Varios especialistas cuestionan los argumentos científicos sobre los que se basan las prácticas de la industria pesquera aceptadas como sustentables.
Desde hace décadas se considera adecuado proteger a los peces jóvenes y explotar a los adultos y utilizar los niveles tróficos para controlar la salud de la pesquería.
Como los peces jóvenes suelen ser más pequeños y pesar menos que sus mayores, las políticas de pesca para evaluar la población se basan sobre la biomasa.
En Islandia, por ejemplo, se cierran áreas que tienen una gran proporción de peces pequeños y se protegen zonas de desove y de crianza.
Pero el profesor George Sugihara y su equipo del Instituto Scripps de Oceanografía critican este modelo aceptado desde hace décadas porque puede alterar la pirámide de edades.
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El sistema puede modificar la composición de la población de una especie dada, como el pez carbonero, al eliminar los pocos ejemplares adultos, que componen la parte alta de la pirámide de edad, y dejar una amplia base de jóvenes pequeños en rápido crecimiento.
"No hay que salvar a los jóvenes, sino a los más viejos y grandes", señaló Sugihara. "Los adultos no sólo ofrecen estabilidad y habilidades a su descendencia, sino que permiten una mayor y mejor calidad de las crías", explicó.
El peligro, según Sugihara, es que las políticas actuales que se basan sobre la biomasa e ignoran el tamaño de los peces corrien el riesgo de desestabilizar a toda una población, lo que puede afectar a todo el ecosistema.
El peligro es especialmente mayor cuando se trata de recuperar las reservas, remarcó Sugihara. "Las normas basadas sólo sobre objetivos de biomasa son incompletas. También deben tener en cuenta la estructura edad-tamaño de las poblaciones", añadió.
"Las políticas actuales y las presiones de la industria para suspender las prohibiciones de pesca en cuanto se recupera la biomasa, pero no la edad o el tamaño, son riesgosas", alertó Sugihara.
Otra práctica aceptada en la industria es utilizar las tendencias en los niveles tróficos de los peces para medir la salud de los mares.
El nivel trófico de un organismo se refiere al lugar que ocupa dentro de la cadena alimentaria. Las algas microscópicas están en el uno, en tanto lo grandes predadores como tiburones, en el cuatro.
En 1998 se desarrolló un análisis integral, con datos de captura global, evaluaciones de reservas, encuestas de redes de arrastre, entre otros, para medir la salud mundial de los ecosistemas a través de las tendencias en los niveles tróficos de los peces durante cuatro décadas.
En su momento, el sistema fue considerado una innovación.
Doce años después, la confianza en ese método de evaluación pierde adeptos.
Un estudio realizado por Trevor Branch, de la Universidad de Washington, junto con científicos de Australia, Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña expone las falencias de analizar la salud del ecosistema por los cambios en los niveles tróficos de la captura.
Branch y su equipo basan sus resultados en una gran cantidad de encuestas que consideran la cantidad y los tipos de peces que realmente viven en los ecosistemas, así como datos de captura, para cuestionar el modelo aceptado.
El sistema actual tiene dos grandes falencias, señaló Branch.
"Primero, en poco menos de la mitad de los ecosistemas, la medida de la captura aumenta cuando el ecosistema empeora o baja, cuando mejora. Segundo, la medida puede permanecer constante, aun cuando una mayor cantidad de especies dentro de un ecosistema estén en crisis", explicó.
El significado de los resultados es fundamental, remarcó Branch, porque "se usa mucho la medida como indicador para determinar la salud de los ecosistemas marinos".
Por ejemplo, el Convenio sobre la Diversidad Biológica usa el promedio del nivel trófico de la captura como el parámetro principal de la diversidad marina.
"El documento de 1998 fue tremendamente influyente en la recolección de datos sobre capturas y niveles tróficos y, también, alertó sobre los impactos de la pesca en los ecosistemas", añadió Branch.
"Los nuevos datos en base a encuestas de pesca de arrastre y evaluaciones de poblaciones de peces nos muestran que las capturas no eran suficientes", remarcó.
"En el futuro tendremos que apuntar a los recursos limitados de la mejor forma, concentrándonos en las especies más vulnerables a la pesca y creando indicadores que reflejen la abundancia, la biodiversidad y la salud del ecosistema marino", apuntó.
"Sólo con ese esfuerzo podremos evaluar el impacto humano", subrayó Branch.