Si para sus padres emigrar de Cuba podía ser un verdadero trauma marcado siempre por el «no retorno», para las generaciones más jóvenes «vivir en otro país» empieza a asumirse cada vez más como una decisión normal y, simplemente, como un proyecto de futuro.
"Yo no creo que irse del país sea la única solución, ni la mejor. Tengo amigos muy inteligentes que han decidido quedarse y construir sus vidas aquí. Pero me parece estar en medio de una ola migratoria silenciosa. En los últimos años he vivido una despedida tras otra", dijo a IPS Guillermo Estévez (nombre ficticio), de 29 años.
Quizás la razón está en que el gobierno cubano autorizó a comienzos de los años 80 la visita a la isla de la comunidad emigrada y en los 90 empezó a otorgar permisos de residencia temporal (PRE) fuera del país, opción que matizó el perfil de "definitivo" que había tenido la emigración desde el triunfo de la Revolución en 1959.
También podría mirarse a las redes familiares y de amigos que esperan en los países receptores, al mayor acceso a información de todo tipo que tiene la juventud hoy si se compara con sus antecesores, pero, sobre todo, a una escala de valores y aspiraciones que privilegia cada vez más la realización personal y las condiciones de vida.
Según una investigación de la Universidad de La Habana con testimonios llegados por correo electrónico de emigrantes jóvenes, la crisis económica que afrontó el país en la década del 90 colocó a la emigración entre las alternativas de solución a los problemas y "naturalizó" el fenómeno dentro de "la subjetividad cotidiana cubana".
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Para el especialista en el tema Antonio Aja, el carácter "más joven" de la emigración responde a los conflictos provocados por la crisis y a circunstancias generacionales en determinados sectores juveniles, que incluyen "la desmotivación, el desinterés y la desconfianza en el proceso social para la realización de su proyecto individual".
Aunque con cifras inferiores a países como México, El Salvador y Nicaragua, esta isla se consolidó a comienzos del siglo XXI como un país emisor de nacionales en América Latina y el Caribe, con tendencias que la ubican en el contexto general de los flujos migratorios con alto peso de la personas jóvenes, femenización del proceso y emigración laboral y calificada.
Fuentes de la Organización de las Naciones Unidas indican que a comienzos de la pasada década, más de 10 por ciento de los 200 millones de migrantes en el mundo provienen de naciones latinoamericanas o caribeñas. Más de un millón de las personas que vivían fuera de su país de origen en 2000 eran profesionales y técnicos, según datos censales.
El fenómeno del éxodo de personal capacitado llegó a representar 12 por ciento de la emigración cubana entre 1995 y 2003, según fuentes especializadas. En tanto, la edad promedio en 2008 de los que se fueron a vivir a Estados Unidos es de 30,5 años, a España de 29,1 años y a Italia de 26,2 años.
"Para mí es una puerta que se abre, después de que me cerraran unas cuantas", dijo Estévez, quien junto a su esposa lleva casi dos años en el proceso legal de salida a Canadá a través de un programa para promover la entrada a ese país norteamericano de "trabajadores calificados"
"Primero quise trabajar en un lugar, con buenas posibilidades económicas, y me dijeron que no tenía suficiente experiencia. Después se me presentó una invitación para impartir una conferencia y mi director no me dejó viajar por ser demasiado joven. Es muy frustrante porque te enseñan a pensar y después no quieren que pienses", aseguró.
"Yo no me voy de Cuba por mis problemas económicos sino porque no les veo una solución en un tiempo prudencial. Tengo 29 años, ¿hasta cuándo voy a esperar?", se pregunta este graduado de una carrera de humanidades de la Universidad de La Habana, que comparte un apartamento con su esposa, hermano, padres y abuelos maternos.
Las necesidades más "terrenales" se unen, en su caso, al sueño de conocer otros sitios, posibilidad muy regulada en la isla. "Tener una casa y viajar, que parecen cosas tan vulgares, se traducen en independencia individual, posibilidad de construir una familia y desarrollo espiritual y profesional", opinó Estévez.
La eliminación del "permiso de salida", que necesitan las personas en Cuba para viajar a cualquier país, es una de las demandas de la ciudadanía que el gobierno de Raúl Castro podría estar en condiciones de asumir, como parte del actual proceso de "actualización del modelo socialista" en la isla.
"Hay un grupo de jóvenes que desea emigrar, pero lo que más los jóvenes desean es viajar, ir a otros sitios, conocer y poder regresar. Esa tendencia la encontramos incluso en jóvenes de zonas rurales, donde otras aspiraciones no están satisfechas aún", reveló a IPS la socióloga María Isabel Domínguez, autora de varios estudios sobre la juventud cubana.
Algunas personas jóvenes apuestan por Canadá, otras demuestran la procedencia española de sus abuelos para obtener un pasaporte de la Unión Europea, no faltan quienes se casan con alguien de otro país para lograr un permiso y, por supuesto, aquellas que optan por vías migratorias ilegales, incluido el pago a traficantes de indocumentados.
Mientras las personas que obtienen autorización suelen ser mujeres de entre 21 y 40 años, la emigración ilegal estaba formada en 2005 fundamentalmente por hombres de entre 15 y 35 años, con nivel escolar medio a medio superior, marcado índice de desempleo y 20 por ciento de ellos con antecedentes penales.
Y, por supuesto, hay un número mayoritario dentro de las generaciones jóvenes que permanece en la isla por decisión propia, carencia de oportunidades o situaciones familiares diversas, como cuidar a un padre anciano o, sencillamente, por "amar a su país tal cual es, con sus defectos y virtudes"
"Siempre se habla de los que se van y nunca de los que nos quedamos. El que se va añora lo que dejó atrás; nosotros añoramos lo que se nos fue con cada amigo", dijo a IPS Niuris Cabrera, una experta en informática de 27 años que lucha todos los días por abrirse un espacio y mejorar. "vivir en Cuba es mi elección", aseguró.