Ma Xiangqian, un joven de 19 años de la oriental provincia china de Henan, trabajaba 11 horas todos los días de la semana acoplando partes electrónicas para Foxconn Technology, la mayor fabricante de productos de tecnología de la información.
Todos afirman que odiaba su trabajo. En los meses previos a su muerte en enero, Ma trabajó un total de 286 horas, incluyendo 112 extra, unas tres veces más del límite legal permitido. Después de un altercado con un superior, fue enviado a limpiar los baños.
La fábrica y la policía descartaron que su muerte haya sido por suicidio. Su familia denuncia que fue asesinado, aunque las autoridades no tienen evidencias que apunten a esa hipótesis.
Desde que fue encontrado el cadáver de Ma, otros 12 empleados de Foxconn se quitaron la vida o intentaron hacerlo en dos complejos industriales ubicados en la sudoriental localidad de Shenzhen, lo que despertó serias preocupaciones sobre las condiciones de trabajo, no sólo en esas, sino en todas las fábricas que funcionan en China.
"Puedo usar la palabra miserable para describir las condiciones de trabajo" en este país, dijo a IPS el activista por los derechos laborales Xiao Qingshan, cuyo sobrino trabajó para Foxconn. "Hay un extraño fenómeno en China, donde las personas que trabajan más duro ganan menos".
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En Foxconn, dijo Xiao, a los empleados se les paga mal, son obligados a trabajar 12 horas diarias y rutinariamente sufren agresiones verbales de sus jefes.
Xiao, quien realizó entrevistas a empleados de esa fábrica y a familiares de los que se suicidaron, dijo que a los trabajadores se les obligó pagar una "cuota de ingreso" de más de 3.000 dólares antes de ser contratados.
En una declaración divulgada esta semana, la empresa señaló que las muertes no se debieron a problemas con los salarios sino más bien a asuntos personales exacerbados por motivos financieros. El millonario Terry Guo aseguró a inversionistas que la firma no había violado ninguna ley.
"Si hubiera hecho algo ilegal, ya me habrían encerrado", dijo el martes en la reunión anual de accionistas de la Hon Hai Precision Industry Co., propietaria de Foxconn.
"Invito al mundo a que vengan a mi compañía, a mis fábricas, a investigar completamente", añadió.
La empresa también señaló en su declaración que algunos de los trabajadores pudieron haber tomado la decisión de suicidarse por las "generosas" compensaciones que reciben las familias de los trabajadores que se quitan la vida.
Foxconn aseguró que seguiría las reglas gubernamentales de pagos a las familias.
La compañía tiene contratos con Apple, Sony, Motorola y otras grandes marcas mundiales. El jefe ejecutivo de Apple, Steve Jobs, calificó la semana pasada de "perturbadores" los suicidios, pero añadió que Foxconn no era una "fábrica explotadora".
Mientras, Hewlett-Packard y Dell Inc., las mayores fabricantes de computadoras en Estados Unidos, anunciaron que habían comenzado a examinar las condiciones laborales en Foxconn.
En respuesta a la ola de suicidios, la fábrica anunció que elevaría los salarios 20 por ciento y comenzaría a ofrecer consejería a sus 420.000 empleados. También creó una red de prevención de suicidios en su complejo industrial de Longhua, en la sudoriental provincia de Guangdong.
El activista Xiao señaló que el aumento de salarios es un buen comienzo, pero sostuvo que, antes que nada, los gerentes de Foxconn "deberían tratar a los trabajadores como personas, no animales".
Ji Shao, experta laboral de la Universidad Capital de Economía y Negocios, de Beijing, afirmó que los salarios de los obreros fabriles deberían ser aumentados en todo el país, y sostuvo que el nuevo sueldo mensual aprobado por Foxconn, de 293 dólares, era muy bajo.
"He leído muchos informes sobre el caso Foxconn, y casi todos ellos dicen lo mismo: los empleados allí se sienten como máquinas", señaló, añadiendo que mientras los empleados estén dispuestos a seguir trabajando horas extra para ganar más dinero, las compañías les seguirán pagando el sueldo mínimo fijado por el gobierno.
Las empresas "no quieren dar más, ni siquiera un centavo", agregó.
Pero también indicó que los suicidios son un fenómeno típico de una nueva generación de trabajadores, la mayoría nacidos en los años 80 y 90, que no son incapaces o no están dispuestos a sufrir las mismas dificultades que atravesaron generaciones anteriores.
"Tienen menos hermanos, tienen algo de educación y nunca regresarían a su hogar para hacer trabajo agrícola. Pero, al mismo tiempo, carecen de capacitación suficiente como para encontrar un empleo decente en las grandes ciudades", explicó a IPS.
"Además, debido a la brecha entre ricos y pobres, se sienten injustamente tratados, y por lo tanto son más vulnerables a las acciones extremas", indicó.
Ji señaló que las leyes laborales chinas son habitualmente violadas, y que a los empleados se les ofrece poca protección.
El año pasado, durante un viaje a Dongguan, la ciudad industrial de la provincia de Guangdong, Ji y su equipo descubrieron que 80 por ciento de las compañías violaban las leyes laborales. Muchas se negaban a firmar contratos con los trabajadores a los que les pagaban salarios inferiores al mínimo establecido.
Xiao calificó de "inútiles" las leyes laborales chinas, y dijo que eran sólo una fachada. "Los gobiernos locales las usan para salvaguardar y proteger los negocios, pero a nadie le importa si se garantizan beneficios para los trabajadores", sostuvo.