Que la firma china Geely haya comprado la mayoría de las acciones de Manganese Bronze, fabricante británico del tradicional taxi londinense, refleja las ambiciones de una industria automotriz que busca imponerse más allá de símbolos culturales.
El negro y curvilíneo taxi londinense es mucho más que un vehículo. Es un icono sin el cual el retrato de Londres nunca estaría completo.
La empresa automotriz independiente Geely se asoció con Manganese Bronze en 2006 para producir componentes y, cuatro años después, el 17 de marzo, anunció sus planes de convertirse en accionista mayoritario.
Sin dudas, que el taxi londinense se fabrique en China y transporte a pasajeros de todo el mundo es una cara de la globalización. Pero la globalización al estilo chino casi siempre beneficia al propio país.
Para Geely es una medida osada, aunque no tanto como la que asumió cuando compró el paquete accionario de Volvo a la firma Ford, también en marzo, por 1.800 millones de dólares.
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La del taxi negro supone una compra pequeña, pero también una gran declaración del fundador de Geely, Li Shufu.
La de Li es ya una leyenda, que se cuenta una y otra vez en China, sobre un muchacho pobre que se hizo rico.
Era un campesino de la oriental provincia de Zhejiang que aprovechó las ambiciones de quienes aspiraban a tener automóviles para dedicarse a fabricar vehículos pequeños y baratos.
Los modelos más accesibles de Geely se vendieron en China por 5.670 dólares. "Es barato, usa poca gasolina y pensé que era ideal para ser mi primer auto", dijo Feng Wencong, guardia en el Centro Nacional de Exhibiciones de Beijing.
Es allí donde este mes se exhibirán los últimos modelos de la Muestra de Autos de Beijing.
"Pero los ciudadanos comunes irán por Geely", sostuvo Feng.
En vez de llevar los automóviles baratos al exterior —como intenta hacer la compañía india Tata con su modelo Nano—, Geely quiere tomar el control de algunos iconos ya establecidos y fabricarlos en China.
Antes, Geely siguió la estrategia del Nano, exportando automóviles pequeños a países en desarrollo. Pero las ambiciones de la empresa han crecido mucho en sus 13 años de existencia.
Geely empezó copiando exitosamente modelos extranjeros. Ahora Li quiere, claramente, apartarse de esa imagen y colocar a su empresa en el escenario mundial.
Pero si el valor del taxi negro radica en buena medida en que se trata de un símbolo británico, ¿cómo hará para adoptar una imagen china?
"El acuerdo chino no le ha causado pérdidas a esa imagen", dijo a IPS una portavoz de Manganese Bronze.
"Es una marca muy inglesa. Estamos intentando vender la calidad de británico en el exterior, no de disminuirla en Gran Bretaña", añadió.
El taxi londinense, más precisamente el modelo TX4, ya ha cruzado sus fronteras natales. Hay un par de cientos en Estados Unidos, y es un poco menos común verlos en Chipre, Sudáfrica, Israel y Singapur. Pero más bien como un pintoresco recordatorio de Gran Bretaña fuera de su territorio, dado que solamente Londres es su hogar natural.
"Hay reglas muy estrictas para calificar para taxi en Londres, y Manganese Bronze las cumple", señaló la portavoz. Ahora Geely tendrá que cumplir esos estándares.
Sin embargo, muchos tienen dudas, a juzgar por algunos de los comentarios publicados en los sitios web de fanáticos de los automóviles en China.
"Es un auto funerario", dijo un visitante de la página autohome.com.cn.
"Geely es un lacayo del exterior", opinó otro.
"El taxi negro no tiene ninguna relación con la estética china. Es sólo cuestión de tiempo antes de que esta planta deje de producir", agregó.
Geely aspira a trasladar más de su producción de la planta de la central ciudad inglesa de Coventry a China.
Quienes cuestionan la medida ven a Geely como una firma excesivamente ambiciosa. Pero Li tiene otros planes.
Para Gran Bretaña, éste es el último golpe a lo que otrora fue una próspera industria automotriz. Luego que en 2008 la empresa india Tata adquirió el Jaguar y el Land Rover, la pequeña Manganese Bronze fue la única fabricante británica que quedó.
Y necesitó ayuda. El fabricante de la pintura protectora del taxi se fundió, generando un quiebre en el ciclo de manufactura automotriz de Gran Bretaña.
Ya el año pasado, la reducción de las ventas tuvo en ascuas a la empresa, que perdió unos 10 millones de dólares.
Ahora el taxi enfrenta la competencia de Eco City, que distribuye el Mercedes Vito. El TX4 todavía acapara alrededor de 80 por ciento del mercado de taxis de Londres. Geely quiere mantener ese récord, y a la vez aumentar las ventas a por lo menos 2.000 unidades anuales.