La japonesa Toshiko Hamamako se incorporó temblorosa y se dirigió al público, pero no por pánico escénico. Su problema comenzó hace décadas.
El 6 de agosto de 1945, cuando ella era niña, Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, 700 kilómetros al oeste de Tokio. A los tres días lo hizo sobre Nagasaki y terminó la agresión japonesa y el conflicto en el Pacífico.
Hamamako recién se atreve a hablar en público sobre su vida 60 años después de lo ocurrido.
"Me aterraba hablar de pie, frente al público, pero también fue una experiencia personal importante", señaló la mujer de 66 años, en la conferencia sobre el Tratado de No Proliferación Nuclear (TPN), realizada en mayo en Nueva York.
Junto a ella había otros "hibakusha", sobrevivientes de la bomba atómica.
[related_articles]
Sus relatos sobre enfermedades y tratamientos dolorosos siguen siendo una prueba poderosa sobre la devastación causada por el arma letal.
Su sufrimiento no fue sólo por las quemaduras de la radiación y los consiguientes problemas médicos, sino por la estigmatización y discriminación que padecen los sobrevivientes y sus familias.
"Nos evitaban porque estábamos contaminados", relató Hamamako. También se estigmatiza a los hijos de los sobrevivientes.
"Conté lo horrible que es ser una hibakusha", señaló Hamamako, quien ahora vive con su esposo y su hija en Saitama, un barrio al oeste de Tokio.
"Mi madre nunca me habló de aquella época porque no le gustaba recordar el prolongado sufrimiento que vivieron ella, mi hermana y todo su entorno. La radiación las afectó mucho, tienen quemaduras que nunca se curaron", añadió.
Cuando Hamamako se casó, su esposo le hizo prometer que mantendría en secreto su condición para no ser discriminados.
"Respeté su deseo. Fue hace dos años que decidí hablar y estoy contenta de haberlo hecho. Ahora me doy cuenta de la importancia que tiene mi historia para el mundo", añadió.
"Sabía que les llegaba", señaló, por su parte, Hiroshi Nakamura, de 67 años, otro sobreviviente, que habló en la misma conferencia Hamamako. "Mi mensaje sobre los horrores de la bomba atómica fue mucho más efectivo que muchos libros y películas", añadió.
Los relatos de los sobrevivientes no serán sobre la catástrofe propiamente dicha porque eran muy jóvenes, pero los activistas sostienen que realzan las consecuencias del bombardeo y de la exclusión social que duró años.
"Personas como Hamamako son fundamentales para que el mundo aprenda la lección de Hiroshima", explicó el profesor Mitsuo Okamoto, responsable del Centro para la Paz y no Violencia de Hiroshima.
"Sus relatos son una continuación de la labor desempeñada por la generación mayor de sobrevivientes, cuyos relatos de aquel día fatídico impulsaron acciones globales por la paz", añadió.
Hay 162.000 sobrevivientes reconocidos oficialmente, según estadísticas. Más de 60 por ciento tienen entre 70 y 80 años y sufren de enfermedades relacionados con la radiación, como cáncer y estrés.
La bomba de uranio, lanzada por aviones estadounidenses sobre Hiroshima, creó una enorme nube de radiación con forma de hongo y dejó 140.000 personas, 40 por ciento de la población de la ciudad.
La cantidad de víctimas en Nagasaki fue similar, 73.884 desaparecieron al instante y otras 74.909 quedaron heridas.
Sesenta y un por ciento de los 1.500 hibakusha, de alrededor de 60 años, entrevistados para una encuesta realizada en julio por el periódico Asahi, dijeron que comenzaron a abrirse y a contar sus historias después de 2005.
Muchos analistas sostienen que el prolongado silencio se debe al estigma social y al miedo a no poder casarse porque numerosos japoneses creen que la salud de los hijos y los nietos de hibakusha no es buena.
Nakamura, de hecho, compara su situación con la de una condena a muerte porque no sabe cuándo le diagnosticarán una enfermedad relacionada con la radiación.
Este año, Nakamura se siente animado con la noticia de que el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, decidió participar en la ceremonia del 65 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. También participarán por primera vez representantes de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
"Nos da una gran fuerza para seguir adelante", señaló Nakamura, quien perdió a su madre de cáncer.
La reacción de sus compatriotas es uno de los grandes obstáculos que deben sortear los hibakusha.
Sobrevivientes y activistas se quejan de que los libros de texto no aportan suficientes información sobre el conflicto en el Pacífico ni sobre la Segunda Guerra Mundial, en especial el papel de Japón y su cruel colonización de los países de la región.
"Muchas veces siento que los japoneses creen que somos un fastidio porque siempre revivimos el papel de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Es triste", se lamentó Hamamako. "Pero seguiremos hablando", remarcó.