Namibia por la senda nuclear

Namibia aprovechará sus abundantes reservas de uranio para ampliar su matriz energética. Tiene previsto enriquecer el mineral en su territorio y construir una central eléctrica nuclear.

Expertos de la Autoridad Nuclear y de Radiación de Finlandia colaboran con el Ministerio de Energía y Minería para crear el primer marco político del país, que estará pronto para mediados de este año, así como leyes vinculadas al asunto.

Namibia tiene previsto poder generar electricidad con su reactor nuclear en 2018.

"Es una decisión expresa del gobierno considerar seriamente el desarrollo de la tecnología nuclear para completar la variedad de fuentes de energía para producir una cantidad suficiente para nuestro desarrollo", señaló el ministro, Isak Katali, en la apertura de una conferencia dedicada al tema.

"El marco político cubrirá todo el ciclo de producción de combustible, desde la extracción de uranio hasta la generación de energía", añadió Katali.
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También incluirá la creación de un fondo de gestión de desechos, fortalecimiento de la economía local mediante la participación de capitales en la explotación de uranio, transferencia de capacidades a la población y la utilización del mineral sólo con fines pacíficos.

Namibia produce 5.000 toneladas de uranio al año. En 2009 fue el cuarto productor mundial cubriendo casi 10 por ciento de la demanda mundial.

"No es ningún secreto que el gobierno tomó la decisión de desarrollar la energía nuclear, la demanda energética crece", declaró Joseph Iita, secretario permanente del Ministerio.

"Tenemos grandes cantidades de uranio. Trabajamos con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para crear un marco que garantice una política nuclear segura, eficiente y con fines pacíficos", añadió.

Namibia es signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear (TPN), el Acuerdo Integral de Salvaguardas y el Protocolo Adicional. Este país creó en febrero de 2009 la Junta de Energía Atómica.

"Namibia apuesta a un mundo libre de armas nucleares, en el que naciones y pueblos puedan vivir en paz y armonía y aplaudimos la entrada en vigor del Tratado de Pelindaba", declaró el canciller Utoni Nujoma en la Conferencia de Revisión del TPN, realizada en 2010 en Nueva York.

El tratado se refiere a la Zona Libre de Armas Nucleares (ZLAN) en África, redactado en el centro nuclear de Pelindaba, en la ciudad sudafricana de Johannesburgo, en junio de 1995 y abierto a la firma en El Cairo el 11 de abril del año siguiente.

"Nos parece un logro fundamental para la seguridad y la paz regional. Namibia está en proceso de ratificar ese importante instrumento", apuntó.

La falta de un marco político llevó al gobierno a imponer en 2007 una moratoria sobre la emisión de licencias exclusivas de exploración.

Hay 66 compañías, la mayoría de Australia, Canadá y China, con licencias de exploración en Namibia, principalmente en la región costera de Erongo.

Hay sólo cuatro empresas con licencias que tienen dos minas operativas y dos más en construcción.

La mina más antigua, Rössing Uranium, de la British Rio Tinto, comenzó a operar en 1976. En 2007 se le unió Langer Heinrich Uranium (LHU), del grupo australiano Paladin Energy, que en 2009 produjo 1.170 toneladas de torta amarilla, como se conoce al óxido de uranio concentrado.

El gobierno de Irán tiene una participación de 15 por ciento en Rössing Uranium.

Por lo menos cinco minas más de uranio se construirán en los próximos tres o cuatro años. La compañía nacional de electricidad NamPower amplía la red de suministro y las capacidades de generación eléctrica.

Las nuevas áreas de extracción de uranio están ubicadas, en parte, en un parque nacional y en uno de los centros turísticos más populares del país.

"A menos que esté bien gestionada y se prevean las salvaguardias necesarias, la fiebre de uranio perjudicará el ambiente, en cada mina y por efecto acumulativo. También afectará el sentido de lugar, el turismo, la vida de las personas y sus fuentes de ingresos", señaló Peter Tarr, uno de los expertos que realizó un estudio de impacto.

"Estamos muy preocupados por las consecuencias negativas que el auge del uranio pueda tener en este hermoso paisaje y por la posibilidad de que se construya un reactor nuclear", señaló Peter Versveld, quien trabaja en una empresa turística en el desierto del Namib.

"Perjudicará la costa y el desierto", apuntó Versveld, quien lleva turistas a visitar la imponente vista desde las montañas escarpadas conocidas como "paisaje lunar" y las famosas plantas welwitschia, algunas de las cuales tienen miles de años.

Pero Johannes Goraseb, cuya familia vive desde hace generaciones en viviendas humildes, ansía conseguir un trabajo.

Goraseb vive a unos 80 kilómetros al este del balneario de Swakopmund, cerca de otro importante centro turístico, las montañas de Spitzkoppe que tienen pinturas rupestres.

"No hay suficientes turistas para sustentarnos, así que espero conseguir trabajo cuando comience a funcionar la mina de uranio que se está construyendo", señaló Goraseb.

"Areva, propietario de la nueva mina, ya nos donó tanques de agua. Además construirán un pueblo para el personal y eso contribuirá a fomentar el desarrollo en el desierto", añadió.

El gobernador de Erongo, Samuel Nuuyoma, señaló que la mina de uranio era un importante pilar económico y que esperaba que el producto interno bruto de Namibia pasara de 5,54 por ciento, registrado en 2008, a 14,78 por ciento en 2015.

"Se espera que la contribución a la economía se multiplique por dos o más, de los actuales 150 millones de dólares a 305 millones en 2015", añadió.

"En los países productores de uranio inevitablemente surgen dudas respecto de cuestiones de salud, ambientales, seguridad por las radiaciones, los desperdicios y la no proliferación", señaló Mike Leech, presidente de la Cámara Minera.

Se estima que con las nuevas minas previstas y los proyectos de ampliación existentes se creen miles de puestos de trabajo sólo en Erongo.

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