La emisión de materia radiactiva por la quema de combustibles fósiles y la producción de fertilizantes químicos es un motivo más para buscar alternativas sustentables, indican expertos.
Hay materias primas que contienen radiactividad natural. Su tratamiento a gran escala puede concentrar esa radiactividad en productos o desechos. Eso sucede con la elaboración de fertilizantes fosfatados artificiales y con la explotación de petróleo y gas.
El desastre atómico que se desarrolla en Japón desde que el tsunami de marzo hizo colapsar la central de Fukushima ha generado un alerta mundial por los peligros de la generación electronuclear y, en general, una renovada atención a todas las fuentes de radiación.
Pero para este 5 de Junio, Día Mundial del Medio Ambiente, las Naciones Unidas decidieron poner sobre la mesa otro asunto: la protección de los bosques.
La extracción y quema de crudo, gas y carbón ‒principales fuentes mexicanas de energía‒ liberan a la atmósfera radón 220 y 222, plomo 210, polonio 210, radio 226 y 228, torio 232 y uranio 238. Pero no hay estudios sobre los efectos de esos radionúclidos en el ambiente y la salud humana.
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"Se sabe poco sobre el efecto de esas emisiones. El carbón es el más fuerte. Quitarle el uranio es casi imposible", dijo a IPS el miembro de la Academia de Ingeniería de México, Miguel Medina.
En este país, 93 por ciento de la energía generada procede de combustibles como el gas y el carbón.
Además, México lanza a la atmósfera unas 710 millones de toneladas de dióxido de carbono por año, procedentes sobre todo de la generación de energía y el transporte. La estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) extrae diariamente 2,5 millones de barriles de crudo y 6,8 millones de pies cúbicos de gas natural.
La también estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) opera tres centrales eléctricas a carbón que generan 678 de los 52.000 megavatios que se producen en el país.
La generación de un gigavatio eléctrico quemando carbón libera al ambiente mundial unas 5.000 toneladas de uranio y 8.000 de torio, según el científico Murdoch Baxter, quien dirigió entre 1990 y 1997 el Laboratorio del Medio Ambiente Marino de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
"La contribución de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) al incremento de la radiactividad natural es la que mejor se conoce, aunque quizás no se aprecie aún en toda su magnitud", escribió en 1993 Baxter, fundador del Journal of Environmental Radioactivity, en un artículo titulado "Contribuciones de la industria a la radiactividad ambiental".
El gobierno mexicano del conservador Felipe Calderón asumió la meta voluntaria de reducir las emisiones contaminantes en 50 millones de toneladas para 2012, en la cual Pemex y la CFE juegan un rol preponderante.
Pero el monopolio eléctrico demandará unos 25,6 millones de toneladas de carbón en 2024, y las tres generadoras térmicas descargan unos 20 millones de toneladas de dióxido de carbono por año.
"La solución es disminuir el consumo de combustibles fósiles. No basta con el desarrollo tecnológico para reducir las emisiones", planteó Medina.
La producción y uso de fertilizantes químicos libera al ambiente polonio 210, muy radiactivo y tóxico y que se fija, por ejemplo, a las hojas de la planta de tabaco y culmina ingresando a los pulmones de los fumadores en el humo de los cigarrillos.
La presencia de ese radionúclido en el tabaco es bien conocida por la industria y los expertos desde 1960. El polonio 210, muy volátil y de manejo peligroso, aparece en los fertilizantes fosfatados aplicados en las plantaciones de tabaco, sobrevive al secado y procesamiento y, cuando es inhalado, permanece en los bronquios.
Este isótopo ganó notoriedad en noviembre de 2006, cuando el ex oficial de la KGB soviética Alexander Litvinenko cayó enfermo y murió en Londres. Los exámenes que se le practicaron demostraron presencia de polonio 210.
"El tabaco tiene pequeñas dosis de polonio 210. La ley obliga a los fabricantes a incluir todos los componentes del cigarrillo cuando solicitan una licencia sanitaria. Estamos ante un producto químico que contiene muchas cosas", dijo a IPS Gustavo Soñora, asesor legal en México de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias.
La Ley General para el Control del Tabaco estipula en México que los productores, fabricantes o importadores de tabaco, deben anexar, al solicitar la licencia sanitaria, la información sobre componentes, aditivos, residuos y otras sustancias utilizadas en su fabricación, así como los límites permitidos y los riesgos conocidos o potenciales.
México produce casi un millón de toneladas de fertilizantes, especialmente de fosfatos y potasio, y consume aproximadamente cuatro millones. La diferencia se cubre con importaciones, sobre todo de nitrogenados, según los gubernamentales Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura.
Además, produce unas 7.800 toneladas de tabaco en casi 4.300 hectáreas, con fertilizantes de nitrógeno y potasio, según la Secretaría (ministerio) de Agricultura. Los principales estados cosechadores son Nayarit, Veracruz y Chiapas.
En México se fuman 2.500 millones de paquetes de 20 cigarrillos al año, y unos 11 millones de fumadores, en un país de 112 millones de habitantes, consumen un promedio diario de 5,4 unidades, según el informe de 2010 "La economía del tabaco y los impuestos al tabaco en México", elaborado por expertos estadounidenses y mexicanos.
Los envases contienen mensajes de advertencia sobre la presencia de polonio 210 y cadmio, un metal nocivo. Fumar cuesta la vida a entre 25.000 y 60.000 mexicanos por año.
"Los más grandes productores de tabaco descubrieron que el polonio era parte del tabaco y su humo hace más de 40 años e intentaron, pero fallaron, remover esa sustancia radioactiva de sus productos", afirma la investigación "Despertando al gigante dormido: la respuesta de la industria del tabaco al tema del polonio-210", publicada en septiembre de 2008 en la revista estadounidense American Journal of Public Health.
Los científicos estadounidenses Monique Muggli, Jon Ebbert, Channing Robertson y Richard Hurt concluyeron que "documentos internos de la industria revelan que las compañías suprimieron la publicación de su propia investigación interna para impedir el fortalecimiento de la conciencia del público de la radiactividad en los cigarrillos".
Las transnacionales Philip Morris y British American Tobacco, que monopolizan el mercado del tabaco mexicano, no respondieron a la consulta de IPS.