DDHH-EEUU: «Tortura legalizada» en Nueva York

En los últimos tres años, el estadounidense Syed Fahad Hashmi ha estado recluido en un centro federal de detención de Nueva York, acusado de brindar «apoyo material» a la red radical islámica Al Qaeda.

Jeanne Theoharis. Crédito: Cortesía de Jeanne Theoharis.
Jeanne Theoharis. Crédito: Cortesía de Jeanne Theoharis.
La evidencia que usó el gobierno en su contra fue una maleta llena de trajes impermeables abandonada por un visitante en su apartamento de Londres. Las autoridades señalaron que esos trajes iban a ser entregados a miembros de Al Qaeda, y además acusaron a Hashmi de permitir que su huésped usara su teléfono celular.

Hashmi se encuentra ahora bajo vigilancia las 24 horas, siendo filmado y grabado en audio incluso cuando va al baño. Siempre come en su pequeña celda y no se le permite hablar con otros prisioneros. Es musulmán, pero no está autorizado a participar de rezos grupales.

Recibe periódicos de un mes de antigüedad y con secciones recortadas por las autoridades. Tiene prohibido cualquier contacto con la prensa. Una hora por semana, un familiar puede "visitarlo" y verlo sólo a través de una ventana de grueso vidrio.

A veces el gobierno le prohíbe incluso las visitas familiares como castigo. En 2008, perdió sus visitas por tres meses, y no ha tenido más desde diciembre pasado. En ocasiones, a sus parientes no le permiten verlo porque el traductor del Buró Federal de Inteligencia (FBI) no se encuentra en la prisión.
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El juicio a Hashmi está previsto para el 28 de abril, y el principal testigo es el hombre que dejó la maleta en su apartamento londinense, quien ya ha sido sentenciado a prisión pero con su testimonio podrá reducir la condena.

IPS dialogó con Jeanne Theoharis, del Brooklyn College, profesora de Hashmi en 2002 y conocedora del caso.

IPS: ¿Cómo recuerda a Hashmi como estudiante?

JEANNE THEOHARIS: Fue estudiante mío en 2002. Tomó un seminario de ciencia política. Ese año, el curso que di era sobre políticas raciales, enfocado en los derechos civiles desde los años 60 hasta el presente. Le encantaba hablar y discutir con otros estudiantes, y parecía muy convencido del poder del debate para cambiar la forma de pensar de las personas.

Es un pequeño curso en el que a los estudiantes se les exige realizar una investigación. La hizo sobre el trato dado a los musulmanes en Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001. Paradójicamente, o quizás no, hizo una descripción de las violaciones a las libertades civiles que sufrían grupos islámicos de distintas posturas políticas.

Ahora, la investigación que hizo conmigo la está viviendo él en (la isla neoyorquina de) Manhattan, y son sus derechos los que están siendo violados.

IPS: La siguiente vez que se encontró con él, después de la graduación, estaba bajo custodia y hubo una audiencia en un tribunal. ¿Cómo lo vio entonces?

JT: Lo que noté en esas audiencias de los últimos dos años es que su salud decayó. Ahora parece estar mucho menos concentrado y más nervioso. Solía prestar atención a todo lo que ocurría en el tribunal, hablar siempre con su abogado, y en los breves momentos que entraba y salía de la corte hacía contacto visual con las personas y les mostraba una sonrisa.

Ahora se lo ve mucho más retraído, a veces simplemente mantiene su cabeza baja todo el tiempo. Esto sin duda corresponde con las investigaciones sobre los efectos del confinamiento solitario, que documenta este tipo de degradación en la salud mental de las personas.

IPS: ¿Logró su abogado presentar una defensa sólida contra la imposición de las "medidas administrativas especiales" (SAM, por sus siglas en inglés), que permiten el aislamiento de un detenido y la privación de algunos de sus derechos?

JT: Sí, su defensa cuestionó esas medidas en múltiples ocasiones, e incluso presentó evidencia médica especializada sobre el daño que provocaba en una persona el confinamiento solitario prolongado.

Pero a la jueza pareció no importarle y falló contra cada moción de la defensa que cuestionaba las SAM. Incluso se negó a realizarle modestos cambios. Estaba convencida de que las medidas eran "administrativas y no punitivas", y por tanto constitucionales.

Los jueces, y en particular esta jueza, Loretta Preska, parecen dispuestos a permitir que el gobierno imponga ampliamente esas medidas inhumanas.

Las SAM son tortura legalizada. Los niveles de aislamiento y privación sensorial son deshumanizantes. Van contra los estándares internacionales, y se ha demostrado en investigaciones médicas que tienen un impacto grave en la salud y en la estabilidad mental de las personas. También afectan severamente la capacidad de una persona para participar de forma efectiva en su propia defensa.

IPS: ¿Piensa que Hashmi recibirá un juicio justo?

JT: No, su derecho a un juicio justo ya ha quedado comprometido por las SAM, y también por el uso de evidencia "clasificada" legalizada a través de la Ley de Procedimientos con Información Clasificada. A Hashmi no se le ha permitido revisar todas las pruebas en su contra. Esperamos recuperar la justicia en este caso. Pero tres años de confinamiento solitario han hecho imposible un juicio justo.

Hemos comenzado un debate público en este país sobre la tortura, pero no hemos encarado el aspecto crucial de que es cometida aquí mismo en el sistema federal. Y, en el caso de Hashmi, aquí mismo en la ciudad de Nueva York.

La opinión pública se preocupó por el uso de la tortura en la búsqueda de información de inteligencia, pero hemos pasado por alto que se emplea también para obtener sentencias, así como para que los abogados del gobierno demuestren éxito en los esfuerzos federales "contra el terrorismo".

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