Si usted usa Internet, se ha topado con Captcha, una prueba para determinar si el usuario es humano o máquina. Lo que quizás no sepa es que uno de sus inventores, el matemático Luis von Ahn entonces de 21 años, es ciudadano de uno de los países más pobres de América Latina, Guatemala.
Un Captcha (en inglés, prueba de Turing pública y automática para diferenciar máquinas y humanos) es ese conjunto de caracteres distorsionados que aparecen al pie de muchos formularios en línea. Como sólo puede ser descifrado por humanos, se emplea para evitar que programas de computación utilicen servicios como encuestas y correo electrónico y produzcan tráfico de basura.
Las ideas de Von Ahn, de 31 años, tienen el propósito de hacer de Internet una herramienta construida por todos y accesible para todos.
Un ejemplo es reCaptcha, proyecto que vendió a Google en 2009: una extensión de la prueba Captcha que, al mismo tiempo, ayuda a digitalizar textos. Por este método se están digitalizando 2,5 millones de libros impresos al año. Cada vez que usted descifra un reCaptcha está digitando una palabra o frase de una obra impresa.
La misma lógica guía a Duolingo, un sistema por el cual los internautas podrán aprender idiomas gratuitamente, ayudando a traducir los contenidos de la web. Así se superaría la gran barrera del idioma para compartir el conocimiento en Internet y las limitaciones de las computadoras, que no procesan los lenguajes humanos con exactitud.
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Él viene aplicando la colaboración masiva en la web desde antes de que se acuñara el término "crowdsourcing", en 2006. Ese año obtuvo la MacArthur Fellowship, o "premio al genio" otorgado a ciudadanos y residentes en Estados Unidos que "muestren un mérito excepcional", y en 2011 la revista Foreign Policy en español lo declaró el intelectual iberoamericano más influyente.
Después de Duolingo, este profesor de la Carnegie Mellon University quisiera "atacar el crimen en Guatemala", un problema que "no nos permite preocuparnos por la educación", dijo a IPS en una entrevista por correo electrónico.
IPS: Además de crear utilidades para la humanidad, está usted preocupado por ahorrar tiempo.
LUIS VON AHN: El tiempo que pasamos haciendo cosas en Internet es gigantesco, y en muchos casos podemos reutilizarlo. Eso es lo que me he dedicado a hacer, encontrar maneras de reutilizar ese tiempo. En Estados Unidos creo que son tres horas diarias las que cada persona utiliza en redes sociales o en Youtube.
IPS: Como en reCaptcha, en su último proyecto, Duolingo, también aprovecha al máximo el tiempo, algo así como matar dos pájaros de un tiro.
LVA: En Duolingo pensamos primero cómo hacemos para que la gente traduzca el Internet a todos los idiomas. Y de ahí surgió la pregunta: ¿cómo hacer que la gente traduzca todo el Internet gratis?
Ahí fue cuando se nos ocurrió que podíamos matar dos pájaros de un tiro: transformar la traducción en algo que la gente quiere hacer, y eso es aprender otros idiomas. Hoy en día hay mil millones de personas aprendiendo otros idiomas.
Lo que estamos haciendo es un servicio gratis para aprender idiomas, pero al mismo tiempo la gente estará traduciendo parte del Internet. Entonces traducen al mismo tiempo que aprenden.
Hay grandísimas partes del contenido de Internet de las cuales cientos de millones de personas están excluidas. En español, Wikipedia solo tiene 20 por ciento del contenido que en inglés. Aquí estamos excluyendo a 500 millones de personas del 80 por ciento del contenido de Wikipedia.
Duolingo está casi terminado. Estamos a meses de lanzarlo y comenzaremos con traducciones al inglés, francés, alemán y español.
IPS: Usted ha utilizado el crowdsourcing como base de sus iniciativas. ¿Qué posibilidades tiene este método para concebir soluciones tecnológicas o educativas en zonas pobres?
LVA: Me gustaría poderlo usar para ayudar a lugares como Latinoamérica, y es por eso que estoy trabajando en Duolingo. Con él haremos que todo el contenido del Internet sea accesible a cualquier persona en el mundo.
IPS: América Central tiene profundos problemas de pobreza. ¿Le interesaría contribuir en ese aspecto?
LVA: Me encantaría. El gran problema es que muchas de las cosas que hacemos son desde el Internet y casi por definición la gente muy pobre no tiene acceso a Internet. Creo que eventualmente el problema que atacaremos primero será el crimen. No sé cómo hacerlo, pero ese es el tipo de cosas que me gustaría hacer después de Duolingo.
IPS: ¿Y por qué el crimen? ¿Usted fue víctima de la delincuencia en Guatemala?
LVA: Por suerte no. Pero creo que soy la única persona que conozco en Guatemala que nunca fue asaltada. Y no solo es Guatemala, sino muchas partes de Latinoamérica. Eso es algo que no nos está dejando crecer.
Si no estuviéramos tan preocupados por el crimen tal vez nos podríamos preocupar en educarnos o cosas así, pero hay tanta preocupación por el crimen que es algo que tiene que ser resuelto.
IPS: ¿Pero cómo podría contribuir?
LVA: El uso de las redes sociales y los celulares realmente ayudó a esas revoluciones del mundo árabe. Y creo que de la misma manera es posible que pueda ayudar a (resolver) cosas como el crimen en Latinoamérica, pero no sé exactamente cómo hacerlo.
En Guatemala es imposible que los delincuentes sean más de 50.000. Pero ese es el número que está aterrorizando a 13 millones de personas, y sería bueno encontrar una manera de que esos 13 millones puedan ganar.
IPS: Volviendo a la pobreza, ¿le parece que el avance de la tecnología es tan grande que la brecha es insalvable para los más desposeídos?
LVA: Espero que no. Mi sueño es que la tecnología ayude a las poblaciones pobres a superarse.
IPS: ¿Pero hay alguna forma de hacer más accesible la tecnología a esos sectores?
LVA: En algún momento será posible. Cada día se está haciendo más barato. El número de personas en el Internet crece y hay varias iniciativas para llevarlo a la población pobre, aunque ninguna ha funcionado bien.
Una de las maneras que tal vez tendrá éxito son los teléfonos, cuyos usuarios sí son muchos más que el número de personas en Internet. Mucha gente tiene teléfonos y, finalmente, vamos a poder conectarlos a Internet casi gratis, espero que en los próximos cinco años.
En ese momento vamos a poder llegar más a la clase pobre. Eso podría tener un increíble impacto en la educación. El porcentaje del mundo que está en el Internet todavía es menor de 30 por ciento, y ese otro 60 o 70 por ciento es exactamente la gente pobre.