Cuando China diseñó la Expo Universal 2010 en Shanghái como un escaparate para su nueva diplomacia, probablemente no previó que ésta se convertiría en un imán para los países de Europa sacudidos por la crisis.
Varias misiones comerciales europeas se han trasladado a Shanghái en los últimos dos meses con el objetivo de atraer a inversores chinos, en un esfuerzo por impulsar sus debilitadas economías.
Una de las primeras en llegar fue la delegación de Bélgica, que intentó persuadir a la fabricante china de automóviles Geely de que comprara la alicaída planta de Opel en Antwerp y la añadiera así a su reluciente colección de adquisiciones europeas, entre las que figura nada menos que Volvo.
La ministra de Economía de Grecia, Louka Katseli, aprovechó la Expo para elogiar a Beijing por haber inyectado miles de millones de dólares en su país, azotado por una crisis de deuda soberana, e invitó a compañías chinas a hacer nuevos negocios en tierras griegas.
Antes, enviados comerciales de Bucarest se habían reunido con banqueros e inversores chinos para discutir una serie de proyectos destinados a impulsar las tambaleantes industrias de Rumania.
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"Si China hubiera querido incursionar en Grecia de esta manera antes, el público y los políticos griegos lo habrían objetado (
) pero, debido a la crisis de deuda soberana, la situación ha cambiado", afirmó Lu Feng, investigador de la Escuela Nacional de Desarrollo de la Universidad de Beijing. "La crisis europea trajo algunas oportunidades concretas para los inversores chinos".
La respuesta de Beijing ha sido rápida y firme. El viceprimer ministro Zhang Dejiang firmó 14 acuerdos por varios miles de millones de euros durante su visita a Atenas a comienzos de este mes.
El paquete de inversiones, que sería el mayor hecho por China en Europa, le permitirá a corporaciones del país asiático asegurarse acciones decisivas en las principales compañías de telecomunicaciones, bienes raíces y transporte marítimo.
La agresiva incursión de China se produjo en el mismo momento en que agencias calificadoras de crédito bajaron de categoría a los bonos griegos. El ministro de Comercio chino Chen Deming, no obstante, llamó a las compañías de su país a invertir en Grecia.
El poderoso grupo naviero chino Cosco anunció planes de construir una nueva terminal de contenedores en el puerto de Piraeus, el mayor de Grecia. La firma espera convertir a esa central marítima en puerta de entrada para los productos chinos.
"Ésta es una inversión estratégica de nuestra parte, y la crisis de deuda soberana no afectará el proyecto", dijo el presidente de Cosco, Wei Jiafu, al periódico chino 21st Century Business Herald.
Los temores iniciales de que la crisis europea despertaría sentimientos proteccionistas en algunos de los países afectados se han disipado.
Grecia no es el único miembro de la Unión Europea (UE) que apela al dinero chino para impulsar su economía. La comunidad empresarial de Irlanda estaría trabajando en un proyecto por 50 millones de dólares para crear una central manufacturera china en la central localidad de Athlone.
Las atracciones para los inversores chinos en el proyecto irlandés son muchas. El centro manufacturero, que operará dentro de la eurozona, eludirá una amplia gama de tarifas y cuotas que habían sido impuestas por la UE a bienes chinos, y se beneficiará de una red de infraestructura altamente desarrollada y de bajos impuestos corporativos.
Si bien la crisis de deuda soberana hundió el valor del euro, encareciendo las exportaciones chinas a la zona, también trajo algunas ventajas para los inversores.
"El deslizamiento del euro rebajó drásticamente los costos operativos de las empresas en Europa e hizo que las inversiones pasaran a ser mucho más atractivas para los negocios chinos", explicó Zhou Jizhong, profesor de la Universidad de Finanzas de Shangái.
Antes de la crisis, China había hecho sólo modestas inversiones en los estados europeos. "Ellos (los chinos) temían que el ambiente de negocios fuera demasiado hostil aquí, y que hubiera demasiados aspectos regulatorios con los cuales no estaban familiarizados", dijo Duncan Freeman, investigador del Instituto de Estudios Contemporáneos Chinos, de Bruselas.
"Habían tenido algunos fracasos espectaculares antes, como con la compra de la firma de electrónica francesa Thomson, que fue a bancarrota", añadió.
Las empresas chinas han mostrado timidez a la hora de ingresar a los mercados europeos en forma individual, y han preferido hacerlo asociadas a mayores entidades económicas. La sociedad económica de Shangái con la septentrional ciudad alemana de Hamburgo ha sido uno de los ejemplos exitosos de inversiones chinas en Europa a mayor escala.
Las fusiones y adquisiciones de China en Europa han crecido en proporción con el aumento de las inversiones de esa potencia asiática a nivel mundial. Se pronostica que, este año, los capitales chinos en compañías extranjeras superarán los 35.000 millones de dólares, impulsados por grandes compras en el sector de recursos naturales.
En marzo, la automotriz china Geely, con 13 años de existencia, pagó 1.800 millones de dólares por la debilitada fabricante sueca Volvo, que pertenecía a la estadounidense Ford. El negocio constituyó la mayor adquisición de una constructora por parte de una empresa china.
En Suecia, la operación motivó algunos comentarios negativos en los medios sobre la incursión china en íconos de la economía europea, pero eso no detuvo a los belgas a la hora de cortejar, aunque infructuosamente, a los inversores chinos para intentar rescatar la planta de Opel en Antwerp.
Observadores chinos creen que, desplegando una moneda fuerte para comprar acciones en los deprimidos mercados europeos, Beijing está obteniendo más que sólo acuerdos favorables.
Sostienen que China está sentando un ejemplo de responsable actor global al ayudar a Europa a salir de la crisis a través de su creciente consumo de productos europeos.
La caída del euro abarató los productos europeos, permitiendo un salto en las exportaciones de la UE a China. En el primer trimestre de este año, las ventas europeas al país asiático crecieron 47,3 por ciento.
"No nos hemos quedado ociosos cuando se desató la crisis en Europa", dijo Lu Feng. "Compramos más autos de Alemania y más artículos de otros países europeos. Hemos creado una muy necesitada demanda para Europa".