Mientras los países industrializados se preparan para un ciclo recesivo que podría prolongarse más de lo previsto, el Mercosur avanza hacia una mayor coordinación interna, fortalecido tras afrontar con éxito la crisis económico-financiera global.
"El contexto internacional brinda una oportunidad inédita al Mercosur, que se recuperó muy rápidamente del impacto de la crisis (nacida en 2008 en Estados Unidos) y puede reposicionarse en la nueva escena", dijo a IPS el argentino Octavio Groppa, director regional del proyecto de Apoyo al Monitoreo Macroeconómico del bloque.
La creación del cargo de Alto Representante, una suerte de encargado de las relaciones exteriores del Mercosur (Mercado Común del Sur), y acuerdos de preferencias arancelarias con Egipto, India, Indonesia, Marruecos y Corea del Sur están entre los temas a abordar por la 40 cumbre del bloque, que se realizará este viernes en la sudoccidental ciudad brasileña de Foz de Iguazú.
El anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, tendrá su última cumbre como presidente de Brasil, junto a sus pares de los demás estados miembros plenos del bloque, la argentina Cristina Fernández, el paraguayo Fernando Lugo y el uruguayo José Mujica. Venezuela aún espera la decisión del Senado de Paraguay para sumarse a los cuatro países fundadores.
También participarán de la reunión los presidentes Evo Morales, de Bolivia, y Sebastián Piñera, de Chile, ambos países son socios del bloque.
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Desde la última cumbre en la provincia argentina de San Juan, cuando se aprobó la creación de un código aduanero, el bloque avanzó mucho en temas comerciales y de convergencia, según informó la secretaría del Mercosur.
Los mandatarios ultimarán detalles sobre la oferta que el bloque presentará en marzo ante la Unión Europea (UE) para tratar de alcanzar finalmente un acuerdo de libre comercio interregional, que está pendiente desde 1995 y cuyas negociaciones se reflotaron este año.
Por primera vez en décadas, los roles parecen haberse intercambiado. La crisis global muestra a la UE ante severos desafíos y al bloque sudamericano recuperado, con una solidez fiscal y alternativas de comercio que no tuvo ante otros shocks externos.
Mientras, el proyecto de Apoyo al Monitoreo Macroeconómico del Mercosur, surgido de un acuerdo con la UE, comenzará a mostrar resultados en mayo de 2011, cuando los datos sobre cuentas fiscales, balance de pagos o reservas internacionales de cada país estén armonizados en un sistema informático que permita compararlas.
"La UE quería poner a dialogar a nuestros países sobre políticas macroeconómicas, pero nosotros les advertimos que ni siquiera teníamos el mismo lenguaje, por eso el grueso del proyecto se volcó a la armonización estadística", explicó Groppa.
Pero para llegar a esos resultados, técnicos de los cuatro países analizaron en profundidad el comportamiento económico de cada uno y sus conclusiones arrojan luz sobre el desempeño del Mercosur ante la crisis global y los retos pendientes.
Según Groppa, la crisis en países del Norte podría prolongarse y eso marcaría el inicio de un cambio en el centro económico y político del mundo, con una mayor preponderancia de países como China o India, que son clientes del Mercosur.
La relación entre deuda y déficit fiscal con el producto interno bruto (PIB) plantea una pesada carga en la UE, mientras en el Mercosur el ingreso de divisas por el comercio con Asia permitió aliviar ese peso, indicó.
"Se está acortando la brecha de desarrollo, pero lo que nosotros buscamos no es sólo un resultado cuantitativo de mayor crecimiento económico sino que el gran desafío es crecer con inclusión social para reducir la desigualdad", distinguió.
Para ello, habrá que atender múltiples desafíos que fortalezcan la acción conjunta del bloque mediante una mayor convergencia macroeconómica, aseguró.
Una de las investigaciones del proyecto, realizada por José María Fanelli y Ramiro Abrieu, se titula "Coordinación de Políticas en un Contexto de Crisis". Los autores destacan que el nuevo escenario global brinda oportunidades y retos al bloque.
Un modo de avanzar en la convergencia es analizar el impacto de la crisis en la región, en un momento en que la situación macroeconómica de los países miembros del bloque "es muy diferente" a la registrada en anteriores problemas globales.
Por empezar, sostienen que la relevancia política del bloque en el escenario internacional cambió mucho y destacan la participación de dos de sus socios, Argentina y Brasil, en el Grupo de los 20 y en el Foro de Estabilidad Financiera. "Esto realza la presencia de la región en la arena global justo cuando se está rediseñando la arquitectura financiera internacional", un proceso en el que el Mercosur tiene para aportar una mirada regional, apuntan.
El análisis revela que los países del bloque sureño sufrieron la crisis mediante un freno brusco de los flujos de capital y el colapso del comercio, pero subraya que las políticas anticíclicas que aplicaron los gobiernos izquierdistas y centroizquierdistas, que imperan en la región desde comienzos de esta década, les permitieron remontar rápidamente la caída.
Esas políticas fueron posibles debido a una mayor fortaleza económica del bloque basada en un comercio intenso con países emergentes de Asia, en la generación de fuertes superávit fiscales y en la acumulación de reservas de divisas.
Argentina, Brasil y Paraguay aplicaron planes de estímulo para inversiones en infraestructura, una situación opuesta a la de otros momentos de crisis externa que encontraban a la región en situación de fragilidad fiscal y enormes deudas, dicen.
"Esta vez los gobiernos del Mercosur pudieron seguir una estrategia de política fiscal que es usual en las economías avanzadas: la política anticíclica". Hubo también mayor flexibilidad en la estrategia monetaria y cambiaria.
Si en los países del bloque la actividad industrial cayó ocho por ciento en promedio entre septiembre de 2008 y abril de 2009, en los países del Grupo de los Siete más ricos del mundo la baja fue de 18 por ciento. Y el desempleo fue sensiblemente menor en el Mercosur.
No obstante, los autores remarcan la importancia de una concertación entre los socios que fortalezca aún más su posición frente a las crisis y para ello avizoran que la falta de desarrollo financiero es un obstáculo.
Los países acumularon reservas de divisas importantes que podrían ser manejadas mediante mecanismos regionales, sugieren.
Las reservas sumadas están superan los 200.000 millones de dólares, que equivalen a 13 por ciento del PIB regional, un monto inédito para el bloque.
Para Fanelli y Abrieu, es crítico coordinar políticas monetarias. "Sería muy positivo para la convergencia si existiera clara voluntad por converger a mediano plazo hacia una tasa de inflación y regímenes monetarios similares", proponen.