Israel aparece cercado por las críticas internacionales una semana después de haber atacado en alta mar al buque que lideraba una flotilla humanitaria con destino a Gaza.
En junio de 1967, la razón elemental para el estallido de la guerra árabe-israelí fue una profecía autoinfligida por el Estado judío: "Los árabes sólo quieren arrojarnos al mar".
Pero esa profecía nunca se materializó, y en el tiempo transcurrido desde esa guerra el Estado palestino no se concretó. Lo que en realidad acarreó aquel conflicto bélico fue la ocupación israelí de los territorios palestinos y la resistencia a esa ocupación.
Sin embargo, el resultado tan esperado depende de la dirección que ahora adopte la resistencia.
En la madrugada del 31 de mayo, el barco de bandera turca Mavi Marmara, que lideraba un convoy humanitario de seis navíos, fue atacado por comandos israelíes fuertemente armados mientras navegaba en aguas internacionales. Murieron al menos nueve civiles, ocho de ellos turcos.
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Ahora, tras la operación contra la "Flotilla por la libertad", que se dirigía a la sitiada Gaza, nadie podría haber pronosticado que el resultado sería un punto de inflexión que podría poner fin a la prolongada ocupación.
Lo cierto es que, luego de la confrontación en alta mar, el Mediterráneo oriental se encamina hacia un verano largo y caliente. En esa estación las aguas están calmas y cálidas y son propicias para que una flotilla tras otra intente romper el bloqueo israelí y llegar a las costas de Gaza.
Pero bajo la superficie el mar hierve, incubando una tormenta.
"Lo que comenzó como una confrontación trágica está adoptando proporciones inesperadas, con grandes implicaciones estratégicas para la región", dijo Amos Gilad, alto funcionario de Defensa de Israel, a la radio del ejército.
"Imaginemos estados que antes eran aliados (y ahora) literalmente se confrontan entre sí. Estamos al borde de eso", agregó.
Informes emitidos el fin de semana desde Ankara sugieren que el propio primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan considera viajar en otro barco contra el bloqueo israelí que será acompañado por un buque de la Armada turca.
La televisión pública de Israel transmitió ese informe. Aunque luego la noticia fue descartada por un funcionario turco, el Estado judío dejó en claro que tal medida será vista como una peligrosa provocación.
"Si él viene aquí con barcos de guerra turcos, no puede haber duda de que eso equivale a una declaración de guerra", advirtió Uzi Dayan, un mayor general de la reserva del Ejército israelí y ex titular del Consejo de Seguridad Nacional.
"Tenemos que trazar una línea clara y decir que quien sea que la cruce no será abordado, sino hundido", añadió Dayan.
También este lunes, se informó que barcos humanitarios iraníes pronto partirán hacia Gaza transportando alimentos, medicinas y equipamiento médico. Lo harán "para el fin de esta semana", declaró a la agencia nacional de noticias IRNA el director de la Medialuna Roja iraní, Abdolrauf Adibzadeh.
Antes, Ali Shirazi, representante del líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, dijo a la agencia semi-oficial de noticias Mehr que la Guardia Revolucionaria de Irán está lista para escoltar a los buques que intenten violar el bloqueo marítimo impuesto por Israel.
Una semana después de la confrontación en alta mar, no sólo Gaza está sitiada. También lo está Israel.
Pero aunque aumenta la presión diplomática, Israel se niega a calmar la tormenta accediendo a que una comisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) investigue lo ocurrido.
"Hay muchas propuestas para toda clase de comités, pero no queremos sentar aquí un precedente problemático para acontecimientos futuros", declaró el primer ministro Benjamín Netanyahu, primero a su gabinete y luego a los ministros de su partido, el derechista Likud.
En paralelo, su ministro de Defensa, Ehud Barak, dijo a los ministros del Partido Laborista que no debería haber ninguna prisa por crear un panel investigador.
"¿Acaso Estados Unidos crea un comité investigador cada vez que ocurre algo en Afganistán?", preguntó.
En la reunión a puertas cerradas, Barak dijo que Israel debería esperar otras dos o tres semanas. "Todos se olvidarán y la presión (que pesa) sobre nosotros se disipará", pronosticó.
Pero es improbable que la presión internacional se reduzca.
Los palestinos y quienes apoyan al movimiento Free Gaza prefieren usar la ola de antipatía por el uso que hace Israel de su poderío militar para combatir en el frente equivocado.
Las actividades de Free Gaza se están transformando en una campaña que aspira a deslegitimar el derecho de Israel a existir, haciendo a un lado el meollo del asunto: cómo deslegitimar los 43 años de ocupación literal de Cisjordania y Jerusalén oriental, y la ocupación de hecho a Gaza a través del intenso bloqueo por tierra y mar.
La Casa Blanca no quiere distraerse con esa confusión entre ambos temas.
En un contexto de recriminaciones, acusaciones y contraacusaciones, de intensas críticas hacia Israel, y también a Estados Unidos por ser tan suave con el Estado judío, Washington está logrando convencer a la Liga Árabe de no retirar su mandato sobre la Autoridad Nacional Palestina de continuar con las conversaciones de paz mediadas por el gobierno de Barack Obama.
De hecho, incluso en medio de la estridente indignación con Israel, el enviado especial de Estados Unidos para Medio Oriente, senador George Mitchell, a fines de la semana pasada continuó con su diplomacia "de proximidad" entre israelíes y palestinos.
Como mayor promotor de la solución de dos estados, Estados Unidos parece determinado a no permitir que la actual confrontación en torno a Gaza haga a un lado la cuestión central que debe abordarse en las conversaciones de paz.
Y es la cuestión de si Israel está genuinamente listo para llegar a un acuerdo exhaustivo de paz con los palestinos para poner fin a la ocupación, liberando no sólo a Cisjordania, sino también a Gaza.
