Por primera vez, alguien preguntó a los pequeños agricultores de Benín, Burkina Faso, Níger, Senegal y otros países de África occidental cómo alimentar a sus poblaciones. Y contestaron con un rotundo no a la revolución verde que promueve, entre otros, la Fundación Bill y Melinda Gates
En el continente africano viven 240 millones de desnutridos.
En vez de nuevas semillas híbridas, fertilizantes y pesticidas químicos, quienes se dedican a la agricultura familiar en África occidental dicen querer usar las semillas locales, evitando gastar dinero en productos químicos y haciendo que las investigaciones agrícolas públicas satisfagan sus necesidades, según una investigación multimedia presentada este sábado, Día Mundial de la Alimentación.
"Estos pequeños agricultores tienen una visión clara. Rechazan el enfoque de la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA, por sus siglas en inglés)", dijo el coautor del informe, Michel Pimbert, del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED, por sus siglas en inglés), con sede en Londres.
Para elaborar la evaluación dada a conocer este sábado, "pequeños agricultores y otros productores de alimentos escucharon e interrogaron a expertos agrícolas y a otros, y luego presentaron sus propias recomendaciones", dijo Pimbert a IPS.
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"Las políticas e investigaciones sobre alimentos y agricultura tienden a ignorar los valores, necesidades, conocimientos y preocupaciones de las mismas personas que nos proveen de los alimentos que todos comemos y, en cambio, a menudo son funcionales a poderosos intereses comerciales, como los de las empresas multinacionales de venta de semillas y alimentos", enfatizó.
El relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, respaldó la necesidad de un cambio fundamental en las investigaciones alimentarias y agrícolas para volverlas más democráticas.
"Aplaudo los esfuerzos descritos aquí para organizar jurados de ciudadanos y evaluaciones de agricultores sobre las investigaciones agrícolas en África occidental", escribió De Schutter a propósito de la publicación del IIED, titulada "Democratising Agricultural Research for Food Sovereignty in West Africa" (Democratizando las investigaciones agrícolas para la soberanía alimentaria en África occidental).
Ésta incluye vídeos y archivos de audio con las voces de los productores de alimentos de toda la región.
Alrededor de 500-000 africanos practican la agricultura en predios de menos de dos hectáreas. La mayoría son mujeres.
Preocupa el hecho de que las investigaciones públicas sobre agricultura en África sean financiadas principalmente por países donantes. Al aportar el dinero, estos controlan qué tipo de investigación se realiza, lo que casi siempre refleja una tendencia científica y tecnológica común en el Norte industrializado, que favorece la compra anual de ciertas semillas híbridas y fertilizantes químicos, dijo Pimbert.
Para averiguar qué quieren los pequeños agricultores que las investigaciones hagan por ellos, se llevó a cabo una evaluación independiente, liderada por los propios cultivadores en Malí.
A tales efectos, dos jurados, integrados por entre 40 y 50 agricultores y otros productores de alimentos, analizaron los hallazgos y abordaron temas específicos, como qué clase de investigación agrícola quieren los pequeños cultivadores y cómo pueden ser más democráticos esos estudios.
Los jurados escucharon e interrogaron a una amplia gama de expertos de África y Europa. Consideraron las evidencias presentadas a la luz de sus propias experiencias y acordaron una serie de recomendaciones para sus respectivos gobiernos.
Entre ellas, propusieron una participación directa de los agricultores a la hora de determinar la agenda de investigaciones y las prioridades estratégicas, así como investigar las variedades tradicionales y la agricultura ecológica y que esto sea financiado por sus propios gobiernos.
Los jurados, de integración heterogénea, funcionan como observadores electorales, para garantizar que todo el proceso sea abierto y participativo.
"Esto nunca antes había ocurrido en África occidental", dijo Pimbert, quien considera que esa participación ciudadana es fundamental para lograr la seguridad alimentaria, medios de sustento locales, bienestar humano y resistencia al cambio climático.
Luego de la crisis alimentaria de 2008, cobró impulso la AGRA. Se trata de un esfuerzo de 400 millones de dólares liderado por el ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Kofi Annan (1997-2006) y financiado por las fundaciones Gates y Rockefeller.
AGRA aspira a duplicar o cuadruplicar los rendimientos de los pequeños establecimientos rurales.
"Nuestros asesores han salido a hablar con los agricultores. Estamos intentando incluir sus voces", dijo en una entrevista la directiva de AGRA Sylvia Mathews Burwell.
"Los agricultores quieren una investigación agrícola que les ayude a alimentar a sus familias y a tener producción extra para vender en el mercado", agregó.
AGRA financia el desarrollo de nuevas variedades de semillas, así como la mejora de la fertilidad de los suelos, del acceso al mercado y de la educación de los agricultores. Actualmente no destina fondos a cultivos genéticamente modificados.
Sin embargo, el objetivo de AGRA parece ser "que los agricultores dependan de los insumos y de los mercados, en vez de que se hagan cargo", dijo Hans Herren, presidente del estadounidense Millennium Institute y ganador del Premio Mundial de la Alimentación en 1995.
"Ya hemos visto, a partir del ejemplo de Estados Unidos y la Unión Europea, a dónde conduce esta dependencia: menos agricultores, precios más bajos, más personas desempleadas", señaló.
Herren copresidió la Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD), un esfuerzo que insumió tres años y concluyó que para alimentar al mundo serán vitales los agro-ecosistemas que combinen la producción alimentaria con un suministro de agua limpia, preservando la biodiversidad y mejorando los medios de sustento de los pobres.
Para Philip Bereano, de la Universidad de Washington en Seattle, "los pequeños agricultores y sus organizaciones auténticas (cooperativas, pequeñas escuelas técnicas rurales y similares) han mostrado que los enfoques agroecológicos pueden producir adecuadamente".
AGRA "no consultó a los pequeños agricultores, ni escuchó sus consejos, ni siguió sus sugerencias", dijo Bereano a través del correo electrónico.
Bereano integra la organización AGRA Watch, que sostiene que los principales donantes del Norte rico están presionando para desarrollar un modelo industrial de agronegocios en África.