Las tensiones por un estallido en la central nuclear japonesa de Fukushima, unos 240 kilómetros al norte de Tokio, se aliviaron este sábado luego de que el gobierno informó que se había sobreestimado el peligro, pero activistas y expertos advierten sobre la necesidad de mayores controles.
Los expertos en temas nucleares continuaron expresando su preocupación. "Hay muchas áreas que siguen sin estar claras en la explicación del gobierno", dijo a IPS el profesor Hiroaki Koiwa, del Instituto de Reactores de Investigación en la Universidad de Kyoto.
Las imágenes transmitidas este sábado por la televisión mostraron a la planta número uno de Fukushima con severos daños en techo y paredes y emitiendo humo blanco. El edificio es parte de cuatro reactores que representan 18 por ciento de la capacidad nuclear de Japón.
El terremoto del viernes, de 8,8 grados en la escala de Richter, forzó la clausura automática de la planta atómica, lo que hizo que se incrementara el hidrógeno radiactivo dentro del edificio de la turbina.
La Compañía de Energía Eléctrica de Tokio (Tepco), que opera la planta nuclear, tuvo que liberar presión del hidrógeno en vista de informes sobre una posible fusión accidental del núcleo del reactor. Los medios de comunicación japoneses citaron a expertos según los cuales, de producirse esa fusión, se habría producido una contaminación radiactiva generalizada. Como precaución, se advirtió a la población del área que utilizara máscaras.
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Pero Tepco y la Comisión de Seguridad Nuclear de Japón informaron que las estimaciones previas, que hablaban de una radiactividad 1.000 veces superior al nivel normal, habían sido exageradas.
El jefe del gabinete Yukio Edano dijo a la prensa que Tepco había logrado liberar presión que se había intensificado en la estructura de concreto, normalmente de alrededor de 1,2 metros de grosor.
Los investigadores cuestionan la legitimidad de las últimas cifras sobre filtraciones de radiactividad declaradas por Tepco, destacando que la dirección del viento juega un rol clave.
Hideki Ban, activista contra la energía nuclear y director del Centro Ciudadano de Información Nuclear, dijo este sábado en una conferencia de prensa que el enorme daño causado a la central nuclear de Fukushima pone de relieve la necesidad de continuar controlando cuidadosamente las filtraciones radiactivas, pese a los intentos del gobierno y de Tepco de aplacar las tensiones.
"La explosión en la planta de Fukushima simboliza la terrible amenaza a la seguridad humana existente en Japón, que es altamente vulnerable a los terremotos. Ésta es otra oportunidad de frenar esta peligrosa escalada de la energía nuclear", dijo a los medios.
Como algunos informes de prensa insinuaron que las filtraciones llegarían incluso a Tokio, el público realizó compras considerables de alimentos básicos, lo que hizo que en muchos supermercados las góndolas quedaran vacías.
Ban sostiene que la presión del hidrógeno está aumentando en el reactor y que la clave para contener una filtración radiactiva importante ahora está en manos de Tepco, que debe trabajar duramente para liberar la presión.
Los activistas contra la energía nuclear también enfatizan que la planta de Fukushima se construyó en los años 70 y no contempla los modernos estándares de seguridad de la actualidad.
Un tercio de la energía de Japón es nuclear. Los reactores atómicos clave se ubican en áreas sísmicas. Los accidentes han plagado las plantas en la última década, lo que causó la muerte de trabajadores y varias evacuaciones.