Las Fuerzas Armadas estadounidenses se retractaron de su intención de lograr el consentimiento de las «shuras», o concejos de ancianos, para ocupar la meridional ciudad afgana de Kandahar y sus distritos cercanos.
Los ancianos de las tribus de Kandahar podrían "definir condiciones" para el despliegue de las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pero no determinar si se lleva a cabo la acción ni dónde, dijo el martes a IPS el teniente coronel Tadd Sholtis.
"No estamos hablando de algo tan simple como un referendo", contestó Sholtis, portavoz del comandante de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán, general Stanley A. McChrystal, interrogado sobre si la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad se comprometió a obtener la aprobación local antes de introducir más tropas en Kandahar y las zonas cercanas.
El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, había prometido que esa operación no se llevaría a cabo sin la luz verde las shuras.
En una conferencia de prensa el 29 de marzo en Kabul sobre los planes para ocupar Kandahar, un alto funcionario militar estadounidense dijo que uno de los elementos de la estrategia para controlar ese baluarte del movimiento islamista Talibán era abrirse paso a través de las "shuras".
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En esas asambleas de ancianos de las tribus, "es el pueblo el que tiene que pedir la operación", dijo. "Necesitamos una situación en la que ellos nos inviten a ingresar", agregó.
De esas declaraciones indicaban la intención de obtener apoyo popular para seguir adelante con una operación militar a gran escala cuyo inicio está programado para junio.
Eso es lo que Karzai le dijo a una shura de entre 1.000 y 2.000 ancianos de la provincia de Kandahar reunida el 4 de abril. En esa ocasión, el presidente afgano dijo que la operación no se llevaría a cabo hasta que los presentes estuvieran decididos a apoyarla, según varios informes de prensa.
El servicio de televisión estatal de Afganistán, RTA, informó que los ancianos reunidos hicieron saber que no querían la operación.
Tanto Sholtis como el subjefe del Estado Mayor de McChrystal, William Mayville, buscaron minimizar los daños derivados del incidente.
Mayville afirmó que Karzai está "a bordo" de la ofensiva de Kandahar, agregando: "No tendríamos esta shura si él no estuviera convencido de que esto es lo correcto".
Sholtis sugirió que Karzai solamente "dejó en claro que incluirá a los líderes locales en el proceso de toma de decisiones".
También reconoció que "nadie quiere que se libre una guerra de contrainsurgencia en su patio trasero", pero sostuvo que los ancianos que hablaron en la shura "dejaron en claro que Kandahar también padece una presencia no deseada del Talibán".
Sholtis agregó que los tres ancianos que manifestaron preocupación por el operativo fueron apoyados "probablemente por un tercio" de los presentes.
Pero crónicas de prensa sobre la reunión muestran que los ancianos no pidieron que expulsaran de la ciudad y sus alrededores al Talibán, movimiento que controló Afganistán entre 1996 y 2001.
Cuando Karzai preguntó a los presentes en la asamblea si estaban "felices o infelices" ante la posibilidad de que se llevara a cabo la operación, ellos gritaron a viva voz: "No estamos felices", informó el londinense The Sunday Times.
Según la agencia de noticias AFP, Karzai preguntó: "¿Están preocupados?". Y los ancianos respondieron al grito de: "¡Sí, lo estamos!".
RTA señaló que un anciano interrumpió a Karzai diciendo: "¿Quién es el Talibán, sino mi hijo y el sobrino de aquél? En realidad el problema son estas personas que están en el poder, en particular los ancianos de la tribu y aquellos que tienen poder en la ciudad de Kandahar".
Karzai le respondió: "Usted tiene toda la razón ".
Algunos de los ancianos dijeron a la cadena estadounidense CNN que preferían negociar con el Talibán en vez de confrontarlo en una ofensiva militar.
McChrystal y otros miembros del comando de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad parece que esperaban que la amenaza de una importante ocupación de soldados estadounidenses obligara a los líderes y ancianos de Kandahar a persuadir al Talibán de abandonar la zona.
The Washington Post informó el 21 de marzo que funcionarios estadounidenses advirtieron a los dirigentes locales que debían "mejorar la gobernanza, abordar la corrupción y expulsar al Talibán", o enfrentar "operaciones militares expandidas".
El coordinador regional británico para el sur de Afganistán, Nicholas Kay, dijo en enero de 2007 al Asia Times que la mayoría de la población del sudoccidente del país apoyaba al Talibán. Pero agregó que 80 por ciento de los miembros o simpatizantes del Talibán lo eran por "su disgusto con la ineficiencia y la corrupción del gobierno".
El punto de vista de Kay fue base de la estrategia del gobierno de Barack Obama que quiere "convertir" a ese 80 por ciento del Talibán, supuestamente "recuperable".
Sin embargo, esa teoría no consideró una dinámica clave en el sur afgano: la explotación que hizo el Talibán de la política gubernamental de erradicación del opio. Ésta favoreció sistemáticamente a los terratenientes ricos —a quienes se les permitió evitar la destrucción de esos cultivos a cambio de un soborno— y perjudicó por completo a los pobres.
Ya en 2006, los ancianos de las tribus de Kandahar apoyaban al Talibán a cambio de que éste los protegiera contra la destrucción de del opio, como informó en abril de ese año el Consejo Internacional sobre Seguridad y Desarrollo.
Ahora, tras la gran shura del 4 de este mes, McChrystal deberá concebir una campaña militar exitosa pese a la oposición de Karzai y de los dirigentes y ancianos de Kandahar.
* Gareth Porter es un historiador y periodista de investigación especializado en la política de seguridad nacional de Estados Unidos. Su último libro, "Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam" (Peligros del dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam), se editó en 2006.