Nueve años después de declarar el cese de pago de su abultada deuda pública de entonces, Argentina propone una última oferta de canje a tenedores de títulos del Tesoro que no aceptaron dos propuestas anteriores para terminar así de normalizar su pasivo.
La propuesta presentada este mes es la última dispuesta por el gobierno de la centroizquierdista Cristina Fernández de Kirchner antes de que vuelva a regir el 1 de enero la llamada ley Cerrojo, suspendida temporalmente, que impide nuevas ofertas para el rescate de bonos.
El ofrecimiento apunta a menos de nueve por ciento del total de acreedores al momento de estallar la crisis, que fueron renuentes a ingresar en una renegociación o que no pudieron hacerlo antes por diversas razones.
La convocatoria es el epílogo de un proceso de normalización de la deuda declarada en cesación de pagos en medio del colapso económico, financiero y social que derivó en la renuncia a la presidencia de Argentina de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, cuando solo había transitado la mitad de su mandato de cuatro años.
En aquel momento dramático del país que venía de una prolongada recesión, la deuda había superado los 144.000 millones de dólares, que representaba más de 70 por ciento del producto interno bruto (PIB), y no había resto para pagar los vencimientos de capital ni intereses.
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Ahora, tras el primero y segundo gran canje, la cancelación completa de lo adeudado al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el pago de vencimientos con reservas monetarias, el pasivo total es de 127.000 millones de dólares y equivale a 48 por ciento del PIB.
El subsecretario de Servicios Financieros, Adrián Cosentino, explicó a IPS que "la estrategia del gobierno es avanzar en el proceso de normalización financiera y mostrar solvencia y voluntad de resolver los problemas pendientes".
Con la economía en franca recuperación tras el colapso, el gobierno del hoy fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) planteó en enero de 2005 una primera y gran oferta de canje de bonos impagos por 81.800 millones de dólares con una fuerte quita de capital y el aplazamiento de los vencimientos. La propuesta fue aceptada entonces por 76 por ciento de tenedores de bonos.
Al año siguiente el gobierno canceló la deuda total con el FMI estimada en casi 10.000 millones de dólares, en una nueva señal de buena voluntad frente a los acreedores.
El pago al organismo multilateral se hizo apelando a reservas monetarias, que ya habían llegado a 27.000 millones de dólares. La crisis de 2001 había dejado apenas 9.000 millones de dólares en las arcas del Banco Central.
La estrategia de pagar con reservas internacionales se mantuvo luego pese a las fuertes críticas de la oposición política, algunos expertos y del propio entonces presidente del Banco Central, Martín Redrado, que finalmente le costó el cargo por volver a resistirse a recurrir a esa modalidad a comienzos de este año.
Cosentino defendió la efectividad de la medida. Tras haber pagado los vencimientos de este año las reservas ya acumuladas suman 52.500 millones de dólares, un monto mayor al que había al momento del último pago y el más grande de los tiempos modernos.
"En esto hay que ser muy pragmático. Cuando se está en un nivel óptimo de reservas, el pago de deuda mejora el perfil de solvencia y muchos países las están usando para inversiones financieras. Nosotros las usamos para el desendeudamiento", explicó el funcionario.
En abril de este año hubo una segunda ronda de canje, en términos similares aunque menos abultada que la primera. Entonces se reestructuraron 12.000 millones de dólares, 67 por ciento del monto a rescatar.
Más tarde se anunció también la voluntad del gobierno de volver a negociar el pago de la deuda con el Club de París, el foro que reúne como prestatarios a los países industrializados y al que se le adeudan hoy unos 6.600 millones de dólares. La forma de pago se discutirá en 2011.
La oferta que se lanzó ahora, en vísperas de Navidad, consta de dos operaciones. Una es el canje de los llamados Bonos Brady, que cierra este miércoles 29, y que no había podido ser incluido en anteriores rondas por cuestiones legales.
En este caso el total a rescatar es de 330 millones de dólares, 52 por ciento de los cuales sus tenedores ya habían aceptado la propuesta el lunes 27 por la noche. "Es un monto chico, pero teníamos el compromiso de hacerlo", dijo Cosentino.
La segunda operación es la reapertura local del canje de abril de este año para todos los bonos en cesación de pago, y los tenedores pueden adherir con solo enviar una carta de intención expresando interés en el cambio antes de este viernes 31.
En los primeros días llegaron 70 cartas al ministerio, según reveló el funcionario. El intercambio de títulos equivaldrá en esta operación a 650 millones de dólares. "Cada tenedor que acepta es un juicio menos para el país", remarcó, en referencia a los problemas que ha tenido el país en tribunales internacionales.
El saldo de deuda sin reestructurar no llega a 6.000 millones de dólares, pero con este llamado el gobierno no espera atraer a los llamados "fondos buitres", que son los acreedores que adquieren bonos en cesación de pagos para presionar por una mejor oferta.
El objetivo es resolver situaciones puntuales de tenedores individuales e institucionales de deuda soberana que, por diversos motivos, no encajaron en anteriores propuestas, y seguir en el proceso de dar señales de solvencia y buena voluntad, explicó.
El ministro de Economía, Amado Boudou, también advirtió que la idea del gobierno no es salir en el corto plazo a emitir nueva deuda aprovechando la confianza que se genera a partir de la reestructuración, aunque el proceso destrabaría esa opción.
Desde la declaración de cese de pagos, Argentina tenía prácticamente vedado el acceso al crédito internacional. Solo en una oportunidad Venezuela aceptó comprarle títulos a una tasa de interés muy superior a las que se negociaban en ese momento en el mercado.