El acoso y la explotación sexual por funcionarios fronterizos constituyen las mayores amenazas para las mujeres que se dedican al comercio informal en África, señaló el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem).
En un estudio para el cual fueron entrevistadas 700 comerciantes informales en sus hogares, lugares de trabajo y mercados de Zimbabwe y Swazilandia, así como en puestos fronterizos de Sudáfrica, Unifem describe el hostigamiento que sufren éstas a manos de policías, soldados y funcionarios aduaneros si se niegan a pagar coimas.
"El mayor desafío es el acoso en las fronteras por parte de funcionarios aduaneros, y el hecho de que las comerciantes no puedan acceder a la información necesaria", dijo Nomcebo Manzini, directora regional de Unifem para África Austral, al presentar los resultados de la investigación el martes en Tshwane (ex Pretoria).
El estudio describe a Sudáfrica como un país de "verdes pasturas", al que llegan personas de naciones vecinas para comprar y vender artículos.
Unifem calculó que casi tres cuartas partes del comercio informal fronterizo contribuyen a los ingresos de los gobiernos a través del pago de derechos de aduana.
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A pesar de la falta de información estadística formal, algunas estimaciones señalan que el sector representa entre 30 y 40 por ciento del comercio dentro de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC).
Noventa por ciento de las comerciantes encuestadas tenían educación secundaria e incluso superior. Se ven arrastradas a la informalidad en parte debido a la falta de empleos en la tambaleante economía de Zimbabwe.
El desempleo es identificado como un motor estructural del comercio fronterizo informal.
Ottilia Chikosha, de la Fundación de Mujeres para la Promoción de las Exportaciones Regionales, con sede en Harare, estimó que 70 por ciento de las zimbabwenses en edad productiva participan del comercio fronterizo.
Chikosa señaló que el fenómeno se ve alimentado por el "círculo vicioso de la pobreza". "Necesitamos dinero para las escuelas, necesitamos dinero para la comida, para la renta. No podemos sentarnos aquí y no hacer nada si no hay soluciones", afirmó.
Pero este tipo de actividades implican riesgos. "Hay todo un tema en relación con la seguridad. Una vez que las comerciantes llegan a su país de destino, realmente tienen que luchar para encontrar alojamiento, y en muchos casos terminan durmiendo en las calles", explicó Manzini.
El estudio de Unifem describe los riesgos que corren las comerciantes informales para hacer su trabajo. Dependen del transporte público, que es costoso y por lo general está en malas condiciones. Además, son vulnerables a robos y acoso sexual.
La dificultad para obtener préstamos y comenzar un pequeño negocio las obliga a pedir dinero a usureros.
Funcionarios fronterizos corruptos muchas veces se aprovechan del limitado conocimiento que éstas tienen sobre los procesos aduaneros, y confiscan ilegalmente sus productos.
Muchas son forzadas a tener relaciones sexuales a cambio de alojamiento, transporte y paso en la frontera. Cuando regresan a sus casas, a veces después de varias semanas, son acusadas de prostitución y estigmatizadas.
Chikosa sostuvo que el mayor desafío es hacer que estas mujeres se integren a la economía formal. "Tienen opciones limitadas en términos de acceso a mercados. Quieren acceder, pero los gobiernos no crean estructuras que las ayuden", indicó.
El régimen comercial simplificado del Mercado Común para África Oriental y Austral (Comesa), por ejemplo, ha mejorado el tráfico dentro del bloque, pero beneficia sobre todo a pequeños y medianos empresarios, no a comerciantes informales individuales.
El régimen permite una exoneración de tarifas y facilita el proceso aduanero, pero sólo se aplica a bienes originados en países miembros. La mayoría de las comerciantes informales trabajan con productos importados a bajo costo de Asia, como vestimentas, artículos del hogar o alimentos.
Por tanto, el régimen de Comesa tiene escaso impacto positivo en sus vidas.
"En el contexto de Sudáfrica, como un país receptor de comerciantes, hay una necesidad clave de entender temas como la provisión de servicios de apoyo y asesoramiento a ellas", afirmó Manzini.
"Tenemos que pensar en cómo hacer que estas transacciones sean lucrativas. Sudáfrica también se beneficia. Las comerciantes compran sus cosas aquí, ayudan a mantener andando la economía sudafricana", subrayó.