Factores ambientales, falta de cooperación y pesca excesiva causaron una profunda caída de las capturas de calamar illex (Illex agentinus) en el océano Atlántico sudoccidental, la zona más rica del mundo en esta especie.
En los primeros seis meses de este año, las capturas cayeron 50,4 por ciento respecto de igual período de 2009, que había sido también un muy mal año en comparación con 2008.
De las 58.000 toneladas capturadas en el primer semestre de 2009 se pasó a 29.000 en el mismo lapso de este año. En 2007, solamente los buques argentinos pescaron 232.000 toneladas, mientras los extranjeros, que se ubican al borde de la zona económica exclusiva, capturaron aún más.
Las exportaciones de esta especie, la segunda más vendida por Argentina después de la merluza hubbsi, retrocedieron 68 por ciento en volumen en el mismo período de este año, una contracción que empuja los precios al alza.
Empresas, organizaciones ambientales y científicos coinciden en que no hay una sola causa, sino una suma de factores que inciden en una especie de corta vida y muy sensible a las alteraciones de su hábitat.
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El calamar illex, que deleita al consumidor tanto relleno como en rabas fritas (también llamadas lulas o potas), vive un año. En su transcurso las hembras desovan para que el ciclo continúe con nuevos ejemplares en la temporada siguiente.
Las distintas familias de este calamar abundan en la zona económica exclusiva de Argentina, Brasil y Uruguay, y en aguas que rodean a las islas Malvinas, cuya soberanía disputan Argentina y Gran Bretaña, que las ocupó en el siglo XIX y las llama Falkland Islands.
"Es un recurso dinámico y sometido a fuertes fluctuaciones naturales, que podrían ser más frecuentes por el cambio climático", advirtió Guillermo Cañete, coordinador del Programa Marino de la Fundación Vida Silvestre Argentina.
El empresario Guillermo Jacob, de la firma Bahía Grande, dijo a IPS que su compañía pescó este año la mitad que en 2009 y ese año había obtenido 50 por ciento que en 2008.
Jacob atribuyó la caída a cambios naturales que llevan al calamar a buscar corrientes menos cálidas o más profundas. "Nuestros mecanismos de pesca son sustentables y no hay gran presión sobre el recurso", aseguró.
"De un año a otro hay grandes variaciones porque las condiciones ambientales están variando muchísimo, quizás por el cambio climático", especuló.
Sólo ahora, casi cuando cierra la temporada, hubo un repunte que podría salvar el año para algunos. Pero la mayoría de los empresarios están preocupados, sobre todo los que se dedican exclusivamente a esta especie.
Jacob descartó una merma por la presión de buques extranjeros que operan en la milla 201, en el área adyacente a la zona económica exclusiva, a unos 370 kilómetros de la costa.
Son barcos que compiten con ventajas porque están subvencionados para permanecer largas temporadas en alta mar con una tripulación que recibe salarios magros, aseveró.
En años de buena pesca, puede haber hasta 300 buques poteros (que usan máquinas diseñadas para capturar de forma selectiva a los calamares), provenientes sobre todo de Asia, además de algunos españoles que utilizan técnicas de arrastre, más depredadoras que la de los poteros, según ambientalistas.
Antes de desovar, las hembras pierden dinamismo, se hunden y no se dejan atraer por los poteros que tienen anzuelos especiales. En cambio las redes de arrastre capturan hembras y machos indiscriminadamente.
Según Cañete, "hay que evitar el efecto sinérgico entre las alteraciones naturales y el exceso de pesca", y elaborar "una política de adaptación" a las nuevas condiciones climáticas en el océano.
Pero para ello se requiere información, dijo, un insumo que en los últimos años escasea por problemas sindicales en Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), que desde hace dos temporadas no embarca observadores para pronosticar cómo será la siguiente temporada.
"No es fácil responder por qué merma el calamar. No tenemos información de que sea a causa de las capturas", declaró a IPS el director de Investigación de Inidep, Otto Wöhler.
A su juicio, el fenómeno parece responder a "causas naturales que provocan fluctuaciones muy notorias", pero esto "no se ha podido dilucidar".
"La pesca en la milla 201 afecta el potencial reproductivo" de la especie, reconoció, pero no hay información que permita confirmar o descartar esa hipótesis en esta temporada.
Según la Secretaría de Pesca, hay poco menos de un centenar de buques poteros registrados en este país y autorizados a capturar calamar illex en la zona económica exclusiva, y en años buenos puede haber hasta 300 en la milla 201.
Además, hay barcos que operan con licencias otorgadas por autoridades de Malvinas, que fijan distintos límites. Mientras Argentina exige preservar 40 por ciento de la especie para su reproducción, en Malvinas se establece un límite en toneladas.
Según una fuente consultada por IPS en la no gubernamental Fundación Nuestro Mar, la tendencia mundial para organizar las capturas en forma sustentable es crear organismos regionales en los que se fijen normas comunes.
Esa posibilidad se complica por el conflicto territorial entre Argentina y Gran Bretaña y las dificultades para patrullar mejor la zona adyacente a la milla 201, señaló la fuente que prefirió el anonimato.
Una comisión integrada por representantes de los dos países funcionó un tiempo controlando la pesquería, pero en 2005 Argentina dejó de participar por negarse a reconocer a los británicos derechos sobre la pesca en Malvinas.