Para muchos especialistas puede ser una utopía alimentar a las 9.000 millones de personas que se presume habitarán el planeta a mediados de este siglo, pero no para el relator de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter.
El profesor belga se dedica a la agroecología, especialidad que considera a las plantas y su ecosistema en vez de conquistar la naturaleza y reemplazarla por una tecnología de laboratorio.
El acopio de agua y la rotación de cultivos son recursos de la agroecología para evitar el empleo de "insumos externos", como la importación de pesticidas.
Además, es mucho menos perjudicial que la agricultura intensiva, que prevalece en el mundo, y tiene un mayor rendimiento, según sus defensores.
La estrategia sustentable puede ofrecer casi 80 por ciento más de alimentos que la agricultura "convencional", coincidió una investigación realizada por la británica Universidad de Essex.
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IPS: ¿La agroecología puede terminar con el hambre en el mundo?
OLIVIER DE SCHUTTER: No implica no beneficiarse de avances modernos, sino que apunta a adoptar la mejor tecnología que hayan desarrollada los agricultores, producir en el ámbito local los insumos necesarios para fertilizar el suelo e incentivar los cultivos, lo que aumenta mucho la producción.
Con la agroecológica permite aumentar la producción en un promedio de 70 por ciento, concluyó el estudio realizado en 57 países por Jules Pretty y su equipo de la Universidad de Essex.
IPS: La producción de alimentos se concentra en pocas compañías. ¿Qué se puede hacer para revertir la situación?
ODS: Es un error haber llevado técnicas de laboratorio al terreno, sin tener en cuenta las necesidades de los agricultores Se necesitan decisiones políticas mucho más transparentes y democráticas. Las autoridades no deben estar tan influenciadas por los intereses corporativos.
IPS: ¿Hay lugar para fertilizantes químicos y transgénicos en la agroecología?
ODS: No hay que demonizar a los fertilizantes. La agroecología emplea abonos orgánicos, aunque se pueden utilizar insumos como los fosfatos para revitalizar el suelo. Pero la idea es que la agricultura sea autosustentable.
La agroecología se concentra en la planta en su ambiente. Los transgénicos básicamente disocian un elemento del otro.
Con los transgénicos, los agricultores dependen mucho de semillas protegidas por derechos de propiedad intelectual, propiedad de unas pocas corporaciones, de hecho, la principal es Monsanto. Es una enorme desventaja para ellos que suelen quedar endeudados.
IPS: Su antecesor, Jean Ziegler, señaló que cada vez que muere un niño o una niña se comete un asesinato. ¿Coincide con él?
ODS: En esencia, sí. Tres millones de niñas y niños desnutridos mueren todos los años. Además, uno de cada tres nació en un país en desarrollo de una madre anémica. Cuando se analiza la sucesión de hechos se llega a que en el origen hay decisiones políticas erróneas.
Siempre hay que mirar más allá de la cuestión técnica de "por qué hay hambre" y llegar a la explicación política. ¿Cómo puede ocurrir esto? Mi papel es rastrear las causas.
IPS: El bloqueo económico impuesto por Israel al territorio palestino de Gaza hizo que se dispararan los casos de desnutrición. ¿Es un caso de violación del derecho a la alimentación?
ODS: Definitivamente. Es obvio que al impedir el desarrollo económico, Israel comete una grave violación a ese derecho. Los agricultores no tienen insumos ni posibilidades de vender. Ochenta por ciento de la población no tiene empleo, lo que destruye totalmente a esa comunidad.
IPS: El Programa Mundial de Alimentos, entre otras agencias, sostiene que la iniciativa de la Unión Europea (UE) de promover el uso de biocombustibles empeora la situación, pero ésta se niega a cambiar su política. ¿Qué piensa usted al respecto?
ODS: La principal consecuencia del mayor uso de biocombusibles es la concentración de la tierra y la especulación que expulsa a comunidad indígenas y a pequeños agricultores que viven de su producción y que no necesariamente tienen títulos de propiedad.
Todos los agricultores de los países en desarrollo que visité, y estuve en bastantes en los últimos años, se quejan de lo mismo. Temen ser expulsados de sus tierras y la única razón es la producción de biocombustibles.
El criterio de certificación presentado por la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, para garantizar que la producción de biocombustibles es sustentable, no toma en cuenta esa situación.
Uno de los elementos que desconoce la Comisión Europea es la equidad e inequidad en áreas rurales. Estoy convencido de que en la mayoría de los casos, sino en todos, los cultivos para producir combustible benefician a unos pocos y no a los más pobres. Al contrario, los perjudica más.