ayer sembré 20 plantas de brócoli en mi casa. Primero Dios, van a dar su fruto y nos las vamos a comer», dijo Juan Francisco Ordóñez, de 12 años, alumno de una escuela del departamento guatemalteco de Totonicapán, donde una iniciativa de huertos escolares intenta aplacar el hambre.

Alumnos trabajan la huerta de la escuela de San Cristóbal Totonicapán. Crédito: Cortesía FAO/Guatemala
Alumnos trabajan la huerta de la escuela de San Cristóbal Totonicapán. Crédito: Cortesía FAO/Guatemala
Para fines de este año, el programa "Alianzas para mejorar la situación de la infancia, la seguridad alimentaria y la nutrición", iniciado en 2010, habrá plantado 44 huertos escolares en el occidental Totonicapán como recurso didáctico para apoyar la enseñanza y, a la vez, ayudar a combatir la desnutrición crónica de este país centroamericano.

"Ahí aprendemos cómo sembrar y cuándo regar las plantas. Tenemos rábano, remolacha, cebolla, acelga, hierba mora (Solanum nigrum) y brócoli", describió Ordóñez, que cursa sexto grado de primaria y replicó en su casa una huerta para ayudar a sus padres y seis hermanos.

El director de la escuela de San Cristóbal Totonicapán a la que asiste, Benjamín Tax, dijo a Tierramérica que "estamos felices porque niños y padres de familia nos han venido a pedir semillas para sembrar en sus hogares".

El hambre se evidencia en las aulas. "Se refleja en falta de atención y bajo rendimiento… Cuando los niños ven que están preparando la refacción escolar, repartida por el gobierno, pierden la atención", se quejó.
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A inicios de julio, la escuela de 211 alumnos hizo su primera cosecha. "Hicimos ensalada con acelga, también la freímos e hicimos una sopa de espinacas, pero se consumió solo en el acontecimiento", explicó.

"La idea es que en la próxima podamos consumir la mitad y el resto podamos venderla para agenciarnos de fondos para comprar más semilla y que el proyecto crezca", añadió.

La huerta también enseña matemática, geografía y valores como cooperación, respeto y disciplina.

Los cursos de educación preescolar "tienen figuras geométricas dentro del huerto, sexto grado trabajó la regla de tres, mientras que a otros se les enseñan las propiedades nutritivas del rábano y la zanahoria", explicó el profesor.

La palabra "alimentación" abunda en la lista de entidades que promueven las huertas pedagógicas: la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación, la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y el Ministerio de Educación.

También participan la Organización Panamericana de la Salud y el Programa Mundial de Alimentos, con apoyo financiero del gobierno español.

Guatemala, de 14 millones de habitantes, soporta la mayor desnutrición crónica infantil de América Latina, con 49,3 por ciento de niños y niñas menores de cinco años, y una de las más altas del mundo, según el Fondo de las Naciones Unidas para Infancia.

En Totonicapán, donde se iniciaron los huertos escolares, la situación es más grave. Más de 74 por ciento de los niños entre tres y 59 meses de edad tienen desnutrición crónica, y casi 33 por ciento padecen desnutrición severa, según la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2008-2009.

La desnutrición crónica se manifiesta en una altura retrasada para la edad y dificultades de aprendizaje, mientras la severa es evidente por la delgadez extrema causada por el hambre.

"El resultado número uno que pretende esta iniciativa es que las familias tengan disponibilidad de alimentos para su consumo", dijo a Tierramérica el funcionario de la FAO Guatemala, Paúl Orozco.

Pero, ¿cómo lograrlo? "Los técnicos llegan a las escuelas y enseñan a los niños la producción de hortalizas, seguridad alimentaria, desnutrición, higiene y otras actividades relacionadas con la producción", temas también impartidos a padres, madres y maestros, explicó Orozco.

Las instituciones que apoyan el programa proporcionan herramientas de labranza, abono orgánico y depósitos para cosechar agua de lluvia. La elección de las hortalizas se basó en un análisis nutricional.

"Trabajamos con espinaca, acelga, remolacha, brócoli, rábano y zanahoria, y también con especies nativas como hierba mora, bledo (Amaranthaceae) y apazote (Chenopodium ambrosioides)", dijo el experto.

Aura Scheel, del Ministerio de Educación, dijo a Tierramérica que la meta principal es que los huertos "se institucionalicen con miras a mejorar la situación alimentaria y nutricional no solo de los escolares, sino de las comunidades".

La cartera puso en marcha 7.000 huertas escolares en todo el país, pero estas aún no poseen cooperación interinstitucional, como Totonicapán, lo cual les dificulta hacerse de insumos.

El ministerio ha pedido apoyo técnico a otras instituciones para implementar otros 284 huertos pedagógicos en Totonicapán.

"Queremos que se siga cultivando la tierra para garantizar la disponibilidad de alimentos", añadió Scheel, "pero que la gente consuma esos alimentos en el hogar y no sean solo para la venta".

* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 6 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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