Puentes, ferrocarriles, petroquímicas, siderurgia, electricidad, acueductos, agricultura, frigoríficos, astilleros y hasta teleféricos: el potente brazo empresarial brasileño avanza hacia el Caribe a través de Venezuela, cuyo gobierno se empeña en construir lo que llama socialismo del siglo XXI.
"Las empresas constructoras brasileñas trabajan cómodas con el gobierno de Venezuela, porque detrás está Brasil, con su política de integración, con el entendimiento entre ambos gobiernos y su BNDES (Banco Nacional de Desarrollo)", comentó a IPS el director de la Cámara de Comercio e Industria Venezolano-Brasilera, Fernando Portela.
Históricamente, Venezuela se abocó a la construcción de infraestructura al cobijo de sus exportaciones petroleras. El ciclo de altos precios internacionales del sector en esta década encontró a su poderoso vecino del sur en condiciones ventajosas para ofrecer servicios de ingeniería y asociaciones para la industria pesada y el comercio.
"Hay un interés de empresas de Brasil por aprovechar el parque industrial y el mercado venezolano, por adquirir compañías o asociarse con ellas, al plantearse como una gran área de negocios el norte de su país, Venezuela y el Caribe", señaló Portela.
Una característica de esta presencia es que las firmas del gigante sudamericano no son tocadas en el proceso de estatización iniciado en 2007 por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
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Esa política se profundizó este año con la estatización de 220 empresas, extranjeras y venezolanas, incluso en sectores en los que también actúan como protagonistas las brasileñas, como siderurgia, construcción y química.
Periodistas que el 26 de mayo de 2009 seguían en la nororiental ciudad brasileña de Salvador un encuentro entre Chávez y el presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, oyeron, al quedar accidentalmente abiertos los micrófonos de una reunión privada, que el venezolano dijo: "Estamos en una fase de nacionalización de empresas, menos las brasileñas".
Chávez admitió en tono de broma que esa vez pidió al empresario brasileño Emilio Odebrecht que adhiriese a la causa socialista.
"Yo intenté conversar con don Emilio para ir al socialismo. Él se rió y me dijo que no", relató el gobernante venezolano.
Pero la firma Odebrecht ha conducido en Venezuela al menos 15 grandes obras de infraestructura, por miles de millones de dólares, y "con Chávez o sin él aquí tiene trabajo para al menos 10 años más", señaló a IPS el empresario venezolano Luis Berlioz, de Comopa, empresa que trabaja con la brasileña en productos de concreto.
La obra más visible y emblemática es el segundo puente carretero sobre el río Orinoco, de poco más de tres kilómetros de longitud, y que con sus enlaces y accesos se construyó entre 2001 y 2006 a un costo de 1.280 millones de dólares. Solo puente costó 886 millones, aunque la estimación original había sido de 480 millones de dólares.
Este puente beneficia a los dos millones de habitantes del sudeste venezolano y, por su ubicación junto a Ciudad Guayana, urbe industrial a 500 kilómetros de Caracas, entronca la conexión vial entre ambos países con puertos del Caribe en el nordeste de Venezuela.
Por millones pueden contarse también los usuarios de otras obras en las que participa Odebrecht, como la represa Tocoma, que cuesta 3.000 millones de dólares y cuando se concluya a mediados de esta década agregará 2.000 megavatios a los casi 14.000 de que ya dispone el sistema hidroeléctrico del bajo río Caroní, en el sudeste venezolano.
Odebrecht construye más líneas en Caracas y ciudades vecinas del Metro, el sistema combinado de trenes subterráneos y autobuses, también infraestructuras para el tratamiento de aguas al este de la capital y para la ciudad de Maracaibo (noroeste), y el Metrocable (teleféricos) para barrios en colinas caraqueñas.
También está a cargo de levantar 11.000 viviendas en el sudeste, una planta petroquímica, muelles y un tercer puente sobre el Orinoco.
"Una característica de Odebrecht, que deja buenos resultados para Venezuela, es su exigencia en cuestiones como solvencia de sus contratistas o seguridad para sus obreros. Y le es difícil ajustar presupuestos al retrasarse los suministros de materiales o lidiar con hasta 10 sindicatos, a menudo rivales enfrentados entre ellos", según Berlioz. Camargo Correa, otra constructora, ejecuta obras en el río Tuy, que alimenta de agua a Caracas, por 476 millones de dólares, parte de un proyecto para saneamiento hídrico y aumento de la capacidad de los acueductos.
En el noroccidental estado de Zulia, la siderúrgica brasileña Gerdau opera desde 2007 la acería Sizuca, que produce 300.000 toneladas anuales de acero crudo y 200.000 TM de laminados, y la química Oxiteno tiene allí una planta de tensoactivos, que son insumos para detergentes, cosméticos, pinturas y textiles.
En la misma zona la empresa estatal Corpozulia explota minas de carbón y firmó con la firma brasileña Vale do Rio Doce (CVRD) un convenio de exploración de más minas en la sierra de Perijá, que reivindican como hábitat cuatro etnias indígenas y entre ellas varias comunidades rechazan que prosiga la explotación minera.
Mientras la presencia de Brasil se muestra en grúas y concreto armado, el comercio bilateral florece y, al contrario de lo ocurrido en las últimas décadas del siglo XX, la balanza favorece a ese país, cada vez menos dependiente del petróleo importado y devenido en gran proveedor de los alimentos que consume Venezuela.
En 1999, el comercio bilateral se cifró en 1.511 millones de dólares, de los cuales 974 millones fueron ventas venezolanas. En 2009 las exportaciones brasileñas fueron de 3.610 millones de dólares y sus importaciones desde Venezuela de sólo 581 millones.
"Para 2010 la tendencia se mantendrá, con unos 600 millones de dólares en exportaciones de Venezuela y unos 3.500 millones de Brasil", dijo a IPS el jefe de promoción comercial en la legación brasileña, Carlos Santana.
Los productos que más importa Venezuela son carne vacuna, de pollo, azúcar, teléfonos celulares, neumáticos y partes para automóviles, aceite de soja, café y leche. Los que Brasil más compra son insumos para petroquímica, coque, hulla y electricidad (31,5 millones de dólares en 2009), a través de un tendido desde las represas del Caroní.
Pero no todo discurre siempre sobre rieles. La crisis global desatada en Estados Unidos en 2008 llevó a la petroquímica Braskem a reformular Propilsur, una planta para producir 450 millones de toneladas anuales de polipropileno que se construye en el oriente venezolano, y en la que el gigante brasileño ya no invertirá 1.000 sino 500 millones de dólares.
De su lado, la corporación estatal Petróleos de Venezuela se ha visto en apuros para aportar el 40 por ciento que le corresponde en el proyecto de refinería "Abreu e Lima", en el nordeste brasileño, de un costo estimado en 4.000 millones de dólares y que podría refinar diariamente 230.000 barriles de petróleo, principalmente venezolano.
Su contraparte, Petrobras, que ha captado en mercados internacionales unos 70.000 millones de dólares para sus planes de expansión y desarrolla sola los trabajos de construcción de la refinería, desde 2009.
En Venezuela "hay unos 36 proyectos que involucran a empresas brasileñas que están en stand-by o espera de mejores condiciones, como fluidez en los recursos o que este país ingrese al Mercosur (Mercado Común del Sur), creado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay)", sostuvo Portela.
El ingreso al Mercosur como miembro pleno, detenido a la espera de que lo apruebe el parlamento paraguayo, "simplificaría los procesos aduaneros para más comercio y daría mayor seguridad jurídica, por lo que más empresas brasileñas vendrían", añadió Portela.