BANGLADESH: De la pobreza a la empresa gracias al microcrédito

La venta de dulces le permitió a Phulo Rani Pal salir de la pobreza y enviar a sus tres hijos a la universidad en Bangladesh, todo eso gracias a un préstamo de 66 dólares que recibió hace 27 años.

"No queremos sobrecalentar el azúcar o el sabor se estropeará", explica Rani, una abuela de 57 años, mientras atiende las ollas y las cuatro hornallas de su cocina para asegurar la cocción exacta de los dulces, muy populares entre los niños.

Rani cuenta con la ayuda de seis personas más, lideradas por su hijo mayor, para confeccionar los dulces, con formas geométricas y de animales.

Todo comenzó en 1983, en Palpara, su aldea natal en el central distrito de Savar, cuando recibió un pequeño préstamo de una organización no gubernamental (ONG) llamada Centro de Recursos Educativos para la Aldea (VERC, por sus siglas en inglés).

Rani recibió el préstamo de 5.000 takas (66 dólares) poco después de incorporarse a un grupo de unas 20 mujeres. Para acceder al crédito, las integrantes debían tener su propio plan de ahorro. Así, Rani depositaba seis centavos de dólar en cada reunión semanal del grupo.
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"Apuntamos a mujeres sumamente pobres… y las educamos para que sean autosuficientes", explicó Munir Hossain, gerente de VERC, a IPS. "Nuestra intención es aprovechar los talentos naturales de los integrantes y darles las oportunidades para que hallen sus propios medios de sustento".

"A menudo damos por sentado que los pobres seguirán siendo pobres e ignoramos el potencial que tienen", agregó.

VERC y otras ONG que trabajan en Savar, a unos 50 kilómetros de la capital, en el centro del país, actúan como canales para mejorar la vida de los pobres.

Una mezcla de activismo y capacitación es fundamental para lograr que la gente salga de la pobreza. Los préstamos, muchas veces considerados esenciales, son, de hecho, la última opción.

"Hablamos en profundidad con los beneficiarios individuales para poder comprender cuáles son sus necesidades reales", dijo Nasima Aktar, supervisora de VERC.

"La idea de que el activismo sea constante es para que los beneficiarios puedan decidir por su cuenta cómo escapar de la pobreza. Una pequeña empresa, como un puesto de venta de té, podría fracasar a menos que el beneficiado sepa cómo hacer ganancia", explicó.

Nasima mantiene un contacto periódico con los integrantes de su zona de aproximadamente cuatro o cinco vecindarios. "Recomendamos a los beneficiarios que empiecen con poco para crecer gradualmente. Así, si fracasan, tienen margen para recuperarse", señaló.

Salir de la pobreza no fue fácil para Rani. Cuando comenzó su empresa de dulces, tuvo dificultades para vender su producto a los revendedores.

"Como logré pagar mi primer préstamo en 45 cuotas en 12 meses, pensé en continuar con el negocio a pesar de las ganancias mínimas. Esperaba ganancias mayores en el futuro ya que no tenía competidores. Así que me concentré en la calidad, que aún mantengo", contó Rani.

Antes de que Rani ingresara al grupo de mujeres, su familia carecía de ingresos regulares. Su esposo era trabajador zafral y ambos tenían dificultades para criar y educar a sus tres hijos.

"El personal de VERC reconoció mi talento para confeccionar dulces y me alentaron. VERC apoyó mi plan de expansión con préstamos oportunos", recuerda Rani con una sonrisa.

"Hoy estoy muy orgullosa. Mis hijos terminaron la universidad y ganan su propio dinero. También tengo una hermosa casa de concreto", agrega.

Para Rani, su éxito comenzó cuando quedó habilitada para el programa de Microempresas de VERC, que le concedió préstamos mayores para ampliar el negocio.

La familia creció a la par del negocio. Todos, incluidos 17 nietos y nietas, viven con Rani en una de las mayores casas del vecindario, construida sobre un terreno de 50 metros cuadrados y rodeada por una cerca de bambú.

En total, Rani recibió 30 préstamos del programa de microfinanzas de VERC, el mayor de los cuáles ascendió a 5.280 dólares.

Hoy en día los vendedores acuden a ella, tras viajar hasta 300 kilómetros para hacerse de los dulces, que tienen una gran demanda durante el festival de invierno y las ferias características de la vida diaria bangladesí.

En promedio, Rani gana 264 dólares al mes por la venta de sus dulces, una suma propia de ricos en Bangladesh, un país menos adelantado (PMA) donde la renta per cápita de sus 142 millones de habitantes era de 590 dólares en 2010, en comparación con el promedio mundial de 10.200 dólares, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Uno de los criterios que utiliza la ONU para clasificar a un país como PMA es un ingreso per cápita inferior a los 76 dólares por mes.

Rani ahorra 6,6 dólares para las reuniones semanales del grupo de 20 personas que ella lidera. El grupo tiene acumulados ahorros por 3.960 dólares, en una cuenta bancaria.

Los integrantes depositan lo que deseen, pero reciben una parte de los intereses del banco, o de prestamistas individuales, según el tamaño de la inversión.

Hasta mayo de este año, VERC tenía 324.000 prestatarios de 5.353 grupos que habían solicitado préstamos por 67,5 millones de dólares.

Los miembros de los grupos han pagado 99,96 por ciento de los préstamos, lo que significa que VERC no tiene morosos.

Se calcula que los micropréstamos le cambiaron la vida a más de 10 millones de personas desde que comenzaron a entregarse, poco después de la independencia de Bangladesh en 1971. El mejor homenaje al éxito de los programas de micropréstamos de Bangladesh es su réplica en muchos países del mundo.

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