Hace apenas unos días, Estados Unidos sugería estar del lado de los cientos de miles de manifestantes en Egipto que exigían la salida del presidente Hosni Mubarak. Sin embargo, ahora parece reconocer que una continuidad del régimen es inevitable.
Una continuidad al menos hasta las próximas elecciones presidenciales de septiembre, en las cuales Mubarak prometió no postularse después de gobernar durante tres décadas.
Más aun, la administración de Barack Obama estaría respaldando al vicepresidente egipcio Omar Suleiman, ex jefe de inteligencia y confidente del propio Mubarak, así como a otros altos mandos militares para que controlen el "nuevo" gobierno y supervisen la "transición ordenada" que ha venido pidiendo en los últimos días.
Esto quedó claro cuando la secretaria de Estado (canciller), Hillary Rodham Clinton, dijo el sábado pasado en la Conferencia sobre Seguridad en Munich que Washington y sus aliados debían "enviar un mensaje consistente respaldando la transición ordenada que ha comenzado".
"Hay fuerzas trabajando en cualquier sociedad, y particularmente una que afronta este tipo de desafíos, que intentarán descarrilar o adelantar el proceso para perseguir su propia agenda, por lo cual pienso que es importante apoyar el proceso de transición anunciado por el gobierno egipcio, encabezado a partir de ahora por el vicepresidente Omar Suleiman", sostuvo.
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Clinton hizo esta declaración poco antes de que el enviado especial de Washington a El Cairo, el ex embajador Frak Wisner, hablara a la concurrencia en Munich a través de una videoconferencia desde su residencia en Nueva York, a donde había regresado después de pasar varios días en Egipto.
Wisner, quien ha sido consejero para una firma legal estadounidense que representa al régimen de Mubarak, se salió del libreto.
"Necesitamos lograr un consenso nacional sobre las condiciones para dar el próximo paso", dijo. "El presidente debe quedarse en el cargo para conducir esos cambios. Yo creo que el continuado liderazgo de Mubarak es clave".
Aunque luego el Departamento de Estado y el propio Wisner insistieron en que estaba dando sólo su opinión personal y no hablando en nombre de la administración, sus declaraciones, y el hecho de que acababa de volver de una misión en Egipto en nombre de Washington, significaron un revés en cualquier progreso que Estados Unidos hubiera logrado para persuadir a los manifestantes en El Cairo de que estaba de su lado.
De hecho, el lunes se escucharon por primera vez cánticos de "¡Abajo Estados Unidos!" en la plaza Tahrir, ocupada por los manifestantes, según la agencia de prensa Associated Press.
Incluso antes de las declaraciones del fin de semana, expertos señalaban que la forma en que Washington se manifestaba sobre el tema no inspiraba confianza ni en Egipto ni en el resto del norte de África.
"La Casa Blanca no ha ayudado nada cambiando su política casi a diario, creando confusión y por tanto dilapidando la credibilidad de Estados Unidos y su limitada pero preciosa influencia", señaló Leslie Gelb, presidente emérito del influyente Consejo de Relaciones Exteriores.
Las columnas de Gelb en el sitio web Daily Beast se han concentrado por lo general en los temores de que la islamista Hermandad Musulmana sin duda el grupo al que se refería Clinton cando mencionó "fuerzas" que podrían "descarrilar" la transiciónpodría tomar control del país si el proceso se hacía "desordenadamente".
Pero otros analistas en Washington, particularmente los que han simpatizado más con las exigencias de los manifestantes, están cada vez más preocupados de que la fuerza que descarrille el proceso esté en realidad representada por altos mandos militares retirados, no muy proclives a reformas democráticas.
"En temas que importan, hay poca diferencia entre Mubarak, su vicepresidente Omar Suleiman o el ministro de Defensa, Muhammad Hussein Tantawi", escribió Jon Alterman, especialista en Medio Oriente en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales.
"Todos ellos pasaron sus carreras en organizaciones de seguridad, defendiendo el Estado. Todos desconfían de los instintos del pueblo egipcio", añadió.
Analistas creen que Suleiman y los altos mandos militares de hecho ya están tomando el control y se resisten fuertemente a compartirlo, aunque no desean reprimir violentamente a los manifestantes por temor a molestar a Washington o arriesgarse a una insubordinación de uniformados de menor rango.
Incluso "antes de que comenzara el levantamiento en Egipto, los militares gobernaban detrás de la cortina", escribió Joshua Stacher, experto en regímenes árabes en la Universidad Estadual de Kent, en un artículo para el sitio web Foreign Affairs.
"Esa suerte de transición ordenada en un Egipto post-Mubarak es más probable que prepare el retorno a una situación represiva y no una época con más participación popular", alertó Stacher.
* El blog de Jim Lobe sobre política exterior de Estados Unidos puede encontrarse en http://www.lobelog.com.