Los seguidores del candidato presidencial colombiano Antanas Mockus, del opositor Partido Verde, emplean todos los recursos de su imaginación para anunciar que él es la opción correcta.
En el sitio de redes sociales Facebook las afiliaciones crecen en 10.000 por día. De unos tímidos comienzos de 200 amigos se llegó a más de 450.000, y la ola sigue creciendo.
Columnistas espontáneos o blogueros convencidos repiten y amplifican lo que se lee en periódicos y revistas. Para el influyente columnista de la revista Semana, Daniel Coronell, "un gobierno de Antanas Mockus y los verdes, no se parecerá en nada a lo que hemos visto".
La columnista uruguaya Laura Gil, en su artículo del diario El Tiempo compara al recién investido mandatario de su país, José Mujica, con Mockus cuando éste dice que quiere ser presidente "para que haya menos sufrimiento y más alegría".
El ex ministro y actual rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, José Fernando Isaza, examina los mensajes de la campaña de Mockus y concluye que en su gobierno no se perseguirá a la oposición, se cumplirá el lema de que la vida es sagrada y no se utilizarán los dineros públicos para comprar apoyos.
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La constante referencia a un pasado reciente que se superaría en una Presidencia de Mockus está convirtiendo al gobierno del derechista Álvaro Uribe, con sus errores, en el gran elector del aspirante opositor, con una eficacia parecida a la que encarnaron las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como factor del triunfo del actual mandatario en 2002 y 2006.
El rechazo popular a las FARC (en armas desde 1964) fue determinante para que Uribe consiguiera dos períodos presidenciales consecutivos, con una fuerza similar a la que está activando, en favor de Mockus, la condena a las tácticas políticas del actual presidente.
Mockus, filósofo, matemático y alcalde de Bogotá en 1995-1997 y en 2001-2003, aparece como la encarnación del rechazo a esas prácticas y como promesa de una política de signo contrario.
De ocupar un modesto puesto en la cola de los postulantes, este lunes superó por primera vez en intención de voto al candidato oficialista Juan Manuel Santos en todos los escenarios, según una encuesta de la consultora Ipsos-Napoleón Franco para el grupo de medios formado por la revista Semana, RCN Radio, RCN Televisión y La FM.
Mockus recibe 38 por ciento de preferencias para los comicios del 30 de mayo, contra 29 por ciento para Santos, indica el sondeo.
En caso de que ningún candidato consiga el 50 por ciento más uno de los sufragios, se celebrará una segunda vuelta el 20 de junio entre los dos más votados.
Para esa instancia, el aspirante del Partido Verde cuenta con 50 por ciento de las preferencias de los encuestados, mientras Santos, del gobernante Partido de la U, sólo 37 por ciento.
El fin de semana Mockus ya se había situado como favorito en segunda ronda, con 50 por ciento frente a 44 por ciento de Santos, en el sondeo del Centro Nacional de Consultoría.
Ante el crecimiento de esta opción, Uribe acusó a Mockus de ser un peligro para la continuidad de su política de seguridad democrática, de mano dura en el conflicto armado, por su presunta debilidad ante las FARC.
Cuando Uribe fue investido presidente, el 7 de agosto de 2002, la insurgencia izquierdista atacó con cohetes el palacio presidencial en Bogotá, gobernada por Mockus.
Pero al difundir la acusación de Uribe, los medios televisivos exhumaron también las grabaciones de un acto en el que el propio mandatario condecoraba a Mockus por sus logros en materia de seguridad.
El presidente se mantuvo en la línea de ataque y en otra intervención pública se refirió a las exigencias de la seguridad democrática, para la que no sirven "caballos discapacitados", en evidente alusión a la información, divulgada por Mockus dos días antes, acerca de su incipiente mal de Parkinson.
La prensa colombiana atribuyó la reacción al nerviosismo oficial ante el inesperado crecimiento de la candidatura opositora en las encuestas.
Pero pareció tener más fuerza el gesto de transparencia del candidato al revelar su enfermedad, y sus seguidores aumentaron en Internet y en los sondeos.
Mockus aparece como un antipolítico. Al inscribir su candidatura, sorprendió su discurso: "Si usted va a votar por mí, pero no lo está haciendo en conciencia, mejor no vote por mí. Vote por aquel que le diga su conciencia".
En el debate público con los otros cinco postulantes, el 19 de este mes, enfrentó la pregunta de si ordenaría un bombardeo a un país vecino si se dieran las mismas circunstancias en las que Colombia atacó el campamento en territorio de Ecuador de uno de los comandantes de las FARC, Raúl Reyes, el 1 de marzo de 2008.
Mockus replicó tajante que cumpliría la Constitución y los tratados internacionales y que, de ser necesario, acudiría a tribunales internacionales. Ese día la audiencia del debate quedó notificada de que se trataba de un candidato distinto.
En un país que ha contemplado el uso del poder del Estado para espiar y desacreditar a opositores, con el escándalo de espionajes del Departamento Administrativo de Seguridad, el uso de la fuerza y del dinero para alterar resultados electorales, con las presiones de actores armados o la compra de votos, o insinuaciones calumniosas para presionar a magistrados, el lenguaje de Mockus se escuchó como una novedad refrescante.
Mockus y otros dos ex alcaldes de Bogotá constituyeron un equipo y acabaron incorporándose al Partido Verde, llamado así por el propósito renovador que lo distinguió y por su plataforma ambientalista.
Los tres, cada uno líder y ambicioso, aportaron elementos novedosos: la superación de los individualismos en beneficio del bien común y el respeto a las reglas de juego. Cuando la consulta interna señaló a Mockus como candidato, los otros dos se adhirieron sin reservas a su postulación.
Así apareció ante la opinión pública un equipo al que se unió el ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo (2004-2007), quien afín al propósito de renovación política renunció a su postulación presidencial para acompañar a Mockus como candidato a la vicepresidencia.
Para los dos integrantes de la fórmula, la educación es una obsesión. Forman una singular pareja, los dos fueron alcaldes y son matemáticos, hombres de la academia transplantados a la política.
Hoy la academia se muestra como un elemento pacificador, un poder tranquilo ante un panorama de partidos desgastados, contaminados por escándalos de narcotráfico y violencia, y sin opciones opositoras que despierten gran fervor en los votantes.
Los más pesimistas, apoyados en la experiencia de las trampas cometidas en los comicios legislativos del 14 de marzo, creen que, a pesar de todo, las viejas prácticas se impondrán. En aquella jornada, la no gubernamental Misión de Observación Electoral denunció compra de votos e intimidación de grupos armados ilegales a los votantes en diversos lugares del país.
Una creciente marea verde quiere esperar lo contrario.