Con su institucionalidad todavía débil según analistas, la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) celebrará el próximo martes 4 en Argentina una cumbre para tratar temas de coyuntura, mientras la agenda de proyectos de mediano y largo plazo seguirá pendiente.
"Hasta ahora, Unasur fue bastante efectiva —dentro de los límites de su propio diseño— para contener males públicos, pero no para construir bienes públicos", dijo a IPS Federico Merke, profesor de Teoría de las Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador, en Buenos Aires.
Merke sintetizó así la breve historia y las perspectivas de Unasur, constituida en mayo de 2008 en Brasilia e integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay y Venezuela.
Sus mandatarios se reunirán en Campana, en la provincia de Buenos Aires, a unos 60 kilómetros al noroeste de la capital argentina.
La agenda prevé tratar la ayuda a Haití y a Chile, que sufrieron devastadores terremotos este año; la elección del secretario general del bloque; y el avance en temas de "la actualidad política, social y económica de los países que la integran", según informó la cancillería local.
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"Los temas siguen la misma lógica de las reuniones anteriores", resaltó Merke. Vamos siempre detrás de los hechos y esta reunión está en la misma tónica. No hay una agenda positiva para avanzar en temas de infraestructura o de cooperación para el desarrollo, esos temas están ausentes todavía de la agenda de Unasur", declaró.
El politólogo y sociólogo argentino Atilio Borón, profesor de Teoría Política de la estatal Universidad de Buenos Aires, dijo a IPS que Unasur "es una iniciativa muy importante que necesita institucionalizarse, elegir a su secretario, y expandir la ratificación" de su tratado constitutivo.
Hasta ahora solo cinco parlamentos de los 12 países ratificaron el tratado, los de Bolivia, Ecuador, Guyana, Perú y Venezuela, y para entrar en vigor requiere la aprobación legislativa de nueve.
Para Borón, la Unasur debería avanzar en la institucionalidad y monitorear el acuerdo firmado por Colombia y Estados Unidos que permite a Washington utilizar siete bases militares en el país sudamericano.
El convenio generó polémica e inquietud entre los vecinos, y forzó una cumbre extraordinaria en agosto de 2009, en la sureña población argentina de San Carlos de Bariloche.
Los presidentes reclamaron entonces a Colombia que dé a conocer el contenido del acuerdo, pero poco trascendió hasta ahora. "Es preocupante que este tema no esté en la agenda", subrayó.
Brasil firmó este mes un acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos, pero su contenido sí fue distribuido entre los socios y no se anticipan conflictos cuando los presidentes lo analicen.
El canciller boliviano, David Choquehuanca, adelantó que "si la información (sobre el acuerdo Brasilia-Washington) es transparente, no tenemos por qué ponernos susceptibles". "No es igual al de Colombia", afirmó.
Donde hubo avance, dijo Merke, es en el Consejo de Defensa, que "evita que aumenten los riesgos de tensión bilateral y fomenta la cooperación entre los Estados". Pero se preguntó "¿qué hacemos si el hijo (el Consejo) avanza más que el padre?".
Merke recordó que ese organismo, instituido en diciembre de de 2008, ya tiene su estatuto y será el encargado de monitorear el acuerdo militar de Bogotá y Washington. Pero la carencia de una secretaría que fije programas, plazos y responsabilidades "es muy difícil coordinar algo", alertó.
Para que sea sólido y no se diluya, Unasur requiere mayor apoyo institucional de sus miembros, planteó.
"De lo contrario, será un bloque con apetito grande y dientes cortos", advirtió. "Juntarse a repudiar el golpe en Honduras no es malo, pero luego ¿qué queda?", se preguntó Merke, antes de confesar que es escéptico sobre un avance sustancial en Campana.
Merke y Barón coincidieron en que la institucionalidad del bloque es todavía muy débil, por la falta de ratificaciones y por la demora en elegir a su secretario general, que podría salir de la cumbre si se consolida un consenso.
El candidato es el ex presidente argentino Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de la mandataria Cristina Fernández, resistido formalmente por Montevideo por el largo contencioso bilateral sobre la instalación de una fábrica de pasta de celulosa en la orilla uruguaya de un río limítrofe. Otros miembros tendrían reticencias menos explícitas.
Para Merke, la candidatura de Kirchner manifiesta escasez "en la oferta de liderazgo", pero el ex mandatario "puede ser visto como moderado" entre tendencias radicales opuestas, encabezadas por el venezolano Hugo Chávez y el colombiano Álvaro Uribe.
Más optimista, Paz Milet, del Instituto de Estudios Internacionales de la estatal Universidad de Chile, dijo a IPS que "Unasur tuvo problemas para consolidarse pero en las últimas semanas Ecuador desplegó una diplomacia muy activa para lograr adhesiones (al tratado) y un consenso sobre la candidatura de Kirchner".
La analista chilena descartó que en Campana se resuelvan problemas bilaterales, pero destacó la capacidad de Unasur para "posicionarse como un espacio de diálogo muy efectivo", como demostró en la crisis política boliviana de 2008.
Por otra parte, Merke no descartó que la cumbre aborde la situación en Honduras. La mayoría de los países de la Unasur no reconoce al gobierno de Porfirio Lobo, en el poder desde enero, después que rompieron relaciones tras el golpe cívico-militar de junio.
Tampoco que el paraguayo Fernando Lugo podría plantear el tema de la insurgencia armada en el norte de su país, que lo llevó a declarar el estado de excepción en cinco departamentos, con despliegue militar para enfrentar a los irregulares.
Pero advirtió que estos temas, si se tratan, estarán signados por la coyuntura y no por el debate de largo plazo, el de la agenda del desarrollo, que sigue pendiente.
* Aportes de Daniela Estrada (Santiago)