La contundente reelección del centroderechista Mauricio Macri como jefe de gobierno de la capital argentina instaló, según analistas, un clima de incertidumbre acerca de lo que parecía un seguro triunfo de la presidenta Cristina Fernández en las elecciones nacionales de octubre.
"Veníamos planteando una duda razonable sobre ese triunfalismo en la primera vuelta para Fernández y estos resultados (del domingo) están dejando en claro que no está todo dicho, que las elecciones presidenciales no tienen un final anunciado, y que puede haber sorpresas", dijo a IPS la codirectora de la consultora Management and Fit, Mariel Fornoni.
Macri fue reelegido en segunda vuelta jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para otros cuatro años por una diferencia aplastante sobre el senador Daniel Filmus, de la agrupación centroizquierdista que lidera la presidenta y que coloquialmente se identifica como kirchnerismo por su esposo y antecesor, el expresidente Néstor Kirchner fallecido en 2010.
El resultado final arrojó 64,2 por ciento de votos para Macri, en ascenso como uno de los principales referentes de la oposición al gobierno nacional, y 35,7 por ciento para Filmus, mientras que en la primera ronda electoral del 10 de julio habían sumado 47 y 27,8 puntos porcentuales, respectivamente.
Como el propio Macri admitió al final de esta nueva jornada comicial, los votos no son cautivos. Analistas coinciden en señalar que muchos votantes utilizan las elecciones locales en distintos distritos para expresar una suerte de castigo o advertencia al gobierno nacional.
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Lo cierto es que en menos de un mes, Macri obtuvo dos victorias sobre su rival. En el medio de esas dos instancias, un candidato de su agrupación, el comediante Miguel Del Sel, obtuvo un inesperado segundo puesto en las elecciones para gobernador de la oriental provincia de Santa Fe, donde ganó el socialismo y el postulante del gobierno nacional quedó tercero, aunque fue la fuerza más votada en ambas cámaras legislativas.
Esta seguidilla, que podría marcar un nuevo capítulo el próximo domingo cuando se vote en la central provincia de Córdoba, donde el oficialismo nacional no presenta candidatos propios, ilusionó a los opositores de cara a los comicios generales de octubre.
Las distintas firmas encuestadoras recogen una intención de votos para Fernández que le harían ganar en primera vuelta e, incluso, con grandes posibilidades de hacerlo con suficiente margen como para ser reelegida directamente. Las normas indican que hace falta una segunda ronda presidencial en caso de que ningún postulante supere el 45 por ciento de los votos o, en su defecto, el 40 por ciento y su seguidor o seguidora quede a más de 10 por ciento de distancia.
La encuesta realizada por Management and Fit en junio indicó que la presidenta recoge una adhesión electoral de 33,4 por ciento de los consultados, en tanto su principal rival, el diputado Ricardo Alfonsín, de la centrista Unión Cívica Radical (UCR), obtiene 15,3 por ciento.
Este legislador de la UCR, hijo del fallecido (2009) expresidente Raúl Alfonsín (1983-1989), manifestó el domingo su entusiasmo ante lo que evalúa como un cambio de tendencia electoral. "Hay un claro escenario de segunda vuelta en Argentina, esto ya no es una presunción sino que hay encuestas que nos muestran forzando a un balotaje", sostuvo.
Sin embargo y al igual que otros analistas, Fornoni aclaró que en las elecciones como las de la ciudad de Buenos Aires o las provincias de Santa Fe y Córdoba "se vota por la gestión local" y eso no siempre se puede trasladar al nivel nacional.
Más aún cuando el ciudadano hoy se desplaza sin pruritos de las ofertas de centroizquierda a las de centroderecha de acuerdo a que cargos le toque elegir, explicó la experta. "El votante en la actualidad no se guía por una racionalidad ideológica", remarcó.
No obstante, advirtió que estos resultados "cambiaron el clima y desinstalaron la idea de que las elecciones nacionales iban a ser un trámite rápido en las que ganaba la presidenta". Más aún, señaló que Fernández tomó nota de ese cambio y procuró ella también un hecho político de alto impacto pese a la derrota.
La referencia fue a la llamada telefónica de la mandataria argentina a Macri en la misma noche del domingo para felicitarlo por su victoria, un gesto inusual en ella, según observadores, ante otros resultados adversos.
"Celebro y valoro el llamado de la presidenta para felicitarnos", dijo, magnánimo, antes de festejar la amplia victoria.
"El resultado de elecciones locales no puede traspolarse sin más al escenario nacional, pero sí se ve que puede generar hechos políticos inéditos", sostuvo el analista Rosendo Fraga aludiendo al llamado de la mandataria. "El cuadro político se está volviendo más dinámico", alertó.
Para Fraga, aun cuando estos resultados locales no anticipen lo que serán las elecciones nacionales, permiten pensar que "una victoria de la oposición es posible" pese a que Macri no tiene un candidato a presidente que lo represente.
El jefe de gobierno de la ciudad tenía aspiraciones de postularse a la Presidencia de Argentina, pero prefirió ir a la más segura reelección en la capital que a competir con escasas o nulas posibilidades. Su partido, el PRO, no tiene proyección nacional ni adhiere a postulante alguno ni estableció alianza explícita.
El politólogo Sergio Berensztein, de la consultora Poliarquía, expresó que "la idea de que la presidenta ya ganó quedó descartada" el domingo, lo cual no significa tampoco que hasta ahora esa no sea ese el escenario más probable, dijo.
En cambio, la encuestadora Graciela Romer sostuvo que la victoria de Macri "no cambia el escenario nacional" y recordó que en 2007 el actual jefe de gobierno de la capital argentina también ganó los comicios en este distrito y Fernández consiguió llegar al gobierno nacional.
No obstante, admitió que el rasgo de inevitable con el que se presentaba ese escenario esta vez, parece ahora menos evidente. Lo cual, dijo, hace a las elecciones nacionales más competitivas de lo que se proyectaba hasta hace un mes.