El mundo asiste a un cambio en la distribución geográfica de las enfermedades. Tradicionalmente, los males infecciosos, causantes de la gran mortalidad de madres, niños y niñas, afectaban a los países pobres, y las no transmisibles, como la diabetes, dolencias cardíacas y el cáncer, a los países ricos.
Las últimas estadísticas distribuidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) demuestran que ahora ya no importa tanto el nivel de ingresos de las naciones sino que todas deben afrontar el peso de las dos variedades de dolencias.
"Con frecuencia tendíamos a identificar a las enfermedades no transmisibles como los males de la opulencia, limitadas por tanto a los países de altos ingresos", señaló a IPS el director de Estadísticas de la Salud y de Sistemas de Información de la OMS, Ties Boerma.
Los cambios ocurridos con el envejecimiento de la población, las mejoras aportadas por los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM), las variantes en la fertilidad y con otros factores determinan que corresponda a los países en desarrollo combatir a las enfermedades no transmisibles, indicó.
Boerma advirtió que el fenómeno comenzó en las áreas urbanas de las naciones en desarrollo, entre sus poblaciones más educadas, pero ya se expande con rapidez.
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Esa es la conclusión fundamental que los expertos de la OMS extraen del análisis de las estadísticas mundiales de salud publicadas en 2011 y distribuidas este viernes.
El estudio confirma que los progresos han sido importantes en la mejora de los principales indicadores de salud, lucha contra la pobreza e indigencia, equidad de género, educación y otros aspectos sociales incluidos en los ocho ODM, el plan ideado en 2000 por los gobiernos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con metas para 2015, apuntó Boerma.
En los últimos 10 años, el ritmo de mejora de los índices de mortalidad infantil y materna, una de las metas de los ODM, ha duplicado los logros que se habían conseguido en la década anterior, del 90.
Muchos países marchan todavía con retraso, a veces marcado, y por lo tanto habrá que hacer un enorme esfuerzo en los próximos cinco años para alcanzar las también llamadas Metas del Milenio, reconoció Boerma. Sin embargo, los avances se aceleran, celebró.
En el caso de la mortalidad infantil, solo se ha llegado a la mitad de la pauta establecida por los ODM, mientras que en mortalidad maternal apenas cubre un tercio de la meta, detalló el experto de la OMS.
La situación de la mortalidad infantil volverá a evaluarse en septiembre, cuando la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) actualizarán los últimos datos. Por ahora seguimos con la cifra de 8,1 millones de niñas y niños menores de cinco años fallecidos en 2009, precisó. En 1990 ese guarismo ascendía a 12,4 millones de decesos de menores de cinco años.
En cuanto a la situación en América, Boerma sostuvo que las estadísticas analizadas muestran progresos excelentes en muchos países.
Por ejemplo, en Brasil, Argentina y Chile se registraron disminuciones constantes y relativamente rápidas de la mortalidad infantil, sumadas a una elevada cobertura de intervención sanitaria. Esas naciones han reducido también la desigualdad entre los más pobres y los más ricos. México también dio pruebas de lo mismo, apunto.
En el otro extremo está, por supuesto, Haití. También registran indicadores preocupantes Bolivia y Perú, aunque han hecho avances, aunque todavía les falta un buen trecho.
Boerma comentó el caso de Cuba, un país que no es muy rico, pero que invierte considerablemente en salud y lo hace de una manera muy equitativa, lo cual ha llevado a que toda la población tenga acceso gratuito a los servicios médicos.
En consecuencia, Cuba se ubica en alto rango respecto de las expectativas de vida, tiene una mortalidad infantil baja y presenta una alta cobertura de intervención. Por tanto, obtiene mucho retorno en salud, resumió.
El experto de la ONU observó que Estados Unidos no figura a la cabeza en las estadísticas de la región. Figura en esa posición cuando se trata de los montos de recursos que gasta en salud, pero desaparece a la hora de evaluar los buenos resultados por sus inversiones en el rubro, explicó.
Una de las causas de ese comportamiento es que la cobertura en salud en Estados Unidos resulta insuficiente. Gran parte del gasto que efectúa se encamina a curas relativamente caras o a tratamientos que benefician a una pequeña porción de la población de altos ingresos, puntualizó.
Por otra parte, la investigación de la OMS resaltó que la expectativa de vida de la población mundial pasó de ser de 64 años en 1990 a 68 años en la actualidad. En los países más empobrecidos, ese índice desciende a 56 años, mientras que trepa a 80 años en los países de altos ingresos. India y China se ubican actualmente entre los países de ingresos medio altos.
Las mujeres superan en promedio de cinco años a la expectativa de vida de los hombres. Esa diferencia ha oscilado entre cuatro y cinco años en las últimas dos décadas.
Las cifras de la OMS muestran que existen enormes diferencias entre el gasto de salud de los países de bajos ingresos, que promedia 32 dólares anuales por persona, y los 400 dólares que invierten, por el mismo concepto y período, las naciones ricas.