IRÁN: Sanciones de potencias favorecen a China

Las nuevas sanciones de la Unión Europea contra Irán abren la puerta a compañías chinas deseosas de ampliar sus inversiones en un país considerado díscolo por Occidente.

El gigante asiático es el mayor socio comercial de Irán. Analistas chinos pronostican el surgimiento de lucrativas oportunidades geopolíticas y empresariales en la República Islámica. Pero la burocracia todavía duda sobre el papel que debe desempeñar Beijing en esta situación.

Ávida de energía, China firmó un acuerdo con Irán por decenas de miles de millones de dólares para tener un acceso privilegiado al sector de gas y petróleo.

Cortejar a la República Islámica, donde está la cuarta mayor reserva mundial de petróleo y la segunda de gas, ha sido un largo y arduo proceso. Beijing no tiene intenciones de poner en peligro lo que tanto le ha costado conseguir.

El diplomático chino Hua Liming, quien fuera muchos años embajador en Teherán, señaló en sus memorias que su trabajo en Irán, después de que China se convirtiera en importador de crudo a principios de los años 90, estuvo atado a la política energética.
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Irán fue el mayor proveedor de petróleo de China en 2009, detrás de Angola y Arabia Saudita.

Impulsada por sus necesidades energéticas, China emprendió una serie de proyectos en Irán, llenando de a poco el vacío dejado por las empresas occidentales, obligadas a retirarse por las sanciones internacionales.

Hay más de 100 empresas chinas en la República Islámica, que participaron en la construcción del tren subterráneo, centrales eléctricas, fundiciones y plantas petroquímicas.

El comercio bilateral alcanzó los 21.200 millones dólares en 2009. En los papeles, la Unión Europea sigue siendo el mayor socio comercial de Irán. Pero si se cuentan los productos chinos que llegan a la República Islámica a través de Emiratos Árabes Unidos, ya fue superada por China.

Algunos analistas creen que la actitud desafiante de Irán es porque tiene confianza porque China reemplaza a sus socios tradicionales.

"¿Quién puede culpar a Irán de ser tan rebelde teniendo a China de su lado?", señaló un analista en el mayor portal de Internet de ese país, china.com.

La presión internacional de los últimos años sobre Irán para que abandone su programa de enriquecimiento de uranio, llevó a muchas empresas occidentales a retirarse del país y Teherán comenzó a volcarse más hacia China en buscar de inversiones en el sector de gas y petróleo, señaló Harsh V. Pant, profesor del departamento de estudios sobre defensa, del King’s College, de Londres.

Las nuevas sanciones aprobadas por la UE harán que "China siga siendo la potencia que respalda a Irán y, Teherán no tendrá motivos para negociar con buena fe", dijo Pant a IPS.

Las medidas punitivas se concentran en la industria de gas y petróleo, la piedra angular de la economía iraní, así como en los servicios financieros y el comercio exterior.

Se prohibieron nuevas inversiones de la UE en el sector energético y en las exportaciones hacia Irán de equipos y tecnología para refinar, hacer prospecciones y producir gas natural

Los cancilleres europeos anunciaron las nuevas sanciones un mes después de que Estados Unidos implementara las suyas.

El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la cuarta ronda de sanciones internacionales en junio por el programa nuclear iraní.

China, miembro permanente del Consejo de Seguridad, respaldó la medida, pero sin llamar la atención.

"Ese país no quiere parecer enemistado con Occidente y espera mantener relaciones estratégicas con Teherán, pero tampoco quiere complicas sus relaciones con Washington", señaló Jonathan Holslag, investigador del Instituto de Estudios Contemporáneos de China, de Bruselas.

Beijing dio "señales sutiles, pero claras de que Irán quiere cooperar con la ONU", indicó Holslag, como la decisión de enlentecer la inversión en el pozo petrolero de Yadavaran y las demoras en hacer efectivo los préstamos.

Autoridades chinas se negaron a entrevistarse con el presidente de la República Islámica, Mahmoud Ahmadineyad, cuando visitó la Exposición de Shanghái.

Beijing camina por una delgada línea cuando la comunidad internacional la presiona para que actúe con responsabilidad y obligue a Teherán a abandonar su programa nuclear, al tiempo que pretender preservar sus intereses vitales en Irán.

China está a favor de la no proliferación de armas atómicas en el marco de su campaña para aumentar su peso internacional.

El intento de Beijing de suavizar las sanciones de la ONU no fue sólo para poder cubrir su demanda energética, explicó Holslag. Las autoridades chinas consideran que son contraproducentes porque "fortalecen a los conservadores" y alimentan el nacionalismo nuclear.

Un alto diplomático chino llamó la semana pasada a reanudar las conversaciones y a hacer un mayor esfuerzo diplomático para resolver el pulso por el programa nuclear iraní.

"China sigue por el camino de las negociaciones", declaró el canciller Yang Jiechi.

Irán exporta unas 27 millones de toneladas de crudo, al año, a China, pero la falta de conocimientos y de tecnología impide que prosperen los proyectos de desarrollo y prospección en ese país.

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