El próximo miércoles se realizará en Argentina un censo nacional de población que, entre otras cosas, se propone recoger datos sobre afrodescendientes, indígenas y parejas gay, aunque para ello deberá superar una densa nube de polémica y desconfianza.
El conteo se llevará a cabo entre las 8 y las 20 horas, y para ello se declaró ese miércoles 27 día feriado y sin actividad comercial. Seiscientos mil censistas recorrerán viviendas, hospitales, cárceles o geriátricos en todas las provincias del país.
El Censo 2010 de Argentina coincide con el recuento de población en 70 países que se realiza tradicionalmente cada 10 años. El último en este país fue en 2001 y arrojó una población total de 36,2 millones de habitantes, 11 por ciento más que en 1991.
El registro intentará rastrear a la población afrodescendiente, invisibilizada desde fines del siglo XIX cuando se la contabilizó por última vez.
Pero el censo se ve cercado por la polémica. Mediante campañas en redes sociales en Internet, cadenas de mensajes de correo electrónico y notas periodísticas se generó un clima de desconfianza, miedo y rechazo.
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Se ha difundido el temor de que el conteo sea aprovechado por delincuentes que, haciéndose pasar por censistas, ingresen a robar a los hogares. El gobierno de la presidenta Cristina Fernández prometió una mayor presencia de seguridad en las calles ese día y señaló que los funcionarios llevarían credenciales "inviolables".
"Temor y sospechas amenazan el censo", fue uno de los títulos del conservador diario La Nación, que recoge y amplifica los temores. El rotativo también lanzó una encuesta con la pregunta: "¿Usted le abrirá la puerta al censista?"
Estos recelos se añadieron a la controversia existente desde la intervención del gobierno en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) a comienzos de 2007, cuando se desplazaron a expertos y funcionarios de ese organismo público.
A partir de esa avanzada gubernamental sobre una entidad de prestigio internacional, los datos de inflación, empleo, pobreza e indigencia publicados cada mes fueron vistos con recelo por algunos, que sospechaban una manipulación.
En vísperas de la salida de los censistas, técnicos del Indec que rechazan la intervención del gobierno pero que trabajan aún en el organismo publicaron un crítico informe titulado "Censo 2010: Lo que no se va a poder contar".
"El Censo Nacional de Población se ve empañado por serias falencias originadas todas ellas en la política de desmantelamiento institucional que llevó adelante la intervención del Indec desde enero de 2007", denunciaron los técnicos.
Según los autores, las tareas previas al censo se vieron interrumpidas y muchos expertos fueron desplazados y reemplazados por personal poco calificado "con la consecuente perdida de credibilidad" de todo lo realizado desde entonces.
El informe sostiene que se hicieron "pocas y apuradas" pruebas previas, y alerta que habrá "un enorme retroceso" en los datos sobre migraciones internas e internacionales respecto de censos anteriores. También relativiza los avances.
Por ejemplo, registrar a los miembros de pueblos originarios y a los discapacitados, un tema presentado por el gobierno como una novedad que hace al censo más inclusivo, fue algo ya realizado en el anterior, aseguraron.
Incluso, los técnicos critican que, en este recuento, esos tópicos se medirán con "menor profundidad" y solo en 10 por ciento de los hogares.
Para el censo hay dos clases de formularios, uno breve y otro extendido. En este último se preguntarán cuestiones referidas a poblaciones indígenas, afrodescendientes y discapacitados, pero sólo se hará en 10 por ciento de los hogares entrevistados.
"Para nosotros, el censo en manos de la intervención va derecho al fracaso", dijo a IPS Raúl Llaneza, empleado del Indec y miembro de la Comisión Técnica de la Asociación de Trabajadores del Estado, responsable del informe.
Por su parte, el economista Víctor Beker, profesor de la privada Universidad de Belgrano y ex director del Indec, dijo comprender los cuestionamientos, pero confió en que los datos recogidos podrían servir si son bien procesados.
Beber explicó a IPS que "las condiciones no son las mejores para un censo debido a la fuerte desconfianza que tiene la población, con justa razón, en toda la información que procesa el Indec".
Hay "muchas dudas" acerca del conteo, dijo, y opinó que era preferible normalizar primero la situación en el instituto. No obstante, manifestó su esperanza de que los datos que se recojan el miércoles 27 "sean rescatados por un Indec ya normalizado" y que sean útiles.
El censo tiene como objetivo "conocer las principales características habitacionales, datos demográficos, económicos y sociales de todos los habitantes en un momento determinado", según se explica desde el sitio oficial.
El ministro de Economía, Amado Boudou, responsable máximo del Indec, explicó que el censo no era "un acto del gobierno sino una cuestión de Estado", y exhortó a la población a abrir la puerta a los censistas, en su gran mayoría educadores.
Por su parte, la comunidad afrodescendiente está expectante por un conteo que los vuelve a incluir. La última vez que se censó a población negra en Argentina fue en 1895. Desde entonces se instaló el mito de su desaparición.
La epidemia de fiebre amarilla y la guerra de la Triple Alianza (1864-1870) habrían terminado con ellos, se decía. Sin embargo, más allá de que muchos ya no responden al estereotipo de negritud (piel oscura, cabello rizado) se estima que hay dos millones de descendientes de africanos en este país.
"Es muy interesante que se contemple esta variable, y habla del trabajo sostenido de visibilización que venimos haciendo las organizaciones sociales", dijo a IPS Ernesto Robledo, del Movimiento Afrocultural de Buenos Aires.
"Desde hace 10 años trabajamos para combatir el prejuicio racista que dio sus frutos al imponer la idea de que ya no hay negros", destacó.
No obstante, Robledo expresó su temor de que muchos de los consultados prefieran no reivindicarse como descendientes de negros, una condición que todavía se vive como una carga negativa por falta de sensibilización en la sociedad, señaló.
"Que se pueda cuantificar, saber cuántos somos, ya es un inicio, sobre todo para contrarrestar el prejuicio de que no hay negros, pero el gran desafío serán las acciones que podamos hacer después con esos datos", declaró el dirigente.