CHILE-ARGENTINA: Cenizas del Puyehue cargan promesas inciertas

Expertos de Chile y Argentina analizan si, tras los impactos iniciales, las cenizas del austral volcán chileno Puyehue pueden mejorar los suelos agrícolas afectados en ambos países.

Una técnica del Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile recoge muestras de cenizas del Puyehue Crédito: INIA
Una técnica del Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile recoge muestras de cenizas del Puyehue Crédito: INIA
El complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle, en el lado chileno de la Cordillera de los Andes, inició su erupción el 4 de junio, y desde entonces rige en este país la alerta roja decretada por la Oficina Nacional de Emergencia.

Pero Chile se beneficia hasta ahora de los vientos que desvían hacia el este la nube de partículas. Fueron evacuadas casi 4.000 personas, pero las autoridades no consideran necesario aún decretar emergencia agrícola.

El ingeniero agrónomo Ricardo Cabeza, del Departamento de Ingeniería y Suelos de la estatal Universidad de Chile, dijo a IPS que aún es prematuro señalar cuál será el efecto de las cenizas en territorio chileno.

Del mismo modo se expresó su colega Roberto Casas, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del estatal Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA), sobre los efectos que tendrá la gruesa capa de cenizas que se viene depositando sobre los suelos de ese país.
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Un estudio preliminar de la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina indicó que las cenizas no contienen sustancias que afecten la salud, como azufre, arsénico o cristobalita, roca volcánica de sílice. Las muestras contienen silicio, aluminio, potasio, calcio, hierro, titanio, magnesio, sodio y una pequeña cantidad de cloro.

La zona cubierta por la nube es la austral Patagonia argentina, con producción de frutales y ganadería ovina y, en menor medida, la fértil región central pampeana hasta Buenos Aires y una franja importante del territorio de Uruguay, donde hubo que suspender los vuelos.

"A largo plazo habrá aportes al suelo, pero ahora es una situación dramática que trae problemas serios a la salud humana por afectaciones en la vista y vías respiratorias, falta de visibilidad en los caminos y mortandad de animales", dijo Casas.

El gobierno argentino decretó la emergencia agropecuaria en tres provincias afectadas: Chubut, Neuquén y Río Negro.

"Las cenizas contienen minerales que se meteorizan, es decir, se alteran, y en el mediano y largo plazo van incorporando nutrientes al suelo, como silicio, hierro o potasio. Pero este proceso toma años en los cuales esos materiales se van disolviendo y formando el suelo", describió el argentino.

En Chile, Cabeza prevé daños en la agricultura y la ganadería a corto y mediano plazo, por el deterioro del suelo, que alterará los costos ante la necesidad de comprar forraje para animales en otras zonas no cubiertas por cenizas.

Según el Ministerio de Agricultura de Chile, hay más de 670 productores afectados, la mayoría pequeños y dedicados al cultivo de praderas, cereales y flores y a la ganadería con casi 7.000 cabezas, entre bovinos, cerdos y equinos.

Pero en los predios chilenos se observa una escasa capa de ceniza. La mayor preocupación de las autoridades es la contaminación del agua.

Los ríos y lagos se pueden afectar por las variaciones de temperatura que causa el material volcánico que no ha alcanzado a enfriarse completamente al caer en las aguas.

Técnicos del chileno Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) también tomaron muestras de suelo, cenizas, forraje y agua bebida por los animales, para monitorear la dimensión del daño.

Éste dependerá no sólo de la cantidad de cenizas, sino también de su contenido químico y concentración de nutrientes, como calcio, azufre, magnesio, fósforo, potasio, sodio y aluminio, plomo, cobre, zinc y cadmio, entre otros.

"El aporte más significativo a la fertilidad podría estar dado por el azufre", sostuvo Cabeza.

Las muestras se están analizando en el nuevo Laboratorio de Nutrición Animal y Medioambiente, ubicado en el Centro Regional de Investigación INIA Remehue, en las cercanías de la ciudad Osorno y "estarán listas en los próximos días", dijo a IPS el experto en praderas y forrajes Alfredo Torres.

Pero Torres advirtió que en los estudios de la entidad "en las erupciones de los volcanes Hudson, Lonquimay, Llaima y Chaitén", las cenizas "presentaron niveles de nutrientes muy inferiores a los de los suelos adyacentes a los lugares en que éstas cayeron", por lo que no se puede sostener que constituyan "un aporte".

"Contrario a lo que se ha señalado, las cenizas provocan un efecto de dilución de los nutrientes", advirtió.

Cabeza señaló que debe evaluarse la absorción de los elementos que puede ser ayudada en esta zona del continente americano por las intensas precipitaciones.

Otro aspecto es la alteración del grado de acidez del suelo. "Ya que las cenizas poseen una reacción alcalina, es probable que exista un aumento en el pH del suelo en sus primeros centímetros, lo cual podría ser beneficioso para el crecimiento de las plantas", estimó.

En cambio, si las cenizas contienen alta concentración de "metales pesados, como cadmio, o elementos que al reaccionar con el agua produzcan gases tóxicos, como sucede con el azufre", el efecto sería sobre todo negativo, evaluó.

Chile posee más de 2.000 volcanes, más de 500 de ellos geológicamente activos y por lo menos 60 con algún tipo de actividad eruptiva en los últimos 450 años.

La erupción del Chaitén, en 2008, obligó a evacuar a miles de personas y proyectar la reubicación de la ciudad homónima.

Sus cenizas tuvieron bajas concentraciones de nutrientes: un miligramo de fósforo y 32 miligramos de potasio por kilogramo de partículas, según el estudio del investigador del INIA, Christian Hepp, "Los efectos de cenizas volcánicas sobre los ecosistemas agropecuarios".

En 1991, las cenizas del chileno Hudson mataron unas 600.000 cabezas de ganado. Pero en la austral localidad argentina de Los Antiguos, a 100 kilómetros del volcán, la crítica situación inicial dio lugar con el tiempo a la formación de un valle que produce cerezas para exportación.

Los técnicos del INTA explicaron entonces que las cenizas, más que fertilizar, crearon condiciones que permitieron que el suelo argentino fuera más permeable al agua y al aire.

Si bien se alteró la salud humana y el ganado, "no hubo impacto negativo en los suelos", dijo Casas.

En Chile, el Hudson incorporó cantidades significativas de azufre a suelos agrícolas, "resultando en beneficios para la fertilidad", indicó Cabeza, citando el estudio "La erupción del volcán Hudson, XI Región, y sus consecuencias para la agricultura", publicado por Eduardo Besoain, Rafael Ruiz y Hepp en 1995.

* Con aportes de Marcela Valente (Buenos Aires).

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