El auge de las redes sociales es apenas uno de los cambios que las nuevas tecnologías han generado en la vida cotidiana de las comunidades aisladas en el montañoso Bután.
La butanesa Anjali Bista, de 11 años, tiene 71 amigos en la red social Facebook, pero ni siquiera conoce a la mitad en persona.
Uno o dos la han visitado, llevándole obsequios a su llegada a este país del Himalaya, ubicado entre China e India, que ha estado aislado durante siglos y que actualmente intenta una apertura, aunque imponiendo límites al ingreso de turistas extranjeros.
Pero la cantidad de visitantes que viajan a la Tierra del Dragón del Trueno también refleja hasta qué punto las mejores comunicaciones, entre ellas Internet, permiten que Bután se abra gradualmente al mundo.
En este país asiático hay más de 32.000 usuarios de Facebook, según estimaciones de Candytech, que se especializa en mercadotecnia y en el desarrollo de aplicaciones para esa red social. Ese número representa casi cinco por ciento de los habitantes de Bután, pero 65 por ciento de su población conectada a la red de redes.
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El terreno predominantemente montañoso de esta nación sin salida al mar le ha dificultado al gobierno instalar sistemas de telecomunicaciones en las áreas rurales.
La mayor parte de la población vive en las tierras altas centrales, a las que sólo se puede acceder mediante escarpadas carreteras o estrechos senderos.
Pero el gobierno y el sector privado lentamente construyen redes incluso en los lugares más apartados, reduciendo la distancia entre el reino y el resto del mundo.
Kezang, de 23 años, inició este mes un curso del gobierno sobre desarrollo de habilidades empresariales, y planea abrir pronto una cuenta en Facebook.
"Todos están en Facebook", dijo sonriendo.
Si el gobierno aprueba su propuesta empresarial al final del curso, de un mes de duración, Kezang inaugurará su propio restaurante, y planea usar Facebook para promocionarlo.
Quien le dio la idea fue el empleador de su padre, Ten Dorji, dueño de una agencia de viajes llamada Authentic Bhutan Tours, que ha aprovechado tanto Facebook como Twitter para publicitar sus servicios.
En el centro de Timbu, Yanchen Lhamo, de 23 años, que como muchas todavía prefiere usar el "kira", vestido tradicional para las mujeres, administra un comercio que vende artesanías.
Mientras espera que lleguen clientes, ingresa a Facebook y mantiene conversaciones con sus amigos.
"La tecnología ha cambiado mucho. Del mismo modo que Bután está cambiando mucho La moda y las preferencias de la gente están cambiando, y esto afecta en buena medida a nuestra cultura y tradiciones", dijo Yanchen.
El gobierno cobra un arancel de 200 dólares diarios a los visitantes, a fin de evitar un turismo masivo en lo que se conoce como uno de los últimos paraísos terrenales, pero Internet y las posibilidades que ésta ofrece ayudan a pasar por alto esas limitaciones.
Las comunicaciones básicas ya generaron enormes cambios en la vida cotidiana de las comunidades aisladas de Bután.
Suresh, de 21 años, trabaja en un centro turístico en Timbu, y va a la escuela pública en la capital desde hace cinco años. Cuando visita a sus padres y hermana en su sureña ciudad natal de Tsirang, durante el invierno —baja temporada para el turismo—, llegar hasta allí le insume un día de viaje por tierra.
La instalación de servicios telefónicos en 79 de los 201 grupos de aldeas, entre ellas la de Suresh, ha ayudado a facilitar las comunicaciones entre familias como la suya.
En muchas áreas rurales, el gobierno creó centros comunitarios con líneas de telefonía fija y puso a disposición servicios de telefonía celular.
Estos avances pueden parecer ínfimos en relación a otros países asiáticos, donde están al alcance tecnologías más sofisticadas, pero han marcado un mundo de diferencia en las vidas de muchos butaneses.
Ten Dorji recordó que antes de que se instalaran las líneas telefónicas en su aldea del sudoriental distrito de Trashigang, él les enviaba cartas a sus padres, pero nunca estaba seguro de que llegaran a destino.
"A veces las cartas no se entregaban porque cuando llegaba el cartero mis padres estaban en la granja y no había nadie en casa para recibirlas", relató.
Luego de instalarse las líneas fijas en un centro comunitario, sus padres pudieron hablar con él, pero de todos modos tenían que caminar durante dos horas y media para llegar allí. Y antes de eso, Ten Dorji tenía que enviar un mensaje para que les avisaran a sus padres a qué hora los llamaría.
Actualmente, los avances tecnológicos le han vuelto mucho más fácil comunicarse con sus padres, en cualquier momento y desde cualquier lugar.
En 2009 hubo un crecimiento anual de 50 por ciento en la suscripción a la telefonía celular, llegando a 460.000 clientes, según BuddeComm, un sitio de Internet que realiza investigaciones en materia de telecomunicaciones.
La firma privada Tashi InfoComm Ltd, que espera conectar a los 20 distritos de Bután para 2011, reportó una base de 73.000 suscriptores, quedándose con 20,5 por ciento del mercado dominado por la estatal Bhutan Telecom.
Aunque el crecimiento anual de las suscripciones a Internet es de apenas tres por ciento, las redes sociales han cobrado tanto impulso que algunas oficinas del gobierno, como el Ministerio de Salud, han bloqueado el acceso a Facebook durante el horario laboral, señaló el periódico nacional Kuensel.