América Latina era una región lejana para la mayoría de los serbios hasta este mes, cuando descubrieron que ex combatientes de la antigua Yugoslavia hace tiempo que tienen un vínculo cercano y distinto al que uniera a ambas regiones en el Movimiento de Países No Alineados.
Tres guardaespaldas serbios del presunto narcotraficante boliviano William Rosales Suárez fueron asesinados a mediados de este mes cerca de la ciudad de Santa Cruz, en el este de Bolivia.
Sasa Turcinovic, de 40 años, Predrag Cankovic, de 38, y Bojan Bakula, de 29, llegaron a Bolivia el 13 y fueron asesinados al día siguiente junto a ciudadanos bolivianos también contratados para proteger el convoy de Suárez, quien fue secuestrado y permanece desaparecido.
El caso concitó la atención de la prensa serbia durante tres días. Resultó que Bakula y Turcinovic tenían una agencia de seguridad llamada Combat Team Security Solution en Ruma, 50 kilómetros al oeste de Belgrado.
Turcinovic fue integrante de los Boinas Rojas, una unidad especial de la policía serbia en los años 90, responsable de graves atropellos durante las guerras de este país contra Croacia y Bosnia.
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La unidad también se dedicó al narcotráfico dentro del grupo conocido como clan de Zemun, una de las municipalidades de Belgrado. Los Boinas Rojas fueron disueltos tras la participación de algunos de sus miembros en el asesinato del primer ministro Zoran Djindjic en 2003.
"Cuando terminó la guerra, muchos veteranos se quedaron sin trabajo y su única habilidad era combatir", dijo a IPS el analista Zoran Dragisic.
"Además, hay muchos jóvenes aventureros que creen que el rubro seguridad es una buena oportunidad", apuntó. "Hay otros que están en el límite entre las actividades legales e ilegales y que son suficientemente osados como para cruzar la línea y trabajar para el mejor postor", añadió Dragisic.
Cankovic integró el ejército serbio-bosnio y participó en operaciones en el este de Bosnia. Bakula, un soldado profesional de las fuerzas de Serbia, pidió la baja hace dos años y medio para crear una agencia de seguridad en su ciudad natal.
El incidente en un país lejano llamó la atención de la gente sobre las turbias actividades de las "agencias de seguridad", la mayor parte de ellas creadas por veteranos de las guerras de los años 90.
Sus integrantes venden sus habilidades como guardaespaldas u ofrecen protección armada en el ámbito local o en el extranjero. Las actividades que llevan a cabo suelen estar indirecta o directamente vinculadas con el crimen organizado, pues supieron entremezclarse en las guerras de los Balcanes, en especial en Serbia.
El trabajo en el extranjero, que suele dejar miles de dólares mensuales, está vinculado a la protección de pozos petroleros en Iraq o al negocio del narcotráfico en América Latina.
La región se ha convertido en un paraíso para muchos delincuentes serbios involucrados en el narcotráfico o fugitivos de la justicia local.
En octubre de 2009 se descubrieron 2,7 toneladas de cocaína en un buque con destino a Europa, alquilado en la capital de Uruguay por delincuentes serbios. Siete hombres fueron detenidos en el momento y otros 500 después en Serbia en una operación llamada "Guerreros de los Balcanes".
Se cree que varios integrantes del clan Zemun, acusados de participar en el asesinato de Djindjic, encontraron refugio en un país latinoamericano.
Serbia es el único estado de esta región que no tiene regulado el trabajo de las agencias de seguridad. Los últimos acontecimientos de Bolivia llevaron al ministro del Interior, Ivica Dacic, a actuar con rapidez.
"El Ministerio del Interior insistirá en participar en la redacción de un proyecto de ley dedicado a los permisos y capacitación de los interesados", declaró Dacic.
Hay casi 600 pequeñas y medianas agencias de seguridad y de investigación en este país, según cifras del organismo que registra a las empresas serbias, que emplean a unas 40.000 personas, lo que quiere decir que están armadas.
Este país ahora tiene un pequeño ejército profesional de 36.000 efectivos, de los cuales no todos pueden portar armas, además de 47.000 policías.
"Es muy importante saber quién está armado porque de lo contrario se puede formar un gran ejército privado, un gran peligro para el estado si, encima, está integrado por delincuentes", explicó el ministro del Interior.
Dacic no confirmó, pero tampoco negó, que fuera a realizar una visita oficial en junio a algunos países de América Latina.
"No es bueno para Serbia que no tengamos acuerdos o memorandos de cooperación policial con esos países. El proceso es muy lento y va por carriles laterales", señaló.
"Hay muchos delincuentes serbios en América Latina, la mayoría dedicados al tráfico de cocaína. Sabemos por donde pasa, Argentina, Brasil y Uruguay", añadió.
Quienes están familiarizados con el crimen organizado en Serbia no se sorprendieron con lo ocurrido en Bolivia y Uruguay.
"Los primeros vínculos entre los carteles colombianos y el crimen organizado de Serbia se remonta a principios de los años 90", dijo a IPS una fuente policial que pidió reserva de su identidad.
"Fue entonces cuando comenzó la relación entre el colombiano Pablo Escobar y el serbio Radojica Nikcevic. Sus herederos no hicieron más que continuar con el negocio", añadió.
El narcotraficante colombiano murió a manos de la policía en 1993 y Nikcevic fue asesinado ese mismo año en Belgrado por desconocidos.