Judith Sikhosana acaba de dar a luz a un niño sano. Y aunque hasta ahora ha cumplido estrictamente los consejos de los profesionales de la salud sobre atención post-natal, hay algo que todavía no entiende: por qué debería circuncidar a su bebé.
"Me aconsejaron sobre los beneficios de la circuncisión para mi bebé debido al VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), pero es apenas un pequeño (de cuatro meses). No debería estar pensando en esas cosas", dijo Sikhosana.
Añadió que no conocía a otras madres que hayan circuncidado a sus bebés y no deseaba ser la "pionera" en ese sentido. "Lo pensaré más adelante", dijo, mientras otras mujeres que la acompañaban asentían con la cabeza.
Enfermeras en las clínicas de Bulawayo coincidieron en que la actitud de Sikhosana frente a la circuncisión infantil masculina no es aislada.
La práctica es promovida a partir de este año por el Ministerio de Salud y Bienestar Infantil, pero recién está comenzando a ganar atención pública.
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La circuncisión neonatal es considerada una forma segura de reducir las infecciones en el largo plazo. Sin embargo, algunos grupos señalan que se trata de una violación a la integridad física de un ser humano que no tiene edad para decidir por sí mismo.
El Consejo Nacional del Sida en Zimbabwe alertó que si no se aceleraba la práctica se podrían revertir los avances del país contra la enfermedad.
Según el Ministerio de Salud y Bienestar Infantil, sólo 5.000 hombres zimbabwenses han sido circuncidados desde 2007.
Estudios han demostrado que la circuncisión, que consiste en la extirpación del prepucio del pene, reduce 65 por ciento la probabilidad de contagio del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) de la mujer al varón en una relación sexual vaginal.
Pero la renuencia de madres como Sikhosana indica que todavía falta un largo camino antes de que la práctica se consolide, dijo la partera Thubelihle Mkhwebu.
Muchas madres nuevas sostienen que la lucha contra el VIH debería estar confinada a los adultos, y no quieren que sus hijos sean "cortados". "Todavía tenemos que hacer mucho trabajo para convencerlas", señaló Mkhwebu.
La circuncisión masculina es un rito aún practicado en algunas comunidades, pero expertos señalan que se trata de una tradición moribunda en Zimbabwe.
"No muchas madres nuevas entienden bien por qué un niño debería ser circuncidado, y muchas afirman que no es parte de su cultura, y ni siquiera de su religión", explicó Mkhwebu.
El Plan de Emergencia del Presidente (de Estados Unidos) para el Alivio del Sida donó botiquines médicos para circuncisión masculina por cinco millones de dólares en septiembre.
El Ministerio de Salud y Bienestar Infantil procura que 80 por ciento de los hombres adultos sexualmente activos y los niños recién nacidos estén circuncidados para 2015.
Nyarai Moyo, una nueva madre que asiste a una clínica post-natal en el suburbio de Nkulumane, contó que había discutido con su esposo la posibilidad de circuncidar a su hijo recién nacido. Pero él no está convencido.
"A mí no me importa siempre que sirva para proteger a mi bebé, pero no es una decisión que pueda tomar yo sola", dijo Moyo.
"Mi esposo no lo tomó muy bien, y dijo que si él no estaba circuncidado no entendía por qué debería estarlo su hijo. Él cree que debe ser su pequeño quien decida por sí mismo cuando crezca", afirmó.
La lenta respuesta a la circuncisión neonatal podría atribuirse también a la falta de conocimiento y comprensión de la población sobre el sida entre los zimbabwenses, según reveló un estudio de 2009.
Existe una mayor comprensión del problema en los sectores más educados y acomodados. La resistencia a la circuncisión es fuerte en las madres que acuden a clínicas de lugares de bajos recursos.
Algunas pocas apoyan la iniciativa. Jennifer Muza, madre de un niño de un año, dijo estar dispuesta a circuncidarlo.
"Nunca lo había pensado, pero ¿por qué no? Puedo circuncidarlo. No es gran cosa", dijo Muza confiada.
