MUJERES: Cambio climático potencia desigualdades

Los efectos negativos del cambio climático son aún más devastadores en las mujeres que en los hombres, y van desde mayor mortalidad por los desastres naturales a una carga más pesada en el hogar.

En los ciclones de 1991 que mataron a 140.000 personas en Bangladesh, 90 por ciento de las víctimas fueron mujeres. En el tsunami asiático de 2004, entre 70 y 80 por ciento de las muertes también fueron femeninas.

Luego del huracán Katrina de 2005 en Estados Unidos, las mujeres negras, que formaban parte de la población más pobre de los estados afectados (los sudorientales Alabama, Louisiana, Mississippi), enfrentaron los peores obstáculos a su supervivencia, según la Organización de las Mujeres para el Ambiente y el Desarrollo (WEDO, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York.

El Informe de Desarrollo Humano 2007, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señaló que las mujeres resultan particularmente afectadas por el cambio climático porque constituyen la mayor proporción —alrededor de 70 por ciento— de la población pobre. Amy North, investigadora en temas de género, educación e iniciativas para la reducción de la pobreza mundial en el Instituto de Educación de la Universidad de Londres, dijo a IPS que el cambio climático también exacerba las desigualdades de género existentes, con un efecto devastador sobre la calidad de vida de las mujeres y niñas pobres.

En muchas partes del mundo, ellas son las responsables de recolectar agua y leña.
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Como estos recursos se vuelven más escasos debido a que las lluvias son cada vez más erráticas, ellas deben perder más tiempo en ir a buscar esos insumos y recogerlos, lo que reduce el tiempo del que disponen para participar en actividades económicas o asistir a escuelas, explicó North.

Las mujeres también son las principales productoras de alimentos, aportando 70 por ciento de la mano de obra agrícola en África subsahariana, por lo que son particularmente afectadas por el menor rendimiento de los cultivos, agregó.

«Los problemas de salud asociados con el cambio climático —y que incluyen un aumento de las enfermedades originadas en la mala calidad del agua y asociadas con las inundaciones— a menudo hacen que mujeres y niñas tengan que asumir una mayor carga (en el hogar), dado que se requiere que cuiden a sus familiares enfermos», observó.

June Zeitlin, ex directora ejecutiva de WEDO, citó un estudio de la Escuela de Economía de Londres que analizó desastres en 141 países, aportando evidencias decisivas en cuanto a que las diferencias de género en las muertes causadas por catástrofes naturales están directamente vinculadas con los derechos económicos y sociales de las mujeres.

Es decir que las desigualdades de género son magnificadas en situaciones de desastre. Cuando las mujeres carecen de derechos básicos, mueren más que los hombres en esos momentos.

El estudio concluyó que lo opuesto también es verdad: en sociedades donde mujeres y hombres disfrutan de los mismos derechos, los desastres naturales matan a la misma cantidad de hombres que de mujeres.

En una entrevista con IPS, North dijo que las investigaciones en África oriental sugieren que la mayor pobreza está teniendo serias consecuencias sobre la educación de las niñas. Esa región experimenta sequías generalizadas que causan una severa escasez de agua y alimentos.

En Kenia, participantes en el proyecto Iniciativas sobre Género, Educación y Reducción de la Pobreza Mundial observaron que el aumento de la pobreza asociado con las sequías afecta la asistencia a las escuelas. Las niñas tienen más probabilidades que los niños de desertar de sus estudios.

En la vecina Uganda, las crisis alimentarias relacionadas con el cambio climático se han vinculado con un incremento de matrimonios precoces en el caso de las niñas, que son entregadas a sus esposos a cambio de dinero.

Estos «matrimonios por hambre», como se los llama, no sólo hacen que las niñas abandonen la escuela, sino que también las vuelve vulnerables a enfermedades de transmisión sexual y a complicaciones reproductivas relacionadas.

Cate Owren, de WEDO, dijo a IPS que su organización está profundamente preocupada por el estatus político de las negociaciones sobre el cambio climático.

«No apoyamos que el Acuerdo de Copenhague sirva como base para las negociaciones de este año», declaró. Ese documento, no vinculante, fue firmado al final de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15), que tuvo lugar en diciembre en la capital danesa.

De todos modos, «celebramos los grandes avances logrados en el curso de los últimos años, durante los cuales las cuestiones de la igualdad de género fueron sustancialmente integradas a las negociaciones sobre el cambio climático», agregó.

Según WEDO, también aumentó la participación femenina en estos temas.

En Copenhague las mujeres constituyeron alrededor de 30 por ciento de las delegadas registradas por país, el mayor porcentaje femenino de concurrencia a una reunión sobre cambio climático de que se tenga registro.

Stefan Wallin, ministro de Cultura y Deporte de Finlandia, dijo la semana pasada a los delegados que su país prioriza la participación tanto de mujeres como de hombres en los procesos de toma de decisiones sobre el cambio climático, aunque afecta más a las mujeres.

En diciembre hubo movilizaciones feministas en torno a la COP 15 para reclamar que el resultado incluyera una perspectiva de género.

Para que esas demandas sean tomadas en serio, debe garantizarse la participación de las mujeres en la negociación de políticas y estrategias para abordar los efectos del cambio climático en los planos nacional e internacional, dijo North.

Es crucial que esos programas nacionales consideren los impactos específicos del cambio climático sobre mujeres y niñas, y que también aborden las desigualdades de género subyacentes, que las hacen a ellas más vulnerables ante este fenómeno, agregó.

Esto incluye tomar medidas para garantizar que las mujeres puedan participar en la toma de decisiones y en los procesos políticos que las afectan, abordar las desigualdades que enfrentan en materia de empleo y cuidado de los niños, y realizar esfuerzos concertados para asegurar un avance real en la igualdad de género relativa a la educación.

Según North, estos serán temas clave en los debates que se desarrollarán en una conferencia organizada por la Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas a realizarse en mayo en Dakar.

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