La relación entre Gran Bretaña y Sri Lanka volvió a tensarse porque Colombo acusa a Londres de apoyar el reagrupamiento de la derrotada guerrilla de los Tigres tamiles.
Los vínculos entre ambos países se habían distendido tras el fin de la guerra civil que mantuvieron las fuerzas regulares de este país con los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) en 2009.
Las cosas volvieron a empeorar porque el canciller británico David Miliband participó el 24 de febrero en el Foro Global Tamil (GTF, por sus siglas en inglés), realizado en Londres.
Al gobierno srilankés no le cayó bien que Miliband hablara en el GTF, al que considera una agrupación de redes de simpatizantes que apoyan al LTTE.
Pero las relaciones entre ambos países ya no eran buenas dos años antes de la derrota del LTTE en mayo de 2009. Colombo consideraba que Londres había sido uno de los críticos más acérrimos de la guerra contra los separatistas tamiles, que causó gran preocupación en el ámbito internacional.
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El LTTE luchó 26 años por la autonomía territorial para la minoría tamil en este país de mayoría cingalesa. En los últimos dos, las fuerzas regulares del gobierno lanzaron una intensa campaña que terminó con la derrota de los insurgentes.
Las organizaciones nacionalistas que apoyaron la ofensiva del presidente srilankés Mahinda Rajapakse contra el insurgente LTTE acusaron al gobierno británico de mantener una actitud colonialista e incluso de recurrir a estrategias diplomáticas de presión.
Numerosos manifestantes se congregaron el lunes cerca de la embajada británica, ubicada en uno de los barrios más ricos de Colombo, para expresar su enfado por lo que consideran una permanente intromisión de Gran Bretaña en los asuntos internos de este país.
Unos 200 manifestantes del National Freedom Front (Frente por la Libertad Nacional, NFF, por sus siglas en inglés) gritaron consignas contra Miliband y se burlaron del primer ministro británico Gordon Brown. Contaron, además, con el apoyo del ex legislador Wimal Weeravansha, partidario clave de Rajapaksa.
"Con su apoyo al GTF, el gobierno británico trata de reavivar el terrorismo de los Tigres y, por lo tanto, está a favor de la división de este país", dijo Weeravansha a los manifestantes, quien además, entregó una petición firmada ellos a la representación extranjera.
"No es democrático apoyar la división de un país", reiteró Weeravansha. "Pedimos al pueblo británico que no apoyen esas iniciativas", apuntó.
Horas antes del encuentro del GTF, el canciller srilankés Rohitha Bogollagama convocó al representante del gobierno británico en Colombo, Mark Gooding, para decirle que Miliband no debía participar.
"El Ministerio de Relaciones Exteriores en este contexto subraya que al participar en la reunión del GTF, el canciller Miliband lamentablemente dará credibilidad a una organización que promueve la agenda separatista del LTTE y estaría actuando en perjuicio de los intereses de Sri Lanka y de su legítimo gobierno", según una declaración oficial después del encuentro entre ambos diplomáticos.
Por su parte, el canciller británico dijo en Londres que "la fundación del GTF, la inauguración de su red internacional, es un momento importante, sobre todo para la política de Sri Lanka, porque no se sustituye la libertad política al reivindicar los derechos políticos".
Delegados del GTF también se reunieron con Brown.
El gobierno británico trató de enmarcar la actitud de Miliband en sus esfuerzos por impulsar la reconciliación nacional en esta nación insular tras el fin de un conflicto de casi tres décadas que dejó más de 70.000 muertos.
La representación de Gran Bretaña en Colombo señaló que el canciller subrayó la necesidad de lograr la unidad nacional en Sri Lanka.
"Le corresponde al pueblo de Sri Lanka decidir qué forma tendrá la solución. El Reino Unido cree firmemente que la única forma de lograr una paz duradera y equitativa es mediante una reconciliación genuina", reza una declaración del 24 de febrero.
Pero los comunicados no sirvieron para aplacar los temores de Colombo respecto de que los británicos tratan, de forma solapada, de socavar al gobierno de Rajapaksa, que se prepara para las elecciones parlamentarias del 8 de abril.
"Si el gobierno británico quiere mantener relaciones cordiales con Sri Lanka, debe respetar nuestra soberanía y abandonar esos actos dañinos", alegó Weeravansha.
La manifestación de esta semana se dio en un contexto político difícil para Colombo. Las elecciones presidenciales del 26 enero crearon cierta inestabilidad política tras el triunfo de Rajapaksa sobre su contrincante, el ex comandante del ejército Sarath Fonseka.
Dos semanas después de los comicios, Fonseka fue detenido por la policía militar. Al principio, sus partidarios protestaron por la situación, aunque luego se llamaron a silencio. Pero no parece que el ambiente vaya a permanecer en calma ante la expectativa que generan las elecciones legislativas de abril.
Antes del episodio con Gran Bretaña, Colombo ya había denunciado que las "potencias extranjeras" trataban de influir en asuntos políticos internos.
A Fonseka, por ejemplo, lo acusaron de haber financiado la campaña con fondos de donantes extranjeros, aunque nunca se presentaron pruebas sustanciales.
Sri Lanka también se enfadó cuando la Unión Europea (UE) decidió en febrero suspender un esquema de concesiones arancelarias que exoneraba a las importancias de este país de pagar más de 100 millones de dólares.
La UE decidió suspender el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) Plus alegando que Sri Lanka infringía convenciones de derechos humanos.
Colombo, por su parte, respondió que apreciaba los beneficios derivados de las concesiones, pero dijo no estar dispuesto a comprometer su soberanía.