Este año, el vietnamita Doan Hung no tiene tiempo para los festejos del Tet, o Año Nuevo Lunar. Mientras todos se preparan para el Año del Tigre, que según el calendario chino se inicia el 14 de este mes, este niño de 12 años vende billetes de lotería en las calles.
"Hoy vendí apenas 17 billetes", se lamenta Hung. Habitualmente se las arregla para vender por lo menos 20 en un día, llevando a su casa unos 20.000 dongs (un dólar), que se suman a los magros ingresos de sus padres.
Pero esta vez, a diferencia de los últimos años, Hung no tiene tiempo de soñar con las tradicionales tortas de arroz o las ropas nuevas que sus padres les regalaban a él y a su hermana en esta época festiva.
Orgulloso de poder ayudar a sus padres, Hung dice que ha pasado los últimos seis meses vendiendo esos billetes de lotería. "Desde el día en que mi mamá y luego mi papá perdieron sus trabajos en el parque industrial de Tan Tao", aclara.
Hung abandonó la escuela y su hermana menor también se queda en su casa, para cocinar.
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Su historia no es un caso aislado. Las cifras del gobierno muestran un aumento en la cantidad de niños que desertan de la escuela en Vietnam, un país con más de 86 millones de habitantes.
Según el Ministerio de Educación, 138.000 niños y alumnos de enseñanza secundaria abandonaron los estudios durante el año escolar 2007-2008. Desde entonces, la cantidad se elevó a 147.000.
"El Estado tiene muchas políticas —libros de texto gratuitos, clases gratuitas para los niños de regiones rurales y montañosas, por ejemplo—, pero todo eso no ayuda a devolver los niños a la escuela. La inflación hace que la gente piense primero en alimentos y vestimenta", explica Truong Thi Mai, director del Departamento de Asuntos Sociales de la Asamblea Nacional.
Los padres de Hung estuvieron entre los primeros despedidos por su empleador, un exportador de ropa y calzado. "Intentaron postularse para trabajar en empresas que producen para el mercado interno, pero también ellas han enlentecido su producción y reducido su fuerza laboral", dice.
Como las exportaciones de Vietnam continúan bajo los efectos de la crisis financiera mundial, se redujeron los pedidos que empresas y fabricantes como el parque industrial de Tan Tao reciben del exterior. Por eso disminuyeron los puestos de trabajo o enlentecieron su producción.
En 2009, Vietnam registró un crecimiento económico de apenas 5,2 por ciento, el más bajo de los últimos 11 años. A comienzos del año pasado, su inflación anual de 28 por ciento fue la más elevada entre los países asiáticos. Solamente en el primer trimestre de 2009, el crecimiento económico de Vietnam se redujo a 3,1 por ciento.
Aunque es posible que Vietnam no haya sido tan golpeado por la crisis como otros países de la región —por ejemplo Tailandia o Singapur—, sí ha experimentado una repentina caída de la producción en las pequeñas y medianas empresas, así como una proporción cada vez mayor de firmas que se declaran en bancarrota.
Estadísticas difundidas en marzo de 2009 por el Ministerio de Trabajo, Inválidos de Guerra y Asuntos Sociales muestran que para fines de febrero del año pasado habían cerrado sus puertas 938 empresas, y que otras 976 habían enlentecido su producción. Esto causó 74.500 pérdidas de puestos de trabajo, dejando desempleadas a 37.700 personas y a otras 14.900 con despidos temporarios.
Otro factor que empeora el desempleo es el regreso al país de unos 3.000 vietnamitas que perdieron sus trabajos en el exterior.
En 2009, el gobierno anunció un paquete de estímulo a las pequeñas y medianas empresas, a fin de ayudarlas a sobrevivir y preservar puestos laborales. Inicialmente de 6.000 millones de dólares, desde enero del año pasado aumentó a 8.000 millones. El gobierno también decidió extenderlo a 2010.
Los padres de Hung, que no pudieron beneficiarse directamente del paquete de estímulo, fueron suficientemente afortunados de conseguir empleos temporarios en una empresa de la construcción que renueva casas para el Año Nuevo Lunar.
"Está bien por ahora. Nuestros padres pudieron comprarnos cosas para rendir tributo a nuestros ancestros y celebrar el Año del Tigre. Pero no sé qué nos ocurrirá luego", dice Hung con tristeza.
Las preocupaciones económicas ya han reducido el consumo. Con presupuestos más ajustados, las empresas han disminuido los beneficios a sus empleados, entre ellos el pago del sueldo número 13 en ocasión del Tet.
Esto hace que muchos tengan poco dinero en la época de mayor gasto del año. Muchas familias se han visto obligadas a gastar menos en alimentos, atención a la salud y escolaridad de sus hijos. También les preocupa el aumento de los precios, por ejemplo los de la electricidad, que se espera suba en marzo.
Hasta ahora Vietnam se enorgullecía de su impactante crecimiento económico de las últimas décadas y de su éxito en la reducción de la pobreza. Ésta pasó de 17,2 por ciento en 2001 a menos de siete por ciento en 2005, según cifras oficiales. Sin embargo, aumentó a 19,5 por ciento en 2008 y 2009.
Mientras las familias ajustan sus cinturones, las inversiones en bienestar infantil se ven afectadas también, como muestra la historia de Hung y su hermana.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Ministerio de Trabajo consideran ocho variables para definir la pobreza en los niños: educación, nutrición, salud, refugio, agua y saneamiento, trabajo infantil, ocio, y protección e inclusión social.
Así es como ya hay 7,6 millones de niños vietnamitas que pueden calificarse como "necesitados", porque no pueden gozar de por lo menos dos de esos derechos.
Son 7,6 millones los niños que no tienen una vivienda adecuada. Cinco millones carecen de instalaciones de higiene básica, 2,4 millones no tienen agua limpia para beber, 3,4 millones no pueden acceder a información, dos millones padecen desnutrición y tres millones no van a la escuela.
Otra señal de estos tiempos difíciles puede verse en el hecho de que cada vez más padres, especialmente los que han quedado desempleados, hacen que sus hijos más pequeños se queden en el hogar en vez de enviarlos a guarderías. Estos centros cobran casi 500.000 dongs (27 dólares) mensuales por niño.
"En los últimos dos años hubo una gran disminución de las inscripciones", dice Nguyen Thi Nguyet, de 46 años, propietaria de una guardería infantil cerca de Bay Hien Carrefour, un conocido distrito textil de Ho Chi Minh.
Antes concurrían allí entre 20 y 30 niños, pero ahora van apenas seis. Su dueña dice no estar segura de si abrirá sus puertas el año próximo.
Otras guarderías cercanas a Thi Nghe Bridge, un barrio popular de la ciudad, también reportan una reducción significativa en las inscripciones.
"El crecimiento económico, aparejado con mejores políticas de seguridad social, han contribuido mucho con la reducción de la pobreza. Pero el problema de los niños pobres se está volviendo cada vez más generalizado y severo", según la ministra de Trabajo, Nguyen Thi Kim Ngan.
La pobreza entre los niños tiene serias repercusiones en su desarrollo físico y mental, por lo que ellos deberían ser prioritarios a la hora de tomar medidas contra este flagelo, dijo. * Este artículo fue producido por IPS Asia-Pacífico en el marco de una serie sobre el impacto de la crisis económica mundial sobre los niños y los jóvenes, en asociación con Unicef Asia oriental y Pacífico.