La situación en Costa de Marfil se deteriora por la negativa de Laurent Gbagbo a abandonar la Presidencia, pese a los reclamos de la oposición y de la comunidad internacional, y por la ineficacia de organismos regionales en la mediación.
El país está cada vez más cerca de una guerra civil, aumenta la violencia contra manifestantes pacíficos y civiles inocentes y se profundiza la crisis humanitaria para las cientos de miles de personas desplazadas que viven en campamentos.
El régimen de Gbagbo fue acusado de cometer crímenes de guerra y recibió sanciones de la comunidad internacional, cuya intervención fue solicitada por la oposición para terminar el baño de sangre y sacar al hombre fuerte.
Los problemas en Costa de Marfil han dividido el país en los últimos tres meses y, sin embargo, no ha concentrado la atención internacional como Libia.
"Uno aparece en los medios de comunicación minuto a minuto, en twitter y en blogs", señaló la activista Sokari Ekine. "El otro apenas comienza a emerger de los márgenes de la conciencia internacional", apuntó.
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"A diferencia de Libia, Costa de Marfil carece de importancia estratégica y la posible pérdida de su principal recurso, el cacao, no siembra el pánico en mercados ni gobiernos", explicó.
Hace unos meses, el cacao alcanzó su precio máximo en 30 años a raíz del conflicto en el principal país exportador dejando "góndolas sin barras de chocolate", pero "el petróleo es más importante en la vida moderna", coincidió The Financial Times.
"Pero para los recolectores, agricultores y la economía de Costa de Marfil, el cacao es fundamental para la subsistencia y vale la pena pelear por él", indicó Ekine.
Antes del estallido de las revueltas populares en el mundo árabe y que la atención de Occidente se concentrara en el norte de África, numerosos analistas internacionales vincularon el futuro del continente africano a la forma en que se resuelva el conflicto en ese país.
"Si la situación en Costa de Marfil no se resuelve de forma adecuada, los demócratas africanos pueden irse a casa", señaló Christopher Fomunyoh, del Instituto Nacional Democrático, en un panel sobre el tema realizado hace dos meses.
"Los votos deben contarse después del sufragio o no habrá democracia en el continente", señaló el presidente nigeriano Goodluck Jonathan.
Este año habrá 20 elecciones en África y los observadores consideran a Costa de Marfil como una prueba sobre las posibilidades de democratización del continente.
La segunda vuelta de los comicios presidenciales en Costa de Marfil se celebró en noviembre y el conflicto se desató cuando la comisión electoral declaró ganador a Alessane Ouattara, con 54,1 por ciento de los votos, frente a Gbagbo, con 45,9 por ciento.
Sin respuesta
Tras dos meses de silencio, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió un comunicado el miércoles urgiendo a Laurent Gbagbo a ceder el gobierno.
"Estoy particularmente consternado por el asesinato indiscriminado de civiles desarmados en manifestaciones pacíficas, incluso muchas mujeres", indicó Obama. "Todas las partes deben esforzarse por protegerlos", añadió.
Estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que murieron 27 personas la semana pasada, lo que elevó a 400 la cantidad de fallecidos desde mediados de diciembre. Pero la oposición sostiene que la cifra es mucho mayor.
La declaración coincidió con la cumbre de la Unión Africana (UA) de esta semana, durante la cual un panel de resolución de disputas integrado por siete jefes de Estado se volvieron a reunir para tratar de negociar el fin del enfrentamiento entre Gbagbo y Ouattara.
Si las elecciones marfileñas fueran una prueba sobre las posibilidades de democratización de África, la capacidad de la UA, y de otros órganos regionales, para poner fin al conflicto sirve para medir el compromiso del continente y la solidez de sus instituciones de integración. Por ahora parece que no superan el desafío.
Representantes de Gbagbo rechazaron con prontitud la primera propuesta del panel de la UA para salir del impasse. El grupo decidió reclamar su salida e insistió en la legitimidad de Ouattara.
Algunos propusieron un acuerdo para compartir el poder, similar al que terminó aceptando Robert Mugabe, quien también se negaba a renunciar a la presidencia de Zimbabwe.
El panel de la UA está integrado por los presidentes de Burkina Faso, Chad, Mauritania, Sudáfrica y Tanzania.
Además de Jonathan, presidente de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Ecowas, por sus siglas en inglés), también participó el presidente de la UA, Teodor Obiang, quien junto con al líder libio coronel Muammar Gadafi, es el mandatario africano con más años en el cargo.
Los observadores alertan sobre una escalada de violencia a medida que Gbagbo se afianza en el poder y no prospera la mediación de la UA y de Ecowas.
"Existe el peligro de que resurja una guerra civil en el país", alertó este jueves 11 Navi Pillay, jefa de la organización Human Rights Watch en la sede de la ONU, y reclamó el fin del conflicto.
"La situación se deteriora de forma alarmante, con un aumento de enfrentamientos interétnicos e intercomunitarios", apuntó. "Partidarios de ambos bandos atentan contra los derechos humanos y cometen violaciones, secuestros y asesinatos", añadió.