Katka Ceh vende verduras en el mercado callejero de Pancevo desde que, hace más de un año, la despidieron del centro preescolar donde trabajaba como maestra, en la aldea de Kovacica, a 35 kilómetros de Belgrado.
A Ceh la echaron luego de una batalla legal contra el director de su escuela, quien la había acosado durante años. Ella ganó la demanda judicial en el marco de una "ley antiacoso", aprobada en Serbia hace apenas un año, y pensó que su terrible situación había terminado cuando multaron al director con más de 1.000 dólares.
Sin embargo, luego de la victoria de Ceh, el director se rió en su cara y la despidió.
"Demándame de nuevo y por esto, pero en el futuro no conseguirás ningún empleo en este sector", le dijo el hombre.
"Fue entonces que reconocí haber perdido mi batalla, y que ninguna ley puede protegerme realmente", declaró Katka a IPS.
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"Vivo en una aldea y todos conocen mi caso
Toda la cuestión judicial solamente empeoró mi vida, pese a que yo tenía razón. Por eso decidí cultivar verduras en mi jardín", explicó.
Katka, de 46 años, pertenece al 43 por ciento de la fuerza laboral serbia, de 1,77 millones de personas, que enfrentan o enfrentaron acoso o intimidación en su lugar de trabajo en el último año.
Esto se sabe a raíz de la primera investigación realizada sobre el problema y realizada este año por la organización no gubernamental No Mobbing (no al acoso).
El estudio se hizo seis meses después de que Serbia aprobó la ley, en un esfuerzo por impedir el acoso que ha surgido junto con las privatizaciones y la economía de mercado, instauradas hace 10 años.
Los expertos definen al acoso como un trato hostil, poco ético y sistemático de los empleados, ya sea por parte de sus jefes o de sus compañeros de trabajo. La práctica tiene como resultado final lograr que la persona renuncie, con o sin motivos.
Se describe como una práctica vertical si la realizan los superiores, o como horizontal si procede de personas que ocupan puestos similares al de la persona afectada.
Los motivos van desde la pura patología a los celos, así como a las luchas por lograr ascensos.
Las estadísticas de la Sociedad de Victimología de Serbia muestran que 55 por ciento de todas las víctimas de violencia registradas dentro de la sociedad también fueron acosadas en sus trabajos.
"La transición (hacia una economía de mercado) y las privatizaciones han brindado aquí un pretexto para el acoso", dijo a IPS Vesna Baltazerovic, autora del libro "Live Sand, or how to Survive Mobbing" (Arena viva, o cómo sobrevivir a la intimidación).
"Sin embargo, no estamos solos. Todas las naciones de la ex Yugoslavia enfrentan el mismo problema, y el porcentaje de trabajadores acosados es casi el mismo", agregó.
Según Baltazerovic, en Europa es Finlandia el país que registra mayor cantidad de trabajadores acosados: 15 por ciento. En Gran Bretaña y Holanda ese guarismo es de 14, y en Grecia y España de cinco.
"Con la actual crisis económica, tanto víctimas como testigos tienden a no decir nada sobre los casos de intimidación, porque quieren mantener sus empleos. La solidaridad entre los trabajadores muere y solamente se afianza la lucha por la supervivencia", explicó.
Para Olga Kicanovic, de la Agencia Serbia para la Resolución Pacífica de Conflictos Laborales, "también hay casos de acoso a sindicalistas, a fin de disminuir el rol de (las acciones de) los trabajadores organizados".
Las víctimas de acoso son a menudo personas que se atreven a señalar las prácticas empresariales ilegales en empresas privatizadas donde los nuevos dueños o bien lavan dinero o bien roban abiertamente recursos y fondos, dijo Kicanovic.
También existe la "intimidación política", cuando partidos políticos nombran a figuras de sus filas como gerentes de empresas públicas.
"Habitualmente son incompetentes e ignorantes, y se dedican a acosar a fin de deshacerse de quienes señalan su pobre manejo de las firmas", señaló Kicanovic.
El acoso tiene serios efectos sobre la salud, observan los expertos.
La psicóloga Ljiljana Arandjelovic estudió en los últimos seis meses a víctimas de estas intimidaciones en las localidades de Paracin, Cuprija, Kragujevac y Leskovac.
Esas personas "sufren ansiedad, depresión, dolores de cabeza", dijo a IPS.
"Los casos más serios incluyen enfermedades cardiacas y diabetes. Las víctimas no son sólo los acosados, sino también sus familias, dado que todos sufren los efectos de los problemas en el trabajo y los problemas de salud de la víctima", agregó.
Todos los expertos en el tema coinciden en que la educación es la única manera de responder al problema del acoso persistente.
"Es necesario educar a los trabajadores sobre qué es el acoso y cómo reconocerlo, a fin de tomar medidas inmediatas para frenarlo", dijo Baltazerovic.
"Pero los empleadores también deberían ser educados, dado que no les beneficiará acosar o permitir el acoso. Ellos pueden ser multados y los trabajadores son menos productivos si se los acosa. La ley en sí es buena, pero no puede significar mucho si la gente no comprende lo que está ocurriendo y cómo usar (la herramienta) que tiene a su disposición", concluyó.