La firma transnacional Coca-Cola, acusada de causar serios daños al agua y el suelo en India, puede parecer ahora una campeona de la protección ambiental. La Unión Europea (UE) le brindó una plataforma ideal para presentarse como ecológicamente progresista.
El ejercicio de relaciones públicas realizado el 2 de este mes no dejó a nadie indiferente. Varios manifestantes interrumpieron a Salvatore Gabola, un representante de Coca-Cola Europa, cuando comenzó a hablar ante los presentes en la Semana Verde, una conferencia anual de la UE que concluirá este viernes en Bruselas.
Desplegando dos grandes pancartas con los colores rojo y blanco del logotipo del refresco, el grupo entonó cánticos acusando al acontecimiento dominado por las corporaciones de "sucio lavado verde".
Una manifestante, que se identificó solamente como Anne, dijo que éste es el tercer año consecutivo que la Comisión Europea —rama ejecutiva de la UE— contrata a Amigos de Europa, "un grupo de expertos patrocinado por corporaciones", para organizar uno de los principales debates de la Semana Verde.
Las empresas contaminantes "no tienen ningún derecho a influenciar el debate ambiental en Europa", agregó la manifestante.
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El mes pasado, varias organizaciones de activistas escribieron a la Comisión, objetando que Coca-Cola patrocinara la Semana Verde.
Estas entidades, entre ellas Amigos de la Tierra, el India Resource Centre y el Corporate Europe Observatory, observaron que una investigación ordenada por el meridional estado indio de Kerala concluyó en marzo que Coca-Cola había agotado el suministro hídrico local y contaminado sus aguas y suelos.
El comité que tiene a su cargo la investigación recomendó que la firma sea multada con 48 millones de dólares por las actividades de su planta embotelladora en la localidad de Plachimada, que cerró en 2004 tras las objeciones a su impacto sobre los recursos hídricos.
Amigos de Europa, que organizó el acontecimiento, se fundó en 1999 y es financiada, en buena medida, por corporaciones. La entidad tiene su sede en Bruselas y está dirigida por Giles Merritt, quien se desempeña como periodista y lobbista de corporaciones.
Entre los clientes más controvertidos de Merritt han figurado la firma tabacalera Philip Morris y varios fabricantes de armas. Como los acontecimientos que organiza suelen atraer a altos funcionarios y políticos, el año pasado el Financial Times lo incluyó en la lista de las 30 personas más influyentes sobre instituciones de la UE.
La decisión de involucrar a Amigos de Europa en la organización de la Semana Verde sobrevino pese a una disputa con la Comisión Europea.
Merritt se negó a ingresar detalles de sus actividades en un registro de lobbistas creado por ese órgano de la UE, e insistió en que los grupos de expertos (como se define su organización) no deberían categorizarse como entidades dedicadas al cabildeo.
Janez Potocnik, comisario europeo de Ambiente, dijo a IPS que no considera que el boicot de Amigos de Europa contra el registro sea un motivo para "cesar la cooperación" con ese grupo.
Aparte de Coca-Cola, la brasileña Unión de la Industria de la Caña de Azúcar (Unica) también patrocinó esta Semana Verde.
Los ecologistas se quejaron, señalando como muy irónico que invitaran a Unica a hacer recomendaciones para preservar la biodiversidad cuando viene promoviendo los monocultivos en Brasil.
Durante su presentación, Emmanuel Desplechin, de Unica, argumentó que en Brasil la caña de azúcar "se cultiva de un modo que preserva la biodiversidad" y que "el crecimiento económico y el manejo ambiental pueden ir de la mano".
Stora Enso, transnacional de la celulosa, fue otra de las participantes en la Semana Verde. Entre otras críticas, la firma ha sido acusada de acometer una agresiva estrategia de expansión de las plantaciones de eucaliptos en América del Sur.
British Petroleum, gigante petrolero al que se señala como responsable del mayor desastre ecológico de la historia en el Golfo de México, también patrocina a Amigos de Europa, aunque nadie habló en su representación en el acontecimiento de esta semana.
Willy de Backer, portavoz de Amigos de Europa, dijo que su organización creó un foro conocido como "Greening Europe" (volviendo verde a Europa) para alentar el debate sobre políticas ambientales.
Las corporaciones que se integran a este foro pagan una suscripción de entre 35.000 euros (43.000 dólares) y 50.000 euros (61.000 dólares), explicó.
La entidad no se dedica a proporcionar una fachada verde, aseguró.
"No les damos a las compañías una plataforma para ejercer presión", dijo.