México está a la expectativa de los posibles efectos ambientales del derrame petrolero causado por el hundimiento de una plataforma operada por la firma transnacional británica British Petroleum (BP) frente a las costas del estadounidense estado de Louisiana.
Personal de BP, cuyo eslogan es Beyond Petroleum (Más allá del petróleo), trataba infructuosamente este martes de sellar con pequeños robots a control remoto el pozo que suelta el crudo y de contener el avance de la mancha negra sobre las aguas del golfo de México compartidas entre este país y Estados Unidos.
"Si se mantienen las proyecciones, la mancha no tocaría tierras mexicanas, pero si cambian las condiciones climáticas y eso ocurre, se produciría un desastre ambiental que México no tiene capacidad de enfrentar", dijo a IPS Gustavo Ampugnani, coordinador político para América Latina de la organización ecologista Greenpeace.
El golfo de México, cuyo tamaño supera los 3.000 kilómetros del lado mexicano, involucra a los estados estadounidenses de Texas, Alabama, Mississippi, Louisiana y Florida y al mexicano de Tamaulipas, al noreste de la capital mexicana.
La estructura Deepwater Horizon, propiedad de la firma suiza Transocean Ltd, alquilada por BP, estalló y se incendió el 20 de este mes frente a las costas de Louisiana y se hundió dos días después, en lo que amenaza con convertirse en la peor tragedia ambiental en América del Norte.
El incidente ha dejado un saldo de 11 trabajadores desaparecidos, de los 126 que trabajaban en la instalación, y 17 heridos, tres de ellos de gravedad.
La planta, que perforaba el subsuelo a unos 1.500 metros de profundidad, albergaba cerca de 686.849 galones de petróleo y extraía diariamente unos 335.499 galones antes del percance, según datos de BP. Las fugas ocasionadas por el accidente echan al agua unos 42.000 galones (unos 160.000 litros) de crudo diarios.
Una superficie marina de aproximadamente 4.000 kilómetros cuadrados ya está cubierta de petróleo y la estimación es que unas 140 toneladas del combustible fósil terminarán en el mar.
La contaminación de las aguas podría afectar a los humedales, las aves, las playas y la fauna marina que habita el área de Tamaulipas, según Greenpeace. Por ejemplo, hay seis especies de ballenas en la zona y actualmente es temporada de pesca del atún aleta azul, una de las tres variedades existentes en México.
Hasta ahora, las secretarías (ministerios) mexicanas de Energía y Medio Ambiente y Recursos Naturales no se han pronunciado sobre el accidente.
"El accidente es mala publicidad para la industria. El gobierno es partidario de seguir utilizando a más no poder los combustibles fósiles para empujar el crecimiento económico", señaló Ampugnani.
El golfo de México contiene la segunda mayor zona muerta del planeta, una extensión que carece de suficiente oxígeno para albergar cualquier tipo de vida, según estudios de universidades estadounidenses y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Se trata de una superficie en crecimiento, de unos 20.000 kilómetros, que abarca Louisiana, Texas y Tamaulipas. En todo el planeta hay unas 150 zonas de este tipo.
Esa zona muerta proviene de los fertilizantes nitrogenados usados en cultivos y que no son absorbidos por el suelo. La lluvia los arrastra al río Mississippi, cuyo flujo los transporta hacia el golfo, provocando el crecimiento de algas que consumen el oxígeno del agua.
Los gobiernos de Estados Unidos y México, así como la industria petrolera, presionan el acelerador para intensificar la exploración y explotación petrolíferas en esa región.
En marzo, el presidente estadounidense, el demócrata Barack Obama, instó a realizar nuevas perforaciones en el Atlántico, desde el nororiental estado de Delaware hasta Florida.
Obama pretende también que el Congreso legislativo permita taladrar la zona oriental del Golfo de México, presumiblemente rica en petróleo, a unos 200 kilómetros de las costas de Florida.
Las autoridades estadounidenses y la petrolera, con sede en Londres, enviaron 49 embarcaciones a la zona de desastre, que han regado 29.140 galones de dispersante para deshacer el crudo y han recogido 43.384 galones de una mezcla de agua y petróleo.
Desde 2000 se han registrado 858 incendios y explosiones en el golfo de México, según la agencia estatal Servicios de Administración Minera de Estados Unidos, adscrita al Departamento (ministerio) del Interior y encargada de entregar los permisos de exploración petrolera.
Estados Unidos inició la perforación de pozos en 1996, mientras México se prepara para seguir esa ruta a finales de este año o en 2011.
"Esto no se puede limpiar completamente, lo más que puede hacerse es recoger una porción del derrame", alertó Ampugnani.
Hasta ahora, el peor percance ecológico en América del Norte databa del 24 de marzo de 1989, cuando el petrolero Exxon Valdez, de propiedad de la hoy Exxon Mobil, botó 37.000 toneladas de petróleo en Alaska.
Por eso, las cortes estadounidenses condenaron en 1996 a esa petrolera transnacional a pagar 5.000 millones de dólares a los afectados por daños punitivos. Pero fallos de la Corte Suprema de Justicia y de un tribunal federal de apelaciones redujeron esa multa a 507 millones.