Pescadores arrojan un salvavidas a la langosta mexicana

Ante la voraz demanda internacional de las langostas del Pacífico y el Atlántico mexicanos, pescadores y organizaciones ambientalistas se unen para adoptar una captura sustentable, aunque el beneficio económico aún no llega.

Pescadores de Quintana Roo capturan y cuidan a las langostas. Crédito: Cortesía de la Iniciativa Ecuatorial
Pescadores de Quintana Roo capturan y cuidan a las langostas. Crédito: Cortesía de la Iniciativa Ecuatorial
La langosta roja de California (Panulirus interruptus) es una especialidad de la cocina del extremo noroccidental de México, sobre el océano Pacífico. Se la come frita, hervida, con tortillas, arroz y frijoles o en otras muchas preparaciones. Pero sobre todo se la exporta, y a tal punto que la especie se encuentra en estado crítico.

"Ya traíamos el cuidado de la langosta de años atrás, nosotros mismos nos regulábamos. Tenemos la causa de mantener el producto con algunas medidas que hemos adoptado y otras que nos han recomendado", explicó a Tierramérica Jesús Camacho, de la Federación Regional de Sociedades Cooperativas de la Industria Pesquera (Fedecoop).

Con sede en Ensenada, cerca de la frontera con Estados Unidos, Fedecoop ejecuta un proyecto de pesca sustentable en la Península de Baja California, unos 2.700 kilómetros al noroeste de la capital mexicana, con apoyo de la no gubernamental Comunidad y Biodiversidad.

Tras un proceso de tres años, Fedecoop obtuvo en 2004 el certificado de pesca sustentable del internacional Consejo de Administración Marina (MSC por sus siglas inglesas), creado en 1997 por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la transnacional anglo-holandesa Unilever, una de las procesadoras de pescado más grandes del mundo.
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La extensión del eco-certificado azul, que tiene una duración de cinco años, comprende todo el proceso de captura, y se otorga tras monitorear la situación de las poblaciones de langosta, el grado en que su explotación afecta al ecosistema y la ejecución de un estricto sistema de administración que garantice la existencia del recurso a largo plazo.

La pesca de langosta —cuyas hembras paren una vez al año— es con técnicas artesanales, a una profundidad menor de 20 metros, donde se mueven los ejemplares adultos en la primavera boreal para regresar en el otoño a aguas más hondas.

Los pescadores de Fedecoop emplean artes de pesca elaboradas por ellos mismos con un alambre especial, un recipiente para prenderlas y una ventana para que escapen las langostas más pequeñas.

En la zona hay al menos 592 embarcaciones y 1.212 pescadores langosteros, con unas 30.000 trampas en operación. Cada año, se recogen unas 1.350 toneladas de langosta roja en la temporada de captura, que dura algo más de cinco meses. El precio de venta es de unos 31 dólares por kilogramo.

"El sello nos ha dado un reconocimiento político que antes no teníamos. Pero hasta ahora no hemos tenido el incentivo de un mejor precio para los productos ambientalmente sanos", se quejó Camacho.

La asociación está conformada por 13 cooperativas y unos 1.500 pescadores de la zona. En mayo de 2009 empezó la revaluación para renovar el sello, con la esperanza de concluir el procedimiento este año. Fedecoop también se dedica a la pesca del abulón, un molusco de carne muy apreciada, de caracol y de pescado.

Independizado en 1999 y con sus oficinas centrales en Londres, MSC otorga el sello ecológico a pesquerías sustentables. De momento tiene 94 certificadas, una de ellas en Argentina, y 118 bajo examen, entre ellas una de Chile.

En Baja California hay dos proyectos en proceso de evaluación del MSC, sobre la pesca del atún y de la sardina.

Noventa por ciento de los ejemplares vivos de langosta capturados por Fedecoop tienen como destino Estados Unidos, Francia y China, el mercado más hambriento de langosta, que además no exige un manejo sustentable.

Europa demanda el producto congelado, una opción que podría añadir valor, pero que está más allá de las posibilidades de estos pescadores del Pacífico.

En el otro extremo del país, al este de la Península de Yucatán, la organización no gubernamental Razonatura y seis agrupaciones de la Federación de Cooperativas Pesqueras de Quintana Roo planifican lanzar la marca colectiva Chakay Langosta Arrecife Sano. El proyecto gira en torno a la evaluación de la pesca de la langosta del Caribe (Panulirus argus) en las reservas naturales de Banco Chinchorro y Sian Ka’an, en el estado de Quintana Roo, generar valor agregado con la denominación de origen y fomentar el lazo directo entre los pescadores y los consumidores, eliminado intermediarios. La captura anual es de unas 180 toneladas.

"Que se proteja la langosta no significa que no se aproveche de manera sustentable", dijo a Tierramérica el biólogo Kim Ley, de Razonatura.

Chakay se inició en 2004 a partir del gubernamental Programa de Recursos Biológicos Colectivos. Además de las cooperativas, constituidas por 300 familias de pescadores marinos, también participa la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

En Quintana Roo la pesca se ejecuta con lazos especiales, se evitan las hembras con huevas, y no se emplean tanques de aire comprimido, pues el buceo ocasiona muchos accidentes laborales, sobre todo por el síndrome de descompresión.

El estado de la langosta es crítico en las costas del Atlántico y en el Pacífico, desde Baja California en el norte, hasta América Central, en el sur, por la gran demanda que eleva las cotizaciones. Por eso, estos países han impuesto vedas a la captura en temporada de reproducción.

Uno de los problemas es la práctica ilegal: la captura de ejemplares pequeños y de hembras durante la veda, la pesca submarina y el empleo de artes de pesca inadecuadas, como las redes.

Sin embargo, el aprovechamiento sostenible no es imposible, siempre y cuando se base en evidencias científicas, afirma una investigación sobre la pesca de la langosta roja del experto Armando Vega, del Centro Regional de Investigación Pesquera del Instituto Nacional de la Pesca.

El estudio fue publicado en 2003 con el título "Sustentabilidad de la pesquería de langosta roja (P. interruptus) en la costa centro-occidental de la Península de Baja California y su importancia en el contexto regional: un caso exitoso de investigación, evaluación y manejo en México".

"Tiene que haber un trabajo coordinado entre el gobierno, la industria, los científicos y el sector social", sugirió el biólogo Ley.

Para Vega, el reto principal es optimizar la pesquería con base en el análisis de costos y beneficios e integrar la biología y la ecología de la especie con los factores económicos y sociales.

* Este artículo fue publicado originalmente el 21 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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