Liberia abrumada por refugiados marfileños

El patio de la casa de Peter Saye en Liberia está lleno de niños, ollas de cocina y toda suerte de objetos personales. Las mujeres cargan leña y carbón, e intentan peinar a los niños que corretean en el polvo. En la zona hay unos 100 refugiados por la violencia en la vecina Costa de Marfil.

Cada vez más marfileños se trasladan a comunidades liberianas fronterizas. Crédito: Jessica McDiarmid/IPS
Cada vez más marfileños se trasladan a comunidades liberianas fronterizas. Crédito: Jessica McDiarmid/IPS
Las fuerzas que apoyan a Alassane Ouattara, el internacionalmente reconocido vencedor de las elecciones marfileñas de noviembre de 2010, rápidamente avanzaron al norte de ese país y dieron por ganada este martes la batalla.

Su reciente avance para rodear a la capital, Abiyán, último baluarte del presidente Laurent Gbagbo, quien se resiste a abandonar el poder, disparó el número de personas que buscan refugio en Liberia.

Los pueblos liberianos fronterizos están abrumados y la ayuda llega lentamente. La atención internacional se ha volcado a otras crisis en el planeta, y una serie de contratiempos, atrasos y obstáculos logísticos crean un círculo vicioso que agrava la crisis humanitaria.

En el condado de Nimba, la gran parte de los más de 100.000 refugiados marfileños están desparramados en casi 100 comunidades.
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El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) aclaró que sólo distribuirá alimentos a los que se trasladaran a centros de refugio diseñados especialmente o a un campamento principal a unos 60 kilómetros del condado.

Pero muchos prefieren quedarse cerca de la frontera donde pueden buscar a familiares perdidos y obtener algunos alimentos tradicionales, como arroz y mandioca, en vez de viajar largas horas en un camión de carga para llegar a un campamento donde recibirán una dieta de trigo bulgur.

"Me encantaría ir al campamento de Bahn, excepto por la distribución de trigo bulgur", dijo Sayeh Gayegbaye, portavoz de los refugiados en Butuo.

Los refugiados continuarán en la frontera mientras encuentren comida en los alrededores, señaló.

El trigo bulgur es despreciado en la cultura local, pero es comúnmente distribuido por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la región. La queja es casi universal: causa diarrea.

Funcionarios del PMA aseguran ser concientes de la preocupación de los refugiados e intentan proveer otros alimentos. Pero tomará tiempo, señaló el vicedirector en Liberia de esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas, Jerry Bailey.

"Tenemos problemas en términos de tiempos y transporte", dijo Bailey. "Estamos tratando de obtener arroz de países vecinos. Si no lo logramos, seguiremos con el bulgur".

La agencia lucha con una cambiante situación, particularmente en Nimba, donde los refugiados están desparramados sobre una vasta área, en su mayor parte apenas accesible por carretera, y se mueven de un lado a otro de la frontera.

Mantener las rutas y los puentes libres será sumamente difícil cuando comience la temporada de lluvias este mes. Algunas de las comunidades donde se albergan refugiados quedarán prácticamente aisladas durante meses.

La frontera es sumamente porosa, y hay propagados informes de movimientos mercenarios a lo largo de ella. Los combates muchas veces se escuchan desde Liberia.

El portavoz de Acnur, Sulaiman Momodu, señaló que los refugiados se veían obligados a moverse por su seguridad y para obtener ayuda alimenticia.

"Estamos en una emergencia. Intentamos estabilizar las cosas y llegar la situación en la que se puedan instalar los campamentos. Pero la gente necesita moverse", añadió.

Mientras los combates en Costa de Marfil se trasladan al sur, también lo hace la crisis en Liberia. Más de 24.000 refugiados han ingresado al condado de Grand Gedeh, al sur de Nimba, pero no hay infraestructura para recibirlos.

Acnur solicitó 55 millones de dólares para atender a 50.000 marfileños en enero. Sin embargo, en Liberia habría hoy más del doble de refugiados. La agencia necesitaría más de 132 millones de dólares, pero hasta la fecha sólo ha recibido unos 17,5 millones.

"Necesitamos fondos, y hasta ahora no hemos obtenido lo suficiente. Todavía hay una brecha", señaló Momodu.

Peter Saye es uno de los miles de liberianos cuyas provisiones de alimentos, que esperaba administrar hasta la próxima cosecha dentro de seis meses, se redujeron por la presencia de los refugiados, a quienes ha ayudado.

La marfileña Mezouw Pellagie se encuentra bien cerca de Saye, y no quiere trasladarse a un campamento. "Él realmente se ocupa de nosotros", dijo.

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