PAKISTÁN: Ejecutivas en soledad

A medida que se asciende en la escala jerárquica, cada vez hay menos mujeres en cargos de decisión. No sorprende que Naz Jan se sienta sola como directora financiera de Engro Fertilizantes, subsidiaria de uno de los mayores conglomerados de Pakistán, Engro Corporation.

"Hay muchos más hombres y comparten cierta camaradería y compañerismo del que quedas fuera. Es una desventaja", señaló Jan.

"Mi esposo y yo no tomamos y nos quedamos parados como sapos de otro pozo en las fiestas que suelen organizar mis jefes", señaló Z.M, quien no quiso dar su nombre.

Ella considera que las reuniones sociales informales después del trabajo son "absolutamente necesarias" para avanzar en la carrera y que su incapacidad para mezclarse es una "desventaja", dijo Z. M., quien trabaja en un banco de inversiones. Cree que pronto dejarán de invitarla.

Durante mucho tiempo se creyó, incluso en el mundo industrializado, que cuantas más mujeres ascendieran a cargos de decisión de nivel medio, más avanzarían y se instalaría un equilibrio de género en las juntas corporativas.
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Pero los sucesivos estudios fueron demostrando lo contrario.

Las mujeres podrán representar 40 por ciento de la fuerza de trabajo, pero en las empresas que figuran en la clasificación corporativa anual de Fortune 500 son tres por ciento de los directores ejecutivos y 15 por ciento de los presidentes de directorio, señala el informe realizado por la organización no gubernamental Catalyst Research, en 2010.

Además, menos de 14 por ciento de los ejecutivos de las más grandes empresas que cotizan en bolsa son mujeres.

No hay duda de que en Pakistán los cargos de dirección pertenecen a los hombres, pero no sería justo decir que no hay suficiente lugar para las mujeres o que esa es la razón por la que ellas no han podido derribar la barrera invisible que las discrimina.

Mujeres como Jan, de 42 años y con dos hijos adolescentes, probaron que pueden trepar los resbaladizos escalones rumbo al éxito mediante un "duro esfuerzo y largas horas de trabajo".

El mayor problema son ellas mismas, dicen muchas de las mujeres consultadas.

Fouzia Nasir Ahmed trabajó durante años en corporaciones multinacionales, donde ocupó cargos altos hasta que un día decidió renunciar porque sentía que se estaba estancando. No hay nada que impida a las mujeres trepar en la escala jerárquica, aseguró.

"Suele ser elección de las mujeres no abandonar la zona de comodidad porque prefieren ocupar un cargo de nivel medio, donde pueden ejercer su autoridad y responsabilidad e ingeniárselas para ocuparse de la vida doméstica, que es muy importante para la mayoría y, de hecho, a veces más que sus trabajos", señaló.

La presión y la responsabilidad de tener un cargo alto pueden ser desalentadoras, según Jan.

"Te saca mucha energía. Llega un momento de la vida en que las mujeres que ocuparon durante años un cargo de nivel medio no están dispuestas a soportar ninguna presión más. El desgaste de haber hecho malabares durante mucho tiempo haciéndose cargo de múltiples tareas les pasó factura", añadió.

Pero también reconoció que una mujer necesita un "ambiente contenedor, tanto en el trabajo como en casa" para poder ascender en su carrera.

Muchas empresas pueden haber eliminado barreras estructurales, pero el "cambio de papel" en el ámbito doméstico no evolucionó a la par.

La pakistaní moderna está en una encrucijada, sostuvo Jan.

"Está ante la disyuntiva de tratar de mantener una apariencia de lo que se percibe como valores tradicionales, que implica compromisos, y avanzar en su carrera de forma paulatina", indicó.

"En la lucha entre los dos papeles, sin apoyo se vuelve excesivamente difícil lograr ambas coscas", remarcó.

Muchas mujeres inteligentes y ambiciosas pueden pensar que no vale la pena el "malestar en su vida", dejan las ambiciones y con ellas, sus sueños", señaló Amber Darr, una de las socias de un bufet de abogados.

"Reconoció una necesidad innata de ‘siempre agradar a todos’", aunque reconoció que "muchas pakistaníes no confían en sus habilidades".

Para muchas, su carrera es un recurso hasta que se casan, señaló Darr. "Su ambición es el matrimonio", apuntó, y añadió que tiene mucho que ver con la educación que se da a las niñas. "Ellas deben tener convicción y autoconfianza, características que todavía no tienen muchas mujeres", añadió.

"No hay gran demanda de ejecutivas en nuestra sociedad como de mujeres casadas y felices, por eso muchas aspiran a casarse y tener hijos en el momento oportuno, y no a trepar en la jerarquía", coincidió Ahmed.

Hay otras que simplemente esperan ascender durante años.

S. M., quien pidió reserva de su identidad, trabajó en el sector financiero. La felicitaban por ser muy competente, pero nunca recibió un aumento en los siete años que estuvo en la compañía, pese a que le dieron cada vez más responsabilidades. Tampoco nunca reclamó uno.

"La obligamos a escribirle a su supervisor y pedirle que le duplicaran el sueldo. Lo hizo de inmediato", relató su amiga, contratada hace un año. "Muchos jefes asumen que las mujeres no son el soporte de la familia y creen que no es necesario darles un aumento", añadió.

La mayoría de las organizaciones se basan en la meritocracia como forma de ascender a los empleados y ofrecen igualdad de oportunidades a las mujeres para que avancen hacia cargos altos, por lo que no pueden tener consideraciones especiales con ellas, señaló Ali Amir, gerente financiero de la multinacional Lotte.

"Hay que hacer un mayor ejercicio para cambiar las mentalidades antes de concretar políticas específicas de género", señaló Amir. "Una vez cambiada la actitud, mediante educación y modificaciones en el ámbito doméstico, no será un problema retener a las mujeres", añadió.

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