El gobierno de México quiere promover los predios privados dedicados al uso sustentable de la naturaleza, una herramienta creada en 1997 en este país megabiodiverso, pero que aún tiene muchas deficiencias, según expertos.
Hace 10 años, el ingeniero Luis Alvarado decidió comprar un predio en un municipio del centro de México, degradado por la tala ilegal y el olvido.
Esas tierras, unas 25 hectáreas, componen hoy la unidad de manejo ambiental (UMA) Temaxcal, establecida en 2002 en el poblado de Amecameca, 58 kilómetros al sureste de la capital mexicana. Aquí habitan unas 70 especies animales y unas 200 vegetales.
Situado a 2.420 metros sobre el nivel del mar, Temaxcal se encuentra en las faldas del volcán Iztaccíhuatl, de 5.286 metros de altura. Ofrece visitas y diferentes formas de contacto con la naturaleza, educación ambiental y talleres de manejo de recursos naturales.
También se crían animales silvestres, como el venado de cola blanca (Odocoileus virginianus), que tiene varias subespecies en peligro de extinción, para su posterior liberación e introducción en la zona.
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La zorra gris, el halcón cola roja y la lechuza campanario son otras especies nativas criadas en Temaxcal.
"Empezamos a trabajar en reforestación. La experiencia nos ha demostrado que se puede cuidar el bosque y beneficiarnos de él", dijo a Tierramérica el director del proyecto, Francisco Paiz, originario de la localidad y a cargo de la organización no gubernamental Mater Natura, que desde 2004 administra Temaxcal.
Crecen árboles como el ayacahuite, el oyamel, el ciprés de Moctezuma o ahuehuete (Taxodium mucronatum) y el cedro.
"Con los años se ven los cambios: ha regresado la fauna, se ha detenido la deforestación y se ha recuperado el suelo", aseguró Paiz.
Para este año se planifica la siembra de 5.000 árboles de varias especies. Y se esperan varios ejemplares del conejo de los volcanes o teporingo (Romerolagus diazi), endémico de la región y también amenazado.
En julio, Temaxcal recibió más de 250 visitantes. Según sus responsables, su modesto presupuesto semanal, de 267 dólares, se sustenta con lo que se recauda de las actividades productivas y educativas y de las visitas.
Las UMA (Unidades para la Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre) son básicamente predios en los que se utilizan los recursos naturales existentes, en forma directa o indirecta y con un plan de manejo. Los beneficios económicos quedan en manos de sus propietarios.
Se trata de "un buen ejemplo de lo que podemos hacer para dar valor económico a los ecosistemas", sostuvo en un seminario organizado por Tierramérica el biólogo José Sarukhán, coordinador de la gubernamental Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
"La biodiversidad no ha tenido un valor económico", agregó.
Las primeras UMA aparecieron en 1997, cuando la entonces Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca las creó como parte del Programa de Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva en el Sector Rural 1997-2000. La pesca pasó luego a otra órbita. Y hasta el 15 de julio, la cartera ambiental, o Semarnat, tenía inscritas 9.824 unidades, ocupando algo más de 34 millones de hectáreas que representan 17 por ciento del territorio mexicano y han generado unos 393 millones de dólares para sus dueños.
Compiten por financiamiento y respaldo técnico con las 174 áreas protegidas federales, que se extienden en algo más de 25 millones de hectáreas.
Las formas de propiedad de las UMA son variadas, desde dueños individuales hasta comunales y ejidales.
Los ejidos fueron otorgados a un núcleo de población como parte del reparto agrario. Los terrenos comunales pertenecen a una comunidad, pero no están parcelados ni tienen títulos de propiedad.
Las UMA "son una buena herramienta para proteger la biodiversidad y generar beneficios, pero les faltan muchos apoyos, como más fondos y asesoría técnica", señaló a Tierramérica el fundador y encargado del manejo de cuencas de la no gubernamental Colectividad Razonatura, Olmo Torres.
Las actividades frecuentes son la cacería deportiva, de ejemplares criados y de especies que no estén bajo amenaza, el aprovisionamiento de insumos para la industria y la artesanía, el ecoturismo, la investigación y la educación ambiental.
No existen normas para alentar o desalentar su implantación en ciertas zonas, pero son mucho más abundantes en los norteños estados de Coahuila y Sonora, en Nuevo León y Tamaulipas —nororiente— y en el sudoriental Tabasco.
En el estado de México, donde se encuentra el municipio de Amecameca —"lugar donde los papeles señalan" en lengua indígena náhuatl—, hay al menos seis unidades.
En Temaxcal, el visitante se deleita con atractivos como el arroyo Tomacoco, que fluye desde la cima del volcán y significa "distribuidor del sustento de la vida" en náhuatl, y un ejemplar de ciprés de Moctezuma conocido como "el candelabro" por la forma de sus ramas, que cuenta ya 200 años de edad y una altura de 40 metros.
Además, por aquí se pasea Coatepoxtle, un espíritu guardián del bosque, según una leyenda del lugar.
Para obtener la calificación de UMA, los propietarios del terreno deben presentar los papeles que acrediten sus derechos, planes de manejo de la fauna y flora nativas, y de contingencia para lidiar con especies exóticas. La Semarnat concede autorizaciones tras evaluar la información e inspeccionar los predios.
Como Temaxcal, las UMA pueden ser auténticos laboratorios ecológicos. Aquí, dos celdas solares suministran electricidad y se planifica la recolección de agua de lluvia para uso doméstico.
México figura entre las 15 naciones de mayor diversidad biológica del mundo. Pero ya ha perdido 56 especies animales, y casi 1.900 especies de todos los géneros naturales están bajo algún tipo de amenaza, según la Conabio.
"Las UMA pueden crear corredores biológicos sin afectar la propiedad de la tierra. Pero hay que repensar y reestructurar las categorías existentes", sugirió Torres, biólogo de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
En el transcurso de este año la Semarnat modificará el mecanismo, que pasará a llamarse Predio Integrado al Manejo de Vida Silvestre Confinado y que catalogará de forma más específica sus modalidades y fines productivos.
* Este artículo fue publicado originalmente el 31 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.