Egipto apadrina reconciliación de Hamás y Fatah

Los partidos palestinos Hamás y Fatah firmaron este miércoles 4 un acuerdo de reconciliación en la capital egipcia, sentando las bases para la formación de un gobierno de unidad nacional.

Este paso refleja la cambiante ecuación política de Medio Oriente, en medio de la ola de levantamientos populares árabes.

"Las revoluciones que brotan en toda la región –en especial la caída del régimen de (Hosni) Mubarak (1981-2011) en Egipto— han alterado el equilibrio estratégico, sobre todo en el conflicto árabe-israelí", dijo a IPS el director adjunto del Centro Nacional para los Estudios de Medio Oriente, Mohammad Megahid al- Zayat, con sede en El Cairo.

El 27 de abril, Fatah y Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) anunciaron inesperadamente un acuerdo para formar gobierno de unidad nacional integrado por tecnócratas independientes.

Según el pacto, resultado de semanas de conversaciones secretas en El Cairo, ese nuevo gobierno estaría en funciones hasta que se celebren elecciones parlamentarias y presidenciales, en el plazo de un año.
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Un comunicado emitido por el aparato de inteligencia de Egipto que actuó de mediador, señaló que las negociaciones habían generado "pleno entendimiento sobre todos los puntos de discusión, incluso un acuerdo interino con tareas específicas y la determinación de una fecha para las elecciones".

Este miércoles, Hamás y Fatah, junto con otros 11 grupos palestinos más pequeños, aprobaron el acuerdo en El Cairo. Una ceremonia formal se prevé para este jueves, y a ella asistirán el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y líder de Fatah, Mahmoud Abbas, y el jefe del buró político de Hamás, Khaled Meshaal.

Se crearon tres comités conjuntos para debatir la integración de las fuerzas de seguridad de las dos partes, reestructurar la Organización para la Liberación de Palestina para dar lugar a Hamás y establecer un sistema y un calendario para las elecciones.

El acuerdo también prevé el intercambio de prisioneros entre las dos partes.

Hamás y Fatah han vivido como duros rivales desde 2006, cuando el primero logró una victoria aplastante en las elecciones legislativas palestinas con su plataforma de resistencia armada contra Israel.

La animosidad mutua llegó a un punto de ebullición al año siguiente, cuando Hamás tomó el control de la franja de Gaza, antes en manos de la ANP, liderada por Fatah.

Desde entonces, Hamás ha gobernado Gaza, mientras que la ANP tiene jurisdicción en Cisjordania, los dos territorios palestinos ocupados por Israel.

La ANP tiene respaldo de Estados Unidos y mantiene estrechos vínculos con Israel en materia de seguridad e inteligencia. A diferencia de Hamás, está comprometida con la reanudación de un desacreditado proceso de paz.

La ronda más reciente de conversaciones entre la ANP e Israel colapsó en septiembre de 2010 tras la negativa del segundo a cesar la construcción de colonias judías en tierras palestinas.

Para complicar más las cosas, en los últimos cuatro años Israel y Egipto, con bendición de la ANP, mantuvo estrictamente selladas sus fronteras con la franja de Gaza.

El sitio aisló a Gaza del resto del mundo, privando a sus 1,8 millones de habitantes de alimentos, combustible, suministros médicos y materiales de construcción.

Según analistas egipcios, el logro en El Cairo es consecuencia directa del derrocamiento, el 11 de febrero, del presidente egipcio Mubarak. Desde entonces, el destino del país está en manos del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que ha prometido celebrar elecciones nacionales democráticas a fines de este año.

"La partida de Mubarak eliminó de la ecuación al principal aliado regional de Fatah, alentándolo a reconciliarse con Hamás", dijo Al-Zayat.

"Mientras, Hamás se adhirió al acuerdo porque sabe que el Consejo Supremo será un mediador mucho más equitativo que el régimen de Mubarak", agregó.

Los esfuerzos de mediación entre las facciones palestinas promovidos por Mubarak eran favorables a Fatah y "fracasaron en buena medida porque estaban sesgados contra Hamás, en línea con los dictados de Estados Unidos e Israel", dijo a IPS el profesor de ciencia política de la Universidad de El Cairo, Tarek Fahmi.

El régimen de Mubarak había presionado a Hamás para que abandonara la resistencia armada y reconociera a Israel como parte de un acuerdo de reconciliación con Fatah. Pero el pacto de este miércoles no contiene ninguna de esas condiciones.

Abbas aseguró la semana pasada que el pacto no afectaría el congelado diálogo con Israel. Sin embargo, Hamás ha reiterado su negativa a reconocer al Estado judío, y se reserva el derecho de ejercer la resistencia armada contra la ocupación israelí.

Israel —que con Washington y la Unión Europea califica a Hamás como "organización terrorista"— se apresuró a dejar sentada su oposición a la reconciliación palestina.

"La ANP debe elegir si quiere la paz con Israel o la paz con Hamás, no es posible la paz con ambos", dijo el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu la semana pasada. Al mismo tiempo el Departamento de Estado de Estados Unidos declaró que cualquier futuro gobierno palestino debía comprometerse a abandonar la violencia, respetar los acuerdos ya existentes y reconocer a Israel.

Pero el gobierno egipcio de transición parece imperturbable a tales advertencias.

"A la nueva dirigencia en El Cairo le importa poco lo que Israel y sus aliados piensen sobre cómo se relaciona con Hamás", dijo a la prensa estatal egipcia el ex consejero político del gobierno de Hamás en Gaza, Ahmed Youssef.

El 28 de abril, el canciller nombrado por el Consejo Supremo, Nabil al-Arabi, anunció que Egipto abriría "en los próximos 10 días" y en forma definitiva su frontera con la franja de Gaza.

Esta decisión es una señal más del realineamiento del Egipto posrevolucionario con relación a Hamás.

"Desde la revolución, cambió de rumbo la postura de El Cairo sobre la cuestión palestina, y sobre Hamás en particular", dijo a IPS el dirigente Saad al-Husseini la egipcia Hermandad Palestina, que tiene afinidad ideológica con el grupo palestino.

"La promesa de reabrir la frontera muestra que, al contrario de Mubarak, el gobierno de transición no ve a Hamás como enemigo", añadió.

"Con la salida de Mubarak y su círculo, la política exterior de Egipto finalmente trabaja por los intereses del país, de la causa palestina y del mundo árabe", indicó Al-Husseini. "Es el regreso a su estado natural".

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