EEUU-AFGANISTÁN: Mutis incierto

Cuando faltan sólo dos semanas para el previsto repliegue de las fuerzas de Estados Unidos de Afganistán, el debate sobre el ritmo y la escala de esa retirada se hace cada vez más intenso.

Por un lado, el Departamento de Defensa —respaldado por prominentes neoconservadores y otros "halcones" (el ala más belicista de Washington)— insiste en mantener la estrategia conocida como "surge" (embate"), que lleva ya 18 meses y por la cual se incrementó en 30.000 el número de uniformados para combatir al movimiento islamista Talibán.

Cualquier cosa más que un "modesto" repliegue de unos pocos miles de los casi 100.000 soldados e infantes de marina (marines) destacados en ese país de Asia central pondría en riesgo todo lo que se ha logrado hasta ahora, alertan.

"Espero que (el repliegue) sea muy pequeño", dijo al periódico Financial Times esta semana el senador John McCain, del opositor Partido Republicano y ex candidato presidencial. "Espero que sean 3.000. Necesitamos otra temporada de combate" contra el Talibán, afirmó.

Por otro lado, los asesores del presidente Barack Obama, respaldados por una fuerte mayoría del gobernante Partido Demócrata y una pequeña pero creciente minoría de republicanos en el Congreso legislativo, piden un repliegue más sustancial.
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El influyente presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, Carl Levin, dijo esta semana que por lo menos 15.000 soldados debían ser replegados entre julio y fines de este año.

Su llamado fue hecho pocos días después de que el representante demócrata en el subcomité de la Cámara de Representantes que supervisa el presupuesto del Pentágono, Norm Dicks, sorprendiera al gobierno de Obama al pedir directamente el fin de la presencia militar estadounidense en Afganistán antes de 2014.

El plan actual es que Estados Unidos y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que enviaron más de 40.000 uniformados, retiren paulatinamente todas sus fuerzas de combate para fines de ese año.

"Tenemos que empezar a ver si podemos hacer esto un poco más rápido", dijo Dicks al diario Politico.

"Creo que al pueblo estadounidense en su abrumadora mayoría le gustaría ver que esto llegue a una conclusión a más tardar en 2014", dijo, y señaló que había una creciente "fatiga bélica" en el Congreso.

Obama, quien había prometido un "significativo" repliegue, mantiene sus cartas ocultas. La Casa Blanca dijo que todavía esperaba recibir recomendaciones formales del saliente secretario de Defensa, Robert Gates, quien se acaba de reunir con comandantes militares durante una visita de despedida de tres días a Afganistán.

El debate sobre el repliegue se intensificó desde la muerte el 2 de mayo del líder de la red radical islámica Al Qaeda, Osama bin Laden, en una operación de las Fuerzas Especiales estadounidenses en la norteña localidad pakistaní de Abbottabad, donde al parecer vivía desde hacía seis años.

Hasta entonces parecía que el Pentágono y sus aliados civiles prevalecerían sobre Obama para permitir solamente un repliegue "modesto" a partir de julio y hasta fines de este año.

Pero la muerte de Bin Laden le dio nuevo impulso a los críticos de la guerra, quienes desde hace tiempo afirmaban que Al Qaeda había abandonado Afganistán en 2001 y que la estrategia contrainsurgente de Washington en ese país era demasiado ambiciosa y para nada efectiva, si no contraproducente.

"Pasamos de estar enterrados en arena movediza hasta la cintura a quedar tapados hasta el pecho", señaló Matthew Hoh, director del Grupo de Estudio de Afganistán y quien cumplió funciones militares en ese país asiático y fue asesor del Departamento de Estado (cancillería).

Al mismo tiempo, la creciente preocupación del Congreso sobre el déficit fiscal echó luz sobre el alto costo de la guerra: unos 10.000 millones de dólares al mes, sin incluir otros 300 millones mensuales de proyectos civiles de ayuda.

Todas estas consideraciones, más la insatisfacción por las operaciones estadounidenses en Libia, llevaron el mes pasado a la consideración en la Cámara de Representantes de una enmienda a la ley de autorización de defensa por 690.000 millones de dólares para 2011 que solicitó Obama con el fin de concretar un repliegue y una "acelerada transición" de las operaciones al gobierno afgano.

La enmienda, derrotada por 215 votos contra 204, tuvo el apoyo de todos menos ocho demócratas y 26 republicanos.

No obstante, la votación fue un claro indicio de fatiga bélica y parece haber inclinado la balanza en el debate. El Pentágono y sus partidarios aceleraron su campaña pública para una retirada "modesta" de unos apenas miles de solados a partir de julio.

Mientras, una encuesta del periódico The Washington Post y de la cadena ABC divulgada a comienzos de esta semana mostró un fuerte incremento en el número de personas que creen que Obama tiene "espacio político" para un "repliegue medido", en contraposición de una "rápida retirada": de 31 por ciento en marzo pasado a 43 por ciento luego de la muerte de Bin Laden.

La misma encuesta, no obstante, mostró que tres de cada cuatro consultados estaban a favor de replegar "un número sustancial de fuerzas de combate estadounidenses de Afganistán este verano" boreal.

Al mismo tiempo, Kimberly y Frederick Kagan, analistas militares neoconservadores cercanos al saliente comandante estadounidense en Afganistán, David Petraeus, publicaron una columna en el diario The Wall Street Journal señalando que "nada sobre las condiciones en el terreno justificaba el repliegue de ninguna de las fuerzas de Estados Unidos o de la coalición".

Si Obama retira a los 30.000 soldados del "embate" para fines de 2012, "la guerra probablemente estará perdida", alertaron.

* El blog de Jim Lobe sobre política exterior de Estados Unidos puede leerse en: http://www.lobelog.com.

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