CAMBIO CLIMÁTICO-CANADÁ: Vox populi no es vox Dei

El público de Canadá está totalmente en contra de la actitud de su propio gobierno frente al cambio climático, según una encuesta divulgada este viernes.

Una gran mayoría de los canadienses quieren una acción urgente contra el recalentamiento planetario, como por ejemplo desviar fondos actualmente destinados a defensa para programas de reducciones de los llamados gases de efecto invernadero, causantes del fenómeno.

Sin embargo, el gobierno conservador del primer ministro Stephen Harper apeló a una estrategia parlamentaria para frenar una legislación pendiente destinada a reducir las emisiones y que ya había sido aprobada por la Cámara de los Comunes (cámara baja).

"Éste es verdaderamente un punto bajo en la democracia canadiense", dijo Andrew Weaver, científico climático en la Universidad de Victoria.

"Es un abuso de la democracia como nunca antes habíamos visto en este país", dijo a IPS.
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Canadá cuenta con un sistema parlamentario multipartidista. En mayo, los miembros de la cámara baja aprobaron el proyecto de Ley de Responsabilidad sobre Cambio Climático (C-311), con el que este país se comprometía a una reducción de 25 por ciento de los gases invernadero para 2020.

De esta forma, el texto pasó al Senado, donde los legisladores debaten su contenido y eventualmente le dan su aprobación final. En Canadá, los 105 senadores sugieren cambios, pero nunca rechazan lo que la Cámara de los Comunes, de 308 miembros, ya ha aprobado.

Los miembros de la cámara baja son elegidos por voto democrático cada cinco años, mientras que los senadores son seleccionados por el primer ministro y ratificados por el gobernador general (jefe de Estado y representante de la reina Isabel II de Gran Bretaña).

En este caso, los senadores conservadores apelaron a una estrategia legal para convocar el martes una votación de urgencia que anuló el proyecto de ley, sin debate y cuando muchos otros senadores no estaban presentes.

"Impidieron cualquier discusión, cualquier debate", dijo indignado Weaver.

El científico indicó que cálculos de la temperatura global tomadas hacia fines de octubre muestran que este año ha sido el más caliente registrado. La ciencia sigue mostrando que el recalentamiento planetario ocurre más rápido y tiene más impacto de lo que estaba previsto.

El primer ministro Harper sostuvo que el proyecto C-311 "establecía metas irresponsables" y podía dejar "a cientos de miles y posiblemente millones de personas sin trabajo".

Pero Weaver se burló de esa afirmación. "¿Cree que los canadienses son imbéciles?", preguntó.

Expertos señalan que una reducción de 25 por ciento de las emisiones para 2020 respecto de los niveles de 1990 no es ni cerca suficiente para estabilizar las temperaturas globales.

Las reducciones canadienses deberían ser de por lo menos 45 por ciento para 2020, indicaron.

Según Weaver, el mensaje que envía Harper a la próxima conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que comenzará a fines de este mes en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, es que "Canadá es un dinosaurio… con un gobierno controlado por la industria del petróleo y de las arenas asfálticas".

En contraste con las acciones de su gobierno, el público canadiense está de acuerdo en que países industrializados tengan la obligación de reducir en forma significativa sus emisiones, según una encuesta divulgada este viernes.

Ochenta y cinco por ciento de los entrevistados por la consultora Environics Research Inc opinaron que las naciones ricas "debían ser las más responsables en la reducción de las emisiones".

"Si los canadienses decidiéramos nuestra política climática, estaríamos en un sendero muy diferente", dijo a IPS la activista Andrea Harden-Donahue, del no gubernamental Consejo de Canadienses, uno de los auspiciantes de la encuesta.

La vasta mayoría (87 por ciento) de los entrevistados coincidieron en que el cambio climático era resultado de un excesivo enfoque en el crecimiento económico y en el consumo.

En su abrumadora mayoría también coincidieron con la declaración: "Necesitamos tener una economía que esté en armonía con la naturaleza, que reconozca y respete el planeta".

Las preguntas de la encuestas estaban basadas en las acordadas por los participantes de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra realizada a inicios de este año en Cochabamba, Bolivia.

La encuesta canadiense es una de varias que integran el llamado Referendo Mundial sobre Cambio Climático, que documentará las opiniones de las personas sobre el tema en todo el planeta.

Los resultados finales serán presentados en la conferencia de Cancún.

La encuesta también concluyó que más de 70 por ciento de los canadienses están a favor de derivar gastos militares a esfuerzos para reducir los gases invernadero, así como de la idea de crear un Tribunal Mundial de Justicia Climática que juzgue y castigue a los países y a las empresas cuyas acciones contribuyan al recalentamiento planetario.

Más de 80 por ciento de los canadienses creen que el gobierno debería invertir en "empleos verdes" y en programas de transición para trabajadores y comunidades afectadas negativamente por un alejamiento del uso de combustibles fósiles.

"Hay una verdadera desconexión entre el gobierno y el público en Canadá sobre el cambio climático", dijo Harden-Donahue.

Esa desconexión despierta importantes dudas sobre el estado de la democracia canadiense, afirmó.

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