Muchos migrantes del sur de Brasil que talan bosques en el noroccidental estado de Amazonas se ganan la vida como pequeños especuladores agrarios y no como productores agropecuarios, afirman nuevas investigaciones.
Es probable que esta realidad y los cambios propuestos al Código Forestal (Ley 4771/65) de Brasil vuelvan a incrementar la deforestación, pese al compromiso del país de reducir en 80 por ciento la tala para 2020, sostienen varios expertos.
El Código Forestal fue adoptado en 1965 y sufrió alteraciones, por ejemplo en 2001. El 24 de mayo de este año, una abrumadora mayoría de diputados aprobó su flexibilización, y la reforma está ahora a estudio en el Senado.
Una investigación realizada en el municipio de Apuí, una de las zonas rojas de la deforestación a lo largo de la Carretera Transamazónica, concluyó que muchas familias de la región obtienen pocos ingresos de la ganadería.
En cambio, se dedican a limpiar terrenos selváticos para después reclamar su propiedad y venderlos a grandes hacendados corporativos, según la investigación "Forest Clearing Dynamics and the Expansion of Landholdings in Apuí, a Deforestation Hotspot on Brazils Transamazon Highway" (La dinámica de la tala forestal y la expansión agraria en Apuí, punto central de la deforestación en la Carretera Transamazónica de Brasil), publicada en junio en la revista científica en línea Ecology and Society.
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La población se triplicó desde comienzos de 1990 en el municipio, que alcanzó uno de los mayores registros de deforestación en todo el estado de Amazonas. Aproximadamente 90 por ciento del área se convirtió en pasturas, señala el estudio.
"Estas familias siempre se están mudando a nuevas áreas boscosas para deforestarlas y poder reclamar la propiedad. Y luego de algunos años las venden a precios elevados", dijo uno de los autores del estudio, Gabriel Carrero, del Instituto de Conservação e Desenvolvimento Sustentável do Amazonas.
El coautor es el experto en bosques Philip Fearnside, del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia.
Las leyes brasileñas establecen que se puede conceder la propiedad a quien "mejore" tierras que nadie reclamó. Las familias que talan en Apuí "simplemente intentan forjarse una vida mejor", dijo Carrero a Tierramérica desde Manaus, capital de Amazonas.
Aunque crían ganado, es una actividad secundaria que les deja algo de dinero, describió, basado en entrevistas en profundidad que efectuó a 83 familias que poseen más de 300 propiedades en la región.
"El incentivo real es vender los predios a grandes productores rurales que dejaron sus tierras en el sur de Brasil o en Paraguay y buscan comprar propiedades de grandes extensiones", dijo Carrero.
Luego estas familias se mudan y siguen internándose en la selva virgen para repetir el proceso. "Éste es simplemente su modo de vida", explicó.
El acceso a tierras selváticas sigue el rumbo de la carretera. Cuando la infraestructura vial mejora, los valores de la tierra se disparan, facilitando la especulación, planteó Carrero.
"Nuestro estudio demuestra que las carreteras son el vector más importante de la deforestación", agregó.
La deforestación mundial emite a la atmósfera 2.900 millones de toneladas de dióxido de carbono por año, según el primer cálculo detallado publicado el 15 de julio en la revista Science.
En comparación, las emisiones anuales de todos los combustibles fósiles (carbón, gas, petróleo) más la producción de cemento no llegan a 8.000 millones de toneladas.
Hay un "enorme flujo de carbono de la deforestación y es mucho mayor de lo que se creía", dijo Josep Canadell, director ejecutivo del Global Carbon Project en Canberra, Australia, y coautor del estudio de Science.
Por eso, los potenciales beneficios de la iniciativa de Reducción de Emisiones de Carbono Causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) pueden ser aún más importantes de lo que se pensaba, dijo Canadell en una entrevista con Tierramérica en referencia a este mecanismo para pagar a las comunidades y países que conserven y recuperen sus bosques.
"Estoy familiarizado con los bosques indonesios, y hasta ahora el REDD no tuvo ningún efecto sobre la deforestación", declaró. Sin embargo, grandes donaciones de Noruega, Australia y Estados Unidos por casi 1.500 millones de dólares se están haciendo sentir en Indonesia.
Es probable que falten varios años para que la REDD, respaldada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), genere dinero a las familias de Amazonas, de Indonesia o de cualquier otro lado, dijo Canadell.
"Las familias que tienen que ganarse la vida no esperarán años para ver si la comunidad internacional se organiza para poner la REDD en marcha", agregó.
En Apuí nadie gana dinero de programas de conservación como REDD, dijo Carrero. "La especulación agraria es más rentable", explicó.
La deforestación y las ventas de tierras serán aún más redituables con los propuestos cambios al Código Forestal, sostuvo.
Esas reformas permitirán que los propietarios de menos de 400 hectáreas talen todos sus predios en la Amazonia "legal" y amnistiarán a los muchos que incumplen las normas vigentes.
El Código actual sólo autoriza a talar 20 por ciento de los bosques en predios situados en la región amazónica "legal", una división política que incluye a todos los estados cubiertos parcial o totalmente por selva amazónica.
"Estoy 100 por ciento seguro de que esto aumentará la deforestación y causará un gran aumento de emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la Amazonia", dijo Carrero.
Detrás de los cambios propuestos está el gran agronegocio brasileño, que presiona a los políticos para que flexibilicen las leyes.
"Es más barato deforestar una hectárea que restaurar una hectárea de tierra degradada", señaló Carrero.
Paradójicamente, es el éxito de Brasil, que logró abatir en 70 por ciento el ritmo de la deforestación entre 2004 y 2009, lo que motorizó la gran campaña para reformar la ley forestal.
"La ofensiva contra los municipios de mayor tala fue muy exitosa; los intereses agrícolas y ganaderos quieren buscan entonces los cambios legales", dijo a Tierramérica el activista Rhett Butler, de la organización no gubernamental Mongabay.com.
La Association for Tropical Biology and Conservation (Asociación para la Biología Tropical y la Conservación), una organización científica dedicada al estudio, la protección y el uso sustentable de los ecosistemas tropicales, advirtió que los cambios propuestos generarán mayor tala en Brasil.
A comienzos de julio, la Asociación emitió una declaración urgiendo al gobierno a realizar una evaluación científica de los potenciales impactos ecológicos, antes de continuar con el proceso legislativo.
En el marco del Acuerdo de Copenhague, firmado en 2009 en la capital danesa, Brasil se comprometió a reducir en 80 por ciento su deforestación para 2020.
* Este artículo fue publicado originalmente el 23 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.