El alza de los precios de del maíz, el fríjol y otros granos básicos, y un salario mínimo que no llega a costear la Canasta Básica Vital son factores centrales en el hambre que padece una parte de la población guatemalteca, que presenta la mayor tasa de desnutrición infantil de América Latina.
"El precio del maíz es hoy el más alto de los últimos cuatro años a un costo de 125 quetzales (15,6 dólares) el quintal (45,36 kilogramos)", mientras que en 2009 se cotizó a 98 quetzales (12.2 dólares), señaló a IPS Gustavo García, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO).
El costo del fríjol negro también va en aumento. Mientras en 2009 el quintal costó 422 quetzales (52.7 dólares), en 2010 subió a 458 quetzales (57.2 dólares), según el seguimiento hecho por la FAO.
El alza del precio de estos granos no sería motivo de preocupación para los guatemaltecos si no fuera porque ambos son parte de la dieta básica de subsistencia de miles de familias en el área rural, donde se concentra 72 por ciento de la pobreza del país, según datos oficiales.
La mitad de los 14 millones de guatemaltecos viven en condiciones de pobreza, mientras que 17 por ciento es indigente, indican estadísticas divulgadas por la Organización de Naciones Unidas.
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Esta precaria situación es presionada actualmente por el aumento de precios de los granos básicos originado por los daños a las siembras causados por fenómenos climáticos extremos.
García explicó que a la sequía, que afectó las siembras en 2009, se sumaron luego las inundaciones provocadas por las lluvias del año pasado, las cuales produjeron plagas que arruinaron buena parte de las plantaciones de subsistencia.
El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación reportó que de enero a septiembre de 2010 se perdieron 72.040 hectáreas de cultivos, 44.000 hectáreas de las cuales estaban sembradas de maíz, que habrían producido 1,5 millones de quintales del grano. También se arruinaron 25.000 quintales cultivados de frijoles.
Hoy, las regiones más afectadas son el occidente y el oriente del país, este último que abarca el denominado Corredor Seco, un área duramente golpeada por el hambre y caracterizada por la aridez de los suelos y la escasez de lluvia.
"Aquí, la mayoría de familias perdieron la mitad de la cosecha, que va de septiembre a diciembre, y se quedarán cinco o seis meses sin maíz". Ahora deberán comprarlo a un alto precio sin contar con las dificultades para conseguir un empleo, sostuvo García.
Según la FAO, una familia guatemalteca de seis miembros consume 32 quintales de maíz y siete de fríjoles por año como parte de su dieta alimentaria, aunque el alza de precios los obliga a disminuir su consumo.
En Guatemala, de hecho, la tasa de desnutrición crónica infantil es de 49,3 por ciento, la más alta de América Latina y una de las mayores del mundo, según El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Pero la volatilidad de los precios de granos no es un problema exclusivo de Guatemala, sino del mundo, que afecta principalmente a los más pobres.
"Los últimos episodios de volatilidad extrema de los precios en los mercados agrícolas mundiales presagian mayores y más frecuentes amenazas a la seguridad alimentaria mundial", concluye el informe de la FAO.
Los fenómenos meteorológicos extremos, una mayor dependencia en el comercio internacional para satisfacer las necesidades de la población y una demanda creciente de otros sectores vulneran el sistema alimentario, según el estudio.
De modo que es necesario proteger a los más vulnerables con reservas alimentarias de emergencia y, a largo plazo, aumentar la productividad de los cultivos más competitivos y sostenibles, y fomentar la diversidad nutricional, agrega.
Combatir el hambre es complejo en Guatemala si se toma en cuenta que el salario mínimo no alcanza ni para cubrir los gastos de subsistencia.
A pesar de que el gobierno del socialdemócrata Álvaro Colom aumentó desde el 1 de enero a 273 dólares mensuales el salario mínimo agrícola y no agrícola, y a 257 dólares el de los trabajadores de la industria textil, la Canasta Básica Vital suma 490 dólares según el Instituto Nacional de Estadística.
Esta incluye costos de alimentación, vestuario, vivienda, educación, salud, transporte y otros bienes y servicios para una familia de cinco personas.
José Cubur, del no gubernamental Comité de Unidad Campesina, dijo a IPS que los aumentos al salario mínimo siempre han sido "mínimos", mientras que los precios de los productos de la canasta básica aumentan sin cesar.
"Hace mucho no se logran acuerdos para aumentar el salario mínimo entre el empresariado y los sindicatos. Al final, el presidente decreta el aumento, pero muy bajo", cuando debería cubrir al menos la Canasta Básica Vital, señaló.
El líder sindical Victoriano Zacarías dijo a IPS que en el país se decreta el salario mínimo, "pero no se cumple como muchas leyes".
Para este sindicalista, el salario mínimo real debería ser hoy de 490 dólares. "Así estaríamos combatiendo el hambre, el analfabetismo, la salud y la violencia", señaló.
Luis Linares de la no gubernamental Asociación de Investigación y Estudios Sociales dijo a IPS que, de no existir un salario mínimo, los sueldos serían más bajos aun en el país.
Sin embargo, consideró que este salario no puede equipararse a la Canasta Básica Vital porque para fijarlo deben considerarse otros factores como la productividad, la condición general de salarios, la situación de las empresas, la inflación y otros.
"De otra forma, sería muy complicado para las empresas pagarlo", indicó. De hecho, con el último aumento salarial, empresarios guatemaltecos anunciaron el despido de miles de trabajadores aduciendo que es imposible pagarlo.
Para mejorar la economía y combatir la pobreza, el Estado debe generar empleos dignos, lo cual requiere mejorar la formación de los trabajadores y mejores condiciones para las empresas, según Linares.