Una técnica que aprovecha residuos del saneamiento básico para hacer hormigón fue desarrollada por la brasileña Escuela de Ingeniería de São Carlos de la Universidad de São Paulo. A la mezcla del hormigón se le agrega 10 por ciento del lodo que se desecha en el tratamiento del agua junto con cloruro de polialuminio compuesto, un producto coagulante.
"Los resultados son satisfactorios: se amplía el volumen de hormigón, sin reducir la resistencia ni aumentar costos. Además, este destino dado al residuo evita que termine arrojado a cuerpos de agua", explicó a Tierramérica el coordinador de la investigación, Valdir Schalch.
La presencia de metales pesados en el lodo, como plomo y cadmio, hace recomendable el uso de este hormigón solo en paseos públicos, donde "los metales quedan envueltos", en cambio, "no lo recomendamos en la producción de bloques para construcción de viviendas y edificios, porque no hay normas reguladoras" sobre la proporción de metales, acotó Schalch.